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La adicción a la fama

La fama es peligrosa, su peso es ligero al principio, pero se hace cada vez mas pesado el soportarlo y difícil de descargar. Hesíodo

La fama es un escenario propio de las dinámicas humanas y relacionada con una interacción social que trasciende las fronteras de lo convencional. La fama es algo que, en muchos casos, se anhela de manera abierta o velada. Existe detrás de cada ser humano la necesidad de ser reconocido y cuando ese reconocimiento alcanza niveles de masa, entonces se entra en la fama. Se le relaciona generalmente con personalidades que se desempeñan en el contexto del arte sin excluir a las ciencias, pero la fama pudiese icónicamente estar representada sobre unas tablas un micrófono y un gran público escuchando, pero también está relacionado con una pluma y papel en un autor de best sellers, en un microscopio y una bata en un médico que produce una vacuna, un individuo en un video y con millones de suscriptores. La fama también es inherente a escenarios menos conocidos, por ejemplo, grupos religiosos aislados de la tecnología convencional son objeto de artículos y de documentales sin que esa fama de alguna manera interrumpa sus vidas, por ejemplo, los Amish o los judíos ultraortodoxos del barrio de Mea Shearim de Jerusalén. Existen también señales de algunos tipos de fama que se convierten en aquello anhelado, por ejemplo, los vehículos de marca, las casas enormes, la ropa de diseñador, la sobrecarga de joyería, los escoltas y, este tipo de aderezos o acompañantes de la fama, se convierten para el que la busca, en la medida tangible que se tiene, mas no es la fama en su esencia. Es necesario desde ya hacer una separación cardinal y casi manierista: la fama propia de lo bueno y aquella que nace de lo malo. En ambas hay admiración, acceso a los lujos, a la seguridad, a la interacción con cualquiera sin permisologías, lo único que unas nacen de lo indeseable, de lo ruin, de la miseria, de la muerte, otras hacen del bien colectivo, del agrado. Casos concretos: Charles Manson es un criminal, un asesino convicto y confeso que en la época de Polansky y su “El bebé de Rosmary”, entró a la casa de la esposa del cineasta, encinta, y la asesina de manera salvaje junto con sus invitados. Para este crimen se acompañó de unas chicas jóvenes completamente imbuidas en las “enseñanzas” de Manson, para ellas algo así como un gurú, un guía, chicas que en su mayoría no llegaban a los veinte años y vivían con él en una especie de comuna. Manson por alguna razón y a partir de lo referido, es un tipo extremadamente conocido, entiéndase famoso. La pregunta que viene: ¿se puede ser famoso a partir de la maldad? Y la respuesta es: por supuesto. De poder establecerse una evaluación comparativa entre los famosos a partir de los hechos innobles y aquellos a partir de los sanos, no debería extrañar que lo malo superase a lo bueno. La fama es una forma de desempeño que puede acontecer por la vía del trabajo duro, aunque no siempre es definitiva. Hay que recordar los casos de científicos que dedicaron su vida a la erradicación de una enfermedad y apenas son conocidos en su medio y otros que dieron con la relación entre la materia y la energía y dicha fórmula aparece en muchos grafitis y franelas. Es difícil que existan personas que no conozcan a Einstein y la razón de su gigantesca fama está en la gran relevancia que la prensa de su época le dio, gracias a otro científico tan grande como él llamado Eddinton quien corroboró parte de sus teorías demostrando que la gravedad de un cuerpo podía curvar la luz. Cuando se publicaron estos logros, hechos con una tecnología muy precaria, comparada con la actual y donde se debían esperar eclipses para fotografiarlos y tener la suerte que no estuviese nublado y otros inconvenientes, el nombre de Einstein saltó a la palestra como el desarrollador del concepto del espaciotiempo y la relatividad, en cambio Eddinton solo es conocido por pocos. La fama puede ser buscada, anhelada, vista como una meta, y también es algo que puede sobrevenir, puede acontecer sin ser esperada, puede alcanzar a la persona de un día para otro. Un ejemplo de esto último es el caso de la persona que hizo lo adecuado, en el momento indicado, ante el público esperado y con el mensaje justo para ser escuchado, es el caso de la licenciada Gloria Álvarez, una politóloga, escritora y comunicadora guatemalteca joven y brillante que hace unos seis años tuvo la oportunidad de dar unas palabras de no más de quince minutos en Zaragoza en el marco del Parlamento Iberoamericano de la Juventud, donde desglosó e hizo entendible el término populismo. A partir de ahí el mensaje se hizo viral y se convirtió en una persona tremendamente reconocida, invitada permanente de muchos foros. La fama también puede ser fabricada a partir de lobbys de poder. El caso de Gretta Thumberg es un ejemplo de alguien que es tomada como buque insignia de los ambientalistas a partir de cierta habilidad discursiva, juventud, apariencia, sin que exista realmente ningún logro en materia ambiental sino machacar el clavo de la destrucción planetaria y demás consignas muy propias del populismo zurdo. La paradoja en el caso de Gretta y en el caso de muchos a los cuales la fama les es fabricada radica en la incongruencia entre lo que se predica y lo que se hace. Mientras Gretta demuestra su inmadurez, propia de su adolescencia y su mala educación y mientras deja de asistir al colegio, se va trasladando a distintos sitios a distintos sitios a decir algo que ya es conocido y siempre exagerado y en ocasiones, en muchas, poco cónsono con la realidad, va consumiendo en sus traslados y en los de su nutrida comitiva, enormes cantidades de combustible de avión y de los de menos octanaje, muy contaminantes. Con el mismo objetivo de Gretta está Boyan Slat, un joven que luego de dejar sus estudios de ingeniería se dedicó a buscar una manera de sacar ese plástico que llega a los océanos y que es ingerido por animales marinos y en ocasiones por los humanos que consumen los peces. Un sistema que aprovecha las corrientes marinas para acopiar los plásticos en el mar y hacer que lleguen a la costa para ser reprocesados. A Boyan la fama no lo acompañó, pero a Gretta que nada propone y es sólo un instrumento del poder, sí. La fama, para algunos, es algo con lo que se sueña, sin embargo, una vez que se la alcanza y se pasan los primeros “quince minutos” empieza a resultar incómoda. Como todo en la vida se trata de un equilibrio, “tanto te da, tanto te quita”. Los famosos hacen sacrificios importantes que el resto de los mortales no hace. Libertad por estatus, seguridad por tener todas las necesidades cubiertas, deseos cumplidos al instante, casi todos, por redes congestionadas y no poder pasar desapercibidos. Sin embargo, trascender el estado de fama y volver al anonimato inicial no es fácil. La necesidad de adoración de los fans en el caso de un artista es algo que pareciese nutrirles tanto como el alimento, la ovación, la existencia de reportes donde la cantidad de gente que escucha lleva a mejores posiciones en los tops de las productoras y de los canales especializados. Al igual que hay adicción a la pobreza (así, aunque parezca increíble) la hay a la fama y su versión más deseada, el exceso. No es fácil prescindir de ese ambiente en el que todo se da con tronar los dedos, derivándose a veces los escándalos y mil situaciones, muchas de las cuales son derivadas de una mala gerencia de la fama. Distinción importante tiene que hacerse entre varios términos a fin de evitar confusiones. Por ejemplo, ostentación no es fama, aunque puede ser parte de ésta, de igual forma fama no es enriquecimiento, necesariamente. Existen súper milmillonarios que ocupan los tops de los especialistas y que para el grueso poblacional son desconocidos y al revés, el caso del Dalai Lama y youtubers que tienen cien millones de suscriptores y son muy conocidos pero su patrimonio no puede ser calificado como de persona acaudalada, y por supuestos están los famosos millonarios, categoría que generalmente se debate entre políticos, empresarios y artistas. Al final lo que se trata de dejar claro es que la fama es un estado mental, un concepto abstracto. Se trata del transfiltrado de un estado supuestamente ideal, de una forma de ser, de un estilo de vida, de un mensaje, a través de todos los estratos sociales y hasta las zonas más alejadas trascendiendo culturas y gentilicios. La fama se parece mucho a la “maquinita de hacer dinero”, que cuando comienza no para, es como una vaca que es ordeñada. Lo importante y lo fatuo van a ser combustible para la persona famosa siga estando en el blanco de sus seguidores y detractores y se hablará de la persona no importa si bien o mal, pero seguirá estando en boca bien por lo que hizo o por lo que no. La fama da unas ventajas tremendas a aquellos que buscan alcanzar una meta que es absolutamente comunicacional, llegar a la mayor cantidad posible de personas. Si la fama es uno de los orígenes del poder o el poder lleva a la fama, no necesita una disquisición filosófica porque pueden ser vistas como dos caras de la misma moneda, de ciertas personas y ciertos escenarios, pero en general para poder alcanzar el objetivo, es decir comunicar, tiene que haber conocimiento de quien emite el mensaje y éste puede ser aceptado o rechazado pero lo importante es que los receptores del mensaje estén ahí. Como reza el refrán: “Mejor que hablen mal de ti, a que seas ignorado”. Con la fama se pueden lograr cosas increíbles como sostener fundaciones de ayuda a los necesitados o financiar actos terroristas. La percepción del público sobre los famosos es generalmente la de una idolatría urbana, se convierten en objetos de culto, en algunos casos desencadenando reacciones de histeria colectiva ante una imagen del famoso que semeja una deidad. Casos emblemáticos: Los Beatles, Queen, U2, Juan Pablo II, Luther King, entre una lista interminable. Hoy en día se puede obtener la fama por metodologías distintas a las de la antigüedad, sin embargo, el objetivo se mantiene. En la antigüedad la fama venía dada por el conocimiento oral que se daba de un hecho o persona. La vía de transmisión era la comunicación entre las gentes, un poco porque no había otra y con el avanzar de las edades y algo de escritura, música, pintura, arquitectura, se fueron creando los íconos de la fama. Sea este un buen momento para hacer un pequeño inciso sobre la existencia de famas que corresponden a cosas y no a personas. Es algo que puede resultar ruidoso, mentalmente hablando, pero es la realidad y entre las cosas también pueden ser incluidos los animales. En lo indeleble de la fama están los casos al respecto: Víctor Hugo, Oscar Wilde, Beethoven, fueron famosos en sus épocas, pero sus obras los trascendieron resultando hoy en día ser las famosas y detrás sus autores. Miguel Ángel se puede decir que era uno de los íconos del arte, un ente de fama sumamente importante en la época, conocido por los Medici y por los papas, sin embargo, no se convirtió en un señor de la aristocracia por ello, quizás por su oficio como artista y que estaba al servicio de Iglesia y nobleza, siendo aquellos que compartían ambos roles algo poco conocido. En el mal también hay famosos como se ejemplificó al principio del artículo. El referido Manson que por cierto murió hace un par de años de cáncer de colon, es motivo de culto, se le escriben cientos de cartas y hasta un individuo de mucha fama también, cantante de metal tomó parte de su nombre de este ser, se trata de Marilyn Manson. Al igual que ellos, Hitler aún es un ser famoso, lo fue y lo es, lo que no significa que haya sido bueno y es algo que debe quedar claro, la fama es independiente de la bondad. Hitler, para el momento histórico de la Alemania post guerra y con la catástrofe económica por la que transitaban, era lo mejor que a los alemanes les podía pasar. Un ser que reprodujo un discurso que devolvió las esperanzas a una población sumida en la tristeza. Lejos estaban de saber aquellos alemanes, el nivel de resentimiento que arrastraba y que el poder era para desarrollar un proyecto donde Alemania se convirtiese en la líder mundial con la subyugación de todas las demás naciones. La fama debe ser alimentada, regada y sostenida. La fama de los antiguos se mantiene porque sus obras se siguen consumiendo, en forma de libros, de arte, de música, la historia es uno de los grandes chefs que mantienen la receta original de la fama. Los famosos son incluidos en los programas académicos de los colegios y universidades para que la memoria de los grandes acontecimientos no se pierda. Las repeticiones ad infinitum de aquellos que contribuyeron al avance de la humanidad, de los hechos que no se deben olvidar para que no se repitan por su crueldad, son los que mantienen la fama de aquellos, hechos y personas, término que no con poca frecuencia se le cambia por celebridad. Es entonces cuando se escucha el adverbio para decir ante una fama mal habida: “tristemente célebre”. Pero quedan unos particulares humanos que, si bien no son los más famosos, hacen todo lo posible por serlo, gastan todo el dinero al que tienen acceso y al que no tienen, para generar enormes campañas para anunciarse y venderse como los salvadores, humanos, la mayoría de ellos, ajenos a la ética y a todo aquello que no signifique su propio beneficio. Como se habrá podido adivinar se trata de los políticos. Salvando contadísimas excepciones, los políticos sólo buscan la obtención irrestricta del poder, lo cual va acompañado de enormes sumas. Desde el político más reducido hasta el de mayor proyección para los grandes cargos, todos tienen que crear su círculo de fama, el truco radica en que, a la hora de votar, el indeciso apele a lo que conoce antes de lo nulo, ese conocimiento suspendido generado por propagandas reiterativas y costosas por cualquier medio que esté disponible. La fama, entonces, es una forma de dinámica humana que puede ser útil en determinadas circunstancias y destructiva en otras, es una entidad a la que se debería aspirar sólo si los beneficios superan a los riesgos. Existen ahora un conjunto de medios de comunicación que no requieren de mayor intermediación y que se conocen como redes sociales, a las cuales una gran cantidad de población en particular la más joven, aspiran acceder para crearse un ambiente de fama, lo cual acontece a partir de la, en muchas ocasiones, falsa percepción de ganar mucho dinero a partir de lo que ahora se ha dado en llamar “crear contenido” la cual es una frase gramaticalmente imperfecta, pero que se refiere a tener participación en las redes con videos, chats, sticker, gifs y otra cantidad importante de recursos con el casi único fin de ganar suscriptores con básicamente tres motivos: ganar dinero, ganar fama y ambos. Esta práctica está llevando en muchos casos a olvidar los trabajos y profesiones tradicionales como la medicina, la ingeniería, el derecho y muchas otras, para ser sustituidos por las de influencer, youtuber, blogger y coach, lo cual pudiese llevar a un embrutecimiento social sistemático relacionado con la falta de academia.

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