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La Conquista del matrimonio

En un mundo patas arriba como el que estamos viviendo, donde estamos atentos, tratando de seguir adelante con nuestra vida, adaptándonos a todos los cambios que nos ha traído la pandemia o sindemia, más todos los conflictos regionales y los propios, los cuales son particularmente complicados, hablar del matrimonio parece algo fuera de contexto. Sin embargo, ya que hay muchos que de una manera excelente se dedican a explicarnos lo que acontece a nuestro alrededor; por mi parte, desde hace tiempo que decidí hablar de temas fundamentales para la vida en familia. No se trata pues, de hablar de lo que nos rodea, como si hay o no el servicio eléctrico en tu zona, sino si hay luz en tu alma.

Más aun, en una sociedad en la que cada día se promueve el ego con mayor fiereza, se aplauden todos sus caprichos por ser siempre protagonista único en la escena de la vida, hablar del matrimonio, hablar de compartir, de ser dos en uno, es visto como una locura. No obstante seguimos adelante con la locura, con la convicción de que el matrimonio es la relación más completa y feliz que pueda existir. Solo que para lograrla, es necesario romper viejos paradigmas que hemos heredado o nuevos y modernos, pero lamentablemente muy distorsionados de la idea original. La idea que Dios tuvo de esta unión tan especial.

Me encanta cuando en Génesis 1 dice: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (27). Luego, en el capítulo 2 explica más detalladamente como fue el proceso de creación: “Entonces Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”. (7) Y más adelante nos cuenta: “Y dijo Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. “Entonces Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar.Y de la costilla que Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”.

La verdad es que creas o no la historia bíblica, solo tenemos que pasearnos por la historia de la humanidad para darnos cuenta que el hombre y la mujer fueron creados el uno para el otro. Su unión fue la base para la socialización, para el desarrollo de  comunidades y el establecimiento de pueblos y naciones. El hombre y la mujer juntos  han sido los protagonistas de la historia. Su unión trajo como consecuencia la formación de la familia, y sin familia la sociedad se extinguiría. Me llama mucho la atención leer que Dios pensó que no era bueno que el hombre estuviera solo y por esa razón hizo a Eva. De tal manera que, la inspiración de Dios para crear a la mujer fue la falta de Adán. 

Doy gracias a Dios que a lo largo de mi vida he tenido la inmensa bendición de tener en la familia matrimonios que reflejan en sus vidas el estar completos el uno con el otro. Matrimonios que siempre han expresado complicidad entre ellos, que formaron hogares sólidos. Y cuando los hijos partieron del nido, continuaron amándose; porque los hijos no eran el punto de unión, sino uno de los frutos de su unión. Luego, cuando los años dorados fueron llegando continuaron transformando su amor de acuerdo a los cambios y demandas del ser. Ellos nunca desistieron de continuar conquistando ese ideal de matrimonio que tenían en sus mentes, que concibieron en su ser cuando se unieron.

Si, porque el matrimonio es una constante conquista, no sólo en el plano sentimental, romántico. Se trata de una conquista por alcanzar el sueño de Dios en el Edén. Por alcanzar esa unidad de ser «una sola carne”. Porque ser realmente una sola carne no se logra sólo porque dos personas tengan relaciones íntimas. Eso lo hacen muchas personas que nunca llegarán a experimentar el verdadero diseño divino de la relación de esposos; sino que es necesaria la conquista de nuestro ser interior a través de la profundización en el conocimiento de Dios; para que bajo su dirección seamos capaces de conquistar el alma con sus emociones y el cuerpo con sus necesidades y caprichos. 

Son muchas las conquistas felices del hombre a lo largo de la historia. Pero la conquista del matrimonio es la mas hermosa de todas, porque es una conquista de dos. Como dice el Eclesiastés, dos que van juntos en el camino para abrigarse el uno al otro, para tenderle la mano al compañero caído, para consolarse de las aflicciones del mundo, para ser un oasis en el desierto del otro. Dos que en la unidad del espíritu, pueden alcanzar la unidad de sus almas, fundiendo sus cuerpos en uno sólo para alcanzar, conquistar, el deleite diseñado por Dios para el matrimonio, poéticamente expresado en El Cantar de los Cantares.

En este gran compromiso de hablar sobre el matrimonio y, por ende, de la familia, quisiera citar al Psicólogo cristiano James Dobson, quien recientemente declaró: » La expresión mas elevada del amor de Dios en la tierra es un matrimonio y un hogar feliz.”

Seguramente, ésta es la razón por la cual existe una guerra desmesurada, enfilada hacia la familia, en nombre de la modernidad y las minorías; porque lamentablemente, buscando la tan ansiada felicidad han cavado para sí mismos, un hueco que no tiene fin en su profundidad.  

En mi corazón, no existe nada más importante en esta Tierra que mi familia. Creo que la familia es el tesoro más preciado otorgado en la vida. Creo que el matrimonio es la amistad más feliz que se puede experimentar; es una relación que permite a nuestras almas desarrollar todo su potencial. Como todo lo que tiene valor en la vida, necesita de cuidado. Como todo lo que se desea preservar en el tiempo, necesita de innovación. Como todo lo que se quiere llevar a un nivel de excelencia, necesita trabajo y dedicación. Como todo lo que se quiere disfrutar, necesita tiempo.

Varios aspectos son esenciales en esta conquista mas allá del amor que es el vínculo de esta unión. 

1.- El compromiso: Nos referimos a la promesa dada del uno hacia el otro en el momento de la decisión de la unión. Nosotros lo llamamos pacto, cuando das tu palabra como garantía, lo cual en el momento de la efervescencia del amor romántico es muy fácil de hacer, pero en el camino de la vida, con todos los altibajos de la relación, puede llegar a ser una tarea casi imposible. Sin embargo, cuando decidimos mantener nuestro compromiso, cuando honramos la palabra, cuando cada día trabajamos en nuestro matrimonio, el compromiso se hace desde el amor y el amor todo lo puede.

2.- El respeto: El respeto se traduce en la consideración que debemos tenernos el uno al otro. Es tratarnos con deferencia, como especial el uno al otro; mostrando la preferencia, la admiración y el cuidado del uno por el otro. Cuidando las palabras de nuestra boca. Recordemos que tres cosas no tienen regreso: La flecha lanzada, la oportunidad perdida y la palabra dicha. Que nuestras palabras sean sabias, sazonadas con dulzura.

3.- El perdón: No conozco ninguna relación humana sobre la faz de la Tierra que no haya necesitado del perdón para continuar el camino de la vida. Hay muchas clases de perdón. Hay muchos tamaños de perdón. El perdón es liberación. Pero en el matrimonio, es el perdón diario, el que más necesitamos poner en practica. Aunque deberíamos vivir de tal manera que cada vez tengamos que pedir perdón menos veces.

No seas de los que ganan muchas batallas, pero pierden la conquista del matrimonio.

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