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La consulta al soberano es el único recurso pacífico

El ámbito político en la Tierra está intranquilo. Que haya elecciones y que los procesos estén alterados, si se quiere, es natural; es normal. Pero que tales procesos se estén desarrollando en los Estados Unidos, es tema de conversación y hasta de agitación motivacional, por lo menos verbal. Y si adicionalmente la confrontación candidatural se da montada en la especie dominante de que los que se enfrentan son un competidor capitalista y otro “pro-comunista”, entonces, quizás en Venezuela algunos lo asuman como una broma.

 Sin embargo, otros no precisamente muy bromistas, ya lo están evaluando desde otro ángulo: la convicción de que, al menos en el caso venezolano, caer en eso equivale a que Venezuela terminará convirtiéndose en el apéndice definitivo del régimen cubano. 0bviamente, no por exclusiva voluntad de los adoradores de Simón Bolívar. Sí, triste y dolorosamente, porque así lo habrían decidido aquellos que se uniforman para cantarle y adorar al Libertador, pero también para danzar al ritmo antillano el canto de una anciana -amén de fracasada- y que revolución. 

Y mientras semejante reflexión va a y viene, es innegable que el ambiente del análisis y de las implicaciones de lo que está planteado, se mantiene vivo como también sucedería inevitablemente en un país amplia y creyentemente Católico, que aún no ha celebrado del todo la exhumación de los restos de José Gregorio Hernández, previo paso hacia la santidad del médico y santo trujillano.

También porque, aun cuando centenares de miles de venezolanos no terminan de despertar ante lo que sucedió en la Iglesia de La Candelaria, en Caracas, ya hay algunos aprovechadores del caso pretendiendo sacar del recuerdo político la imagen del hoy ausente José Vicente Rangel, convencidos de que su “prestigio” aún es válido, cuando se insiste en jugar a lo electoral, a la vez que se recogen recursos para llenarle las nuevas bolsas a quienes hoy no tienen otra alternativa que aplacar el hambre. Siempre, por supuesto, dependiendo de la “granitud” proveniente de cualquier galpón que almacena granos con nombre y apellidos cuyo origen no cuenta. 

En tanto eso se despeja y otros apuestan a que “la metodología electoral norteamericana le echará una broma a Biden”, de la misma manera que Trump se le echó a la Señora Clynton, por lo que lo de las Encuestas terminarán con los mismas modalidades de las venezolanas cantadas de madrugada en las barandas del Consejo Nacional Electoral en el también envejecido Centro Simón Bolívar de Caracas, lo innegable es que para cada ciudadano en Venezuela es prácticamente imposible mantenerse al día en el torbellino de acontecimientos que suceden minuto a minuto. 

Sí, porque para la exquisitez conceptual que trata de imaginar qué puede suceder realmente a mediados de esta venidera semana en las elecciones norteamericana, hay algo más que no se agota, ni descansa y mucho menos anulan con la proliferación de acciones represivas gubernamentales. Se trata de   las protestas ciudadanas que ya se cuentan por centenares en todo el país, mientras que aquellos que se autocalifican opositores, insisten en cambiar de camiseta cual camaleón con resfriado, a la vez que sus autodenominados partidos políticos no terminan de superar desplazamientos de movimientos integrados. ¿Por qué?: porque sólo la vestimenta individual cuenta.

Son los eternos desunidos. 0, mejor dicho, de los unidos para la reunión de ocasión, a la vez que se preparan para la venidera división. Y todo por no haberse organizado ni preparado para la acción divisionista de la que serán objeto, por haber terminado estructurando una supuesta concepción ideológica que, al final, termina convirtiéndose en un libre terreno para el cuestionamiento entre pequeños grupos.
Cuestionamientos entre sí, desde luego, olas de acusaciones y rumores, amén de indicaciones sobre supuestos actos de corrupción, sin darle valor a ese viejo y acertado  adagio que reza: «Dime con quién andas y te diré quién eres», cuando poco tiempo atrás se defendían y abrazaban afectuosamente, para luego terminar siendo enemigos o adversarios de dudosa reputación. 

El régimen venezolano, mientras tanto, sin haberse podido “sacar la espina” que recibió desde Bolivia, cuando le hicieron saber que no sería invitado al cambio de Gobierno, al igual que el compañerito Evo Morales, tercamente, anuncia la celebración en Venezuela de unas elecciones parlamentarias. Y lo ratifica cuando, simultáneamente, la dupla Pedro Sánchez-Pablo Iglesias, desde España, debieron frenar cualquier intención solidaria en andanzas de esa naturaleza, al tener que admitir que no fue nada feliz ni acertado diplomáticamente, el encarcelamiento de personal  activo en la Embajada europea en Caracas.

Tal par de Socialistas, desde luego, no pudo desentenderse de la gravedad o torpeza de la citada acción al estilo venezolano por, supuestamente, estar claro en que el citado personal había tenido conocimiento –¿o había asistido?- en la escapatoria de dicha sede del hoy fugado dirigente de Voluntad Popular. Por otra parte, el envalentonado gobierno venezolano insiste en ir a elecciones, mientras desestima a la ciudadanía venezolana que, mayoritariamente, junto a más de 60 países a nivel internacional, incluidos casi todos los del continente americano y europeo, que rechazan y desconocen esa elección por ilegítima.  

Por otra parte, simultáneamente, la Asamblea Nacional, integrada mayoritariamente por opositores, también se apresta a celebrar unas elecciones parlamentarias a principios de enero del 2021, cumpliendo con un mandato constitucional, pero que, obviamente, el régimen de Nicolás Maduro no reconoce. Pueden celebrarse. Pero, en caso de que eso sucediera, sin duda alguna, quedarían muchas interrogantes por despejarse en el futuro. 

Hay un hecho que no puede desestimarse. Y es que la Asamblea Nacional aprobó en fecha reciente, luego de años de una titánica y terca insistencia de parte de ANCO (Alianza Nacional Constituyente Organizada) organización civil independiente no partidista, de realizar una CONSULTA NACIONAL E INTERNACIONAL,  a los ciudadanos venezolanos. El propósito es permitir que sean ellos los que se expresen sobre su destino, por legítimo derecho constitucional, en un intento de enderezar este gran entuerto venezolano que ha llevado al país al actual grado de descomposición, corrupción e injerencia extranjera. 

Tal mano ajena ha  logrado contaminar y perjudicar al país y su ciudadanía, al extremo de calificar a Venezuela de país amenaza, como de motivar a que se ofrezcan recompensas millonarias por la captura de varios personeros de la más alta jerarquía del actual régimen, para ser juzgados judicialmente por crímenes de «Lesa Humanidad». 

El uso de este extraordinario e indispensable recurso Constitucional (LA CONSULTA), como se sabe, le permite al ciudadano civil definir su propio destino, con resultados que serían  reconocidos a nivel mundial, y considerado palabra sagrada para el propio país como única solución legítima, pacífica, justa, constitucional y humanitaria de carácter electoral. Sí, estamos hablando de un proceso electoral, pero sin participación del «Consejo Nacional Electoral» oficial, en el cual no hay confianza ni credibilidad. Todo el proceso debería ser controlado por la misma Sociedad Civil, tal y como lo expresa la Constitución Nacional.

El Presidente Interino,  Ingeniero Juan Guaidó, nombró oficialmente una Comisión Rectora Organizadora y plenipotenciaria, integrada por miembros de la Sociedad Civil, garantes del proceso, presidida por el Ingeniero. Enrique Colmenares Finol, hombre de gran experiencia, prestigio, confiabilidad y credibilidad a nivel nacional e internacional. Sucedería, aspirando a contar, a su vez, con toda la autoridad, el respaldo y los recursos económicos necesarios, además de la colaboración de Organismos Internacionales, como la 0rganización de las Naciones Unidas, Organización de Estados Americanos y la Unión Europea, como garantes de mayor pulcritud y eficiencia en los resultados. 

Por supuesto, todo este salvador proceso consultivo y constituyente requiere de una gran prudencia y madurez de parte de los Partidos Políticos y de sus integrantes, para comprender que la lucha y su desgaste en tanto tiempo, les reclama hacer un paréntesis para su reorganización. Esto les corresponde coadyuvar con la Sociedad Civil, integrante de la gran mayoría del país, y hoy cansados de una cruenta lucha durante 21 años, y que deben definir su destino y reorganización, para luego, de todo este proceso, concurrir a unas elecciones libres y confiables, para nombrar las futuras autoridades de la Nación. 

Obviamente, sin duda alguna, esta oportunidad, UNICA, para lograr una solución pacífica y rectificadora, tendrá muchos enemigos, detractores y los habituales depredadores del país. Siempre argumentaran muchas razones en contra. Pero una vez realizada la consulta por la Sociedad Civil, y con máxima independencia, los recursos necesarios, las preguntas correctas y pertinentes, contando con una pulcritud y supervisión a toda prueba, Venezuela, finalmente, pudiera superar su situación actual. 

De igual manera, este proceso permitiría nombrar un gobierno de transición capaz y eficiente que pueda pacificar, conducir y reorganizar al país, obligando a descontaminarlo de todo tipo de injerencia extranjera, corrupción y explotación ilícita, renegociar la deuda externa, conseguir los recursos económicos necesarios, recuperar la economía nacional, los servicios públicos, hasta luego convocar a un Proceso Electoral Constituyente que permita elaborar y aprobar una nueva Constitución Nacional, estabilizar el país y convocar a unas elecciones generales organizadas debidamente supervisadas. Pero, además, donde participen todas las corrientes político partidista en la elección de un nuevo Gobierno Constitucional, bien organizado, con garantías de una conducción en paz y democrática, encaminado en la ruta del progreso y libertad. 

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