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La Alquimia

Se dice que la alquimia comenzó en forma independiente tanto en China (unos siglos antes de la era cristiana) como en Egipto (en el primero o segundo siglo después de Cristo). No se ha encontrado hasta ahora un vínculo en ese origen y, por lo tanto, se entiende que comenzó en forma independiente en ambos lugares. La antigüedad tiene tanta sabiduría y tanta belleza escondida en sus misterios…

En laboratorios rudimentarios, hace miles de años, algunas personas se dedicaron a tratar de transformar metales en oro.  Los egipcios pretendían hallar la sabiduría divina y el secreto de la inmortalidad entrelazando prácticas espirituales y prácticas tecnológicas.  Desde el principio los alquimistas ocultaron deliberadamente sus secretos al mundo considerando que solo los escogidos y realmente puros podían alcanzar el saber.

Los alquimistas pretendían transformar lo material a fin de llevarlo a su mayor grado de pureza.  Quienes practicaban la alquimia buscaban la piedra filosofal que conllevaría tener el poder divino de alcanzar la vida eterna. Todo cuanto la piedra tocara se convertiría en perfecto y sería liberado de dolencias fruto de la edad, enfermedades, males y muerte.  Los alquimistas seguían antiguas fórmulas místicas.  Fundían metales y disolvían minerales en un proceso al que llamaban transmutación. Consideraban que todos los seres vivos compartían la propiedad de  la vida.  Cuando un alquimista intentaba imitar la maduración del oro en la tierra estaba buscando el secreto de la vida.  Quien hubiera transformado su alma podría transformar cualquier metal en oro. A partir de los cuatro elementos, tierra, aire, fuego y agua, aspiraban preparar un quinto elemento que contendría la potencia de los cuatro en su máxima exaltación y equilibrio.  Los alquimistas se dedicaban a tratar de descubrir los elementos constitutivos del universo, la transmutación de los metales y el elixir de la vida. Buscaban la perfección.

Fueron filósofos y estudiosos quienes se dedicaron a la alquimia estudiando los fenómenos químicos a través de experimentos desde la antigüedad.  En la  alquimia se encuentran la ciencia y la filosofía y se combinan elementos de medicina, química, física, metalurgia, astrología, semiótica (teoría de los signos), misticismo, espiritualismo y arte.

Se dice que Zosimos de Panópolis, quien vivió en Alejandría en el siglo tercero después de Cristo, escribió los libros más viejos sobre alquimia que se conocen (“Cheirokmeta”), donde se describe el enigma mineralógico conocido como la piedra filosofal que los alquimistas deseaban poseer.  Él la describió como una piedra que no es tal piedra, un objeto precioso que carece de valor, un ente multiforme que no tiene forma y una cosa desconocida que todos conocemos.  Este es un acertijo que aún está por resolver.  Se representaba como una sustancia muy densa, cristalina, de color rojo amarillo.  Se creía que con un poco de esta sustancia se podía trasmutar plomo o mercurio en oro.

Los secretos de la alquimia perduraron a lo largo de siglos de caos.  Después de la caída del imperio romano y la decadencia de la civilización clásica, en el siglo VII, el ejército musulmán de Mahoma conquistó Egipto que en ese momento era parte del imperio bizantino y tenía como capital a Constantinopla.  Mientras Europa atravesaba la oscura época medioeval, los alquimistas árabes  cultivaron su arte.  En el siglo XI los intelectuales europeos aprendían alquimia de los alquimistas árabes.  Se dice que en 1144 se tradujo por primera vez un libro de alquimia del árabe al latín.   

A pesar de la oposición de la iglesia católica, la alquimia fue recibida como una ciencia con gran interés en Europa. Este arte secreto prosperó en la Edad Media.  En algunas catedrales se encuentran símbolos similares a los utilizados por los alquimistas.  Había monjes que trabajaban en alquimia.  Roger Bacon, fraile franciscano inglés del siglo XIII, se consideró el científico más brillante de la época medioeval.  Se dice que fue el primero en escribir la receta de la pólvora en Europa.  Fue encarcelado acusado de herejía y pasó el resto de sus días en prisión.  Otros alquimistas murieron en la hoguera acusados de brujería. ¿Cuántos han sido juzgados, torturados y condenados a morir injustamente?.  Debemos cuidarnos de la ignorancia porque ella ha sido el origen de un sinfín de injusticias en el mundo.

Se dice que en el siglo XIV, un humilde escribano, Nicolas Flamel, dijo que había conseguido transformar mercurio en oro puro en 1382.  Durante décadas él se había dedicado a descifrar símbolos secretos de la alquimia.  En los registros municipales del París medioeval consta que su esposa y él financiaron varios hospitales, capillas e iglesias. También se dice que desaparecieron sin dejar rastro y que los vieron años después con un tono dorado en la piel y no habían envejecido.    Hoy en día aún se especula sobre ello.  De hecho, este personaje histórico le dio vida a un personaje en la serie de Harry Potter y hay una novela de Michael Scott basada también en él que se llama “The Alchemyst –The Secrets of the Immortal Nicholas Flammel”.  Tanto por entender…Tanto por conocer…Tanto por aprender…

De la Europa medioeval se pasó al Renacimiento donde el hombre podía utilizar el poder de su mente para explorar y conquistar la naturaleza.   Los nobles apoyaban el trabajo de los alquimistas.  Se dice que en el siglo XVI, el emperador del sacro imperio romano, Rodolfo II, tuvo a más de 200 alquimistas a su servicio. Aún hoy se puede visitar el Callejón del Oro en el Castillo de Praga que algunos creen tuvo su origen en el trabajo de los alquimistas.  Aunque algunos alquimistas de esa época tuvieron la fortuna de gozar del apoyo de quienes los mantenían, hubo alquimistas que fueron torturados al no ser exitosos en lograr convertir los metales con los que trabajaban en oro.

Un alquimista muy reconocido fue el médico conocido como Paracelso en el siglo XVI quien entre otros logros, como el ser reconocido como el padre de la toxicología, defendió la conexión entre lo espiritual y lo físico.  Otros alquimistas famosos fueron Isaac Newton, descubridor de las leyes de la gravedad y del movimiento, inventor del cálculo y del telescopio de reflexión, y Robert Boyle, considerado como uno de los fundadores de la química moderna.  Se dice que la época de esplendor de la alquimia fue en los siglos XVI y XVII.  En el siglo XVIII sólo unos pocos practicaban la alquimia. 

En el siglo XX resurgió el interés por la alquimia. En 1941, con el recién inventado

acelerador de partículas, investigadores  bombardearon 400 gramos de mercurio con neutrones de alta velocidad y transformaron una minúscula cantidad de mercurio en oro.  Así, se demostró que era posible transmutar metales como sostenían los alquimistas.

Analizaremos el tema científico sobre los avances en la transmutación de metales en un próximo artículo.  Por ahora, conociendo un poco más sobre la alquimia, podríamos plantearnos qué haríamos si pudiéramos llegar a resolver el misterio y lográramos en laboratorios rudimentarios transmutar metales en oro.  ¿Qué haríamos si tuviéramos acceso a la piedra filosofal?.  ¿Para qué utilizaríamos nuestro poder?.  ¿Nos haría felices poder producir todo el oro que quisiéramos?.  No hay duda que la piedra filosofal, en manos de seres humanos nobles, bondadosos y sabios podría ser muy beneficiosa para el mundo.  Sin embargo, qué sería de nosotros si ese poder de perfección, transmutación e inmortalidad estuviera en manos de seres inescrupulosos, ambiciosos y egoístas?.

Lo ideal, con o sin piedra filosofal, es continuar buscando el poder de transformarnos y de transformar.  Los alquimistas han trabajado con la idea de transformar para perfeccionar.  Cada uno de nosotros puede ser un alquimista, trabajando en su propia transformación, compitiendo contra si mismo para transformarse en un mejor ser humano cada día y buscando dejar el lugar por donde pasemos mejor que cuando nosotros llegamos.

¡Prendamos una vela y pasemos la luz!.   

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Un comentario

  1. Que interesante y documentado artículo Maritza. He disfrutado con su lectura. Personalmente pienso que los alquimistas no fueron sino protocientificos, para los que era aún difícil separar lo espiritual de lo cientifico, y que establecieron las bases de la ciencia moderna. En cierta forma se puede decir que la alquimia en su evolución sí ha hallado algo similar a la piedra filosofal, ese «algo» que permite al ser humano visionar la realidad de forma enormemente enriquecedora. Y si no, que dirían aquellos esforzados seres al ver que el hombre actual vuela más alto y veloz que cualquier ave, que pisamos la luna, que tenemos la vista puesta ya en Marte, que surcamos los océanos y las profundidades marinas como peces, que dominamos el átomo, y hacemos frente a las enfermedades como no podrían ellos siquiera imaginar?. Si, Maritza, todo comenzó con ellos. Mentes poderosas, inquietas, que se atrevieron a hacerse preguntas sobre «mundos» invisibles.

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