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La ayuda oficial para el desarrollo: ¡un fiasco!

Se entiende como ayuda o asistencia oficial para el desarrollo (AOD) a todos los desembolsos netos de créditos y donativos realizados según los criterios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).​ Esto es, en condiciones financieras favorables y que tengan como objetivo primordial el desarrollo económico y social del país receptor. Por supuesto que dentro de este criterio no entra la famosa “ayuda militar”.  

La ayuda oficial para el desarrollo intenta fortalecer  y estabilizar las economías de los países en vía de desarrollo mediante las políticas y préstamos de las instituciones de crédito del sistema de las Naciones Unidas mundiales a causa de la pobreza y endeudamientos extremos (estos países son conocidos también como países menos desarrollados).​ Los países donantes (22 países de los más desarrollados) convinieron consignar el 0,7 % de su Ingreso Nacional Bruto (PNB) en 1970 a los países más empobrecidos.  Los países desarrollados que conforman el Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la OCDE aportan la mayor parte de esta ayuda internacional.

Cerca de 90% se aporta en donaciones que los países no tienen la obligación de devolver y el resto consiste en créditos con tasas de interés bajas. Casi toda esta ayuda, generalmente es planificada con anticipación y sólo una pequeña parte se destina a ayuda urgente para víctimas de desastres como terremotos o tsunamis. La mayor parte es canalizada a través de órganos multilaterales como el Banco Mundial y la Organización de las Naciones Unidas.

Un antecedente de la ayuda al desarrollo, fue el famoso Plan Marshall, el cual contribuyó con la reconstrucción de los países de Europa y el Japón después de la segunda guerra mundial. Cabe destacar que la España franquista además del bloqueo a que fue sometida, tampoco recibió la ayuda del Plan Marshall. Sea como fuera el rápido crecimiento del mercado europea para las exportaciones norteamericanas superó ampliamente el costo original del Plan Marshall a Estados Unidos.

De acuerdo, al especialista en desarrollo económico, Peter Bauer, el citar como ejemplo de ayuda eficaz al desarrollo al Plan Marshall es errado. La analogía entre la ayuda del Plan Marshall y los programas de ayuda para las naciones subdesarrolladas es totalmente improcedente puesto que, los países de Europa Occidental tenían que recobrarse o recuperarse, en tanto que los actuales perceptores tienen que desarrollarse. Esto es, la gente de Europa Occidental tenía   las capacidades, motivaciones e instituciones favorables al desarrollo desde hacía siglos antes de la segunda guerra mundial.  De aquí la explicación a la rápida vuelta a la prosperidad en Europa Occidental y el cese de ayuda al ¡pasar cuatro años!

También la gente relaciona la ayuda al desarrollo, con países industrializados de Occidente con los países del Tercer Mundo, pero de igual forma ha existido una ayuda totalmente interesada y política como fue la de la URSS a Cuba, que para nada contribuyó a paliar las grandes carencias a esa nación insular.

En efecto, el comercio con la URSS representaba el 85% de su comercio internacional, su principal mercado para el azúcar y el mayor proveedor de petróleo y bienes de consumo. Luego, vino la llegada de Gorbachov a la jefatura del Estado soviético y empezó la llamada “perestroika”, y se fueron reduciendo las ayudas y el petróleo preferencial para Cuba. Así comenzó el período especial en que faltaba casi todo en la isla de la pachanga. Al final vino Chávez al rescate, suministrándole petróleo a cambio de pseudo-médicos y entrenadores deportivos. Sea como fuere, Cuba después de la ayuda soviética y la venezolana siguió siendo subdesarrollada y pobre, carente de todo. Como también Venezuela que se daba el lujo de regalar el petróleo.

La ayuda oficial al desarrollo aumentó un 3,5% en 2020 en comparación con el año anterior, alcanzando nuevo récord por la pandemia, al sumar 161.200 millones de US $.  Esto fue causado principalmente por el gasto adicional de los países donantes a los menos desarrollados para combatir a la pandemia del COVID-19.   

De igual modo, la OCDE ha indicado que la ayuda oficial al desarrollo de los países que integran el Comité de Ayuda al Desarrollo, supuso el 0,32 por ciento de su Ingreso Nacional Bruto (INB), un ligero incremento respecto al 0,3 por ciento de 2019 pero lejos del objetivo del 0,7 por ciento. Solo seis países alcanzaron este objetivo: Dinamarca, Alemania, Luxemburgo, Noruega, Suecia y Reino Unido. Estados Unidos destino apenas el 0,17% de su INB, y Rusia un irrisorio 0,07%.

Recientemente, Dambisa Moyo (1969, nacida en Zambia) una economista formada en Oxford y Havard ha puesto bajo la mirada del mundo académico las cómo políticas bien intencionadas, como podría ser la ayuda exterior a África, frecuentemente generan resultados no deseados. Su obra Dead Aid: Why Aid is Not Working and How There is a Better Way For Africa (2009), sobre la improductividad de las ayudas a África, fue todo un éxito de librería en Estados Unidos. Su popularidad fue tal que en mayo de 2009 la revista Time incluyó a Moyo en su lista de las 100 personas más influyentes del mundo.

Una de las excepciones exitosas que ha registrado la AOD fue el caso de Taiwan, en donde el Ejército derrotado de Chiang Kay Shek junto a muchos refugiados provenientes de China continental causaban grandes trastornos en la economía de esta pequeña isla. La ayuda norteamericana fue exitosa, se conjuró la crisis de confianza, y se vio acompañada de cambios en la política económica en relación especialmente a los controles de precios allí establecidos y la retirada del gobierno en algunas actividades económicas. La ayuda económica fue retirada en 1964.  Para explicar mejor este éxito, es bueno señalar que Venezuela en 1973 exportaba 363 US $ por persona, mientras que Argentina exportaba 130 US $ por persona, y México US $ 40. y Taiwan US 290. Ya en el año 1986 Taiwan exportaba por persona US $ 2.056 superando a Japón US $ 1.603, y por supuesto a Venezuela US $ 399, a Argentina US $ 221 y a México US $ 204.

También hay críticos de la ayuda provenientes de la izquierda mundial, en donde dicen que la ayuda más que todo favorece a los países donantes. Si esto fuera cierto, se une este argumento a las tradicionalmente tesis detractoras de la gran dependencia que genera la AOD y su escasa efectividad en las tareas del desarrollo. 

Por último, hemos visto en la prensa internacional y los portales en la web, que Afganistán todavía sigue llamando la atención de los organismos internacionales para volver a ser receptor de ayuda internacional. Así, el Banco Mundial anunció hace poco (en marzo) una ayuda humanitaria de más de 1.000 millones de dólares para Afganistán, subrayando que los fondos se destinarán a agencias de la ONU y ONG internacionales y quedarán «fuera del control del gobierno interino talibán». ¡Ver para creer!

Bibliografía

BAUER, P.T: Crítica de la Teoría del Desarrollo, Barcelona (España), Ediciones Orbis, S.A, 1983.

MADDISON, Angus: La economía mundial en el siglo XX, México, Fondo de Cultura Económica, 1992.

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