La caída del muro de Berlín
El muro de Berlín, también llamado el muro de la vergüenza, era la última frontera de un sistema anacrónico, represivo y degradante, que separaba de la libertad a los alemanes dominados por el totalitarismo comunista.
Ese muro cayó entre la noche del jueves 9 y el viernes 10 de noviembre de 1989, y esa apertura fue denominada por los alemanes como die Wende (el cambio).
En Venezuela ocurrió algo parecido el domingo 10 de julio de 2016 cuando habitantes del estado Táchira rompieron el muro artificial que el gobierno interpuso hace ya un año con la hermana república de Colombia.
La razón que impulsó a más de 30 mil ciudadanos a cruzar la frontera fue también el deseo de vivir en libertad y poder adquirir los alimentos y medicinas que necesitan para sobrevivir, ya que en nuestro país se ha convertido en una auténtica odisea conseguirlos y cuando se logra obtenerlos por vías indirectas cuestan mucho más que al otro lado de la frontera.
En el Zulia, sin pronunciamientos ni ruido, ya de hecho han abierto la frontera, mientras que el gobierno central sigue deshojando la margarita y anuncia que para el mes de agosto se reunirán los cancilleres de ambos países para estudiar la posible reapertura de la frontera.
Cuando los gobernantes no entienden que ya no son dueños del tiempo, son los pueblos los que derriban los muros, y si ayer fueron 30 mil los que iniciaron, mañana pueden ser muchos más los que tratarán de facto de abrir la frontera.
Esperamos que esta clarinada del 10 de julio haga entender al gobierno que el clamor de cambio está en la voz de la inmensa mayoría de los venezolanos, para que de una vez proceda a iniciar, de buena fe, las negociaciones en búsqueda de soluciones a la crisis que está acabando con nuestro país.
