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La destrucción económica

El 31 de mayo pasado, la Academia Nacional de Ciencias Económicas examinó la grave crisis económica que vivimos, presentando correctivos para superarla. Consideraremos esa y otras opiniones al respecto.

Hay una depresión económica de más de tres años, lo que ha significado, dice la Academia, “una reducción acumulada en el ingreso promedio de cada venezolano en el orden del 30% desde finales de 2013”. Este año la caída del PIB puede ser mayor que la del 2016, que fue de más del 10%.

La inflación, con marca de récord mundial, que es causada fundamentalmente por la monetización del déficit fiscal, lleva a la Academia a considerar que “el alza de precios podrá superar el 700%”.

El 19 de mayo de este año se publicó un nuevo Convenio Cambiario, el número 38, que regula el tipo de cambio complementario Dicom (antiguo Simadi) a través de un mecanismo de subasta de divisas a una banda entre 1800-2200 bolívares por dólar, manteniéndose el tipo de cambio Dipro de 10 bolívares por dólar, fuente de corruptelas de los empresarios amigos del régimen. El nuevo Dicom fracasará porque el gobierno no dispone de divisas suficientes para aumentar la oferta de éstas, debido a la caída de la producción y de los precios petroleros (sector que proporciona casi el 97% de los dólares), y porque el sector privado no va a ofertar divisas que puede vender a precio triplicado en el marcado paralelo.

Para no caer en default o impago de la deuda, el gobierno ha restringido las importaciones que, como dice la Academia, “junto con la caída en la producción doméstica, ello ha recrudecido todavía más el desabastecimiento de bienes y servicios”. Por su parte, Ricardo Hausmann ha dicho que eso significa que “mientras los venezolanos están involuntariamente perdiendo peso y buscando comida en las pilas de basura, mejor se sentirá el inversionista por sus bonos”. Es decir, se cambia el hambre de los venezolanos por el default, que tendría reacciones graves de los acreedores.

El gobierno está desesperado por conseguir divisas, lo que lo ha llevado a vender a precios de remate activos del patrimonio nacional, como ocurrió con la compra que hizo Goldman Sachs por 865 millones de dólares cash de un bono de PDVSA emitido en el año 2014 por un valor de 2.800 millones de dólares.

Por un impedimento ideológico, el régimen no negocia un financiamiento externo con el FMI que, por su magnitud, solucionaría la enorme falta de divisas. Por eso, a la destrucción política de la democracia, se suma la destrucción económica.

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