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La educación virtual: aciertos y errores

«La educación ayuda a la persona a ser lo que es capaz de ser». Hesíodo

Una herencia de esta época en tiempos de la pandemia del Covid-19, ha sido, para el caso de las Universidades bajo modalidad presencial, la adecuacuación de los procesos de aprendizaje a la modalidad virtual y a distancia. Esa adecuación ha significado un trabajo laborioso porque entre la presencialidad y la virtualidad, desde el punto de vista didáctico y pedagógico, hay  diferencias remarcadas.

Por educación presencial o convencional, es aquella que exige la presencia obligatoria del estudiante en un espacio concebido para el fin formativo, conocido como aula de clases, donde el aprendizaje es dirigido mediante un facilitador o docente, quien busca explicar, aclarar y comunicar ideas y experiencias; mientras que el modelo de educación virtual, se refiere al desarrollo de actividades de aprendizaje mediante entornos virtuales de aprendizaje, donde el educando puede instruirse sin la necesidad de estar presencialmente asistiendo a espacios formativos determinados.

En este sentido, la educación virtual ha venido integrándose a las actividades de las Universidades que si bien contaban con ese servicio (por la vía de Educación a Distancia, que se circunscribe a la  educación semipresencial o blended, el cual no requiere que el estudiante asista sino la mitad del tiempo requerido en la malla curricular, sin embargo sus pruebas son más exhaustivas al igual que las sesiones de estudio), no era el que tenía mayor prevalescencia en la oferta académica ofertada. El futuro de este cambio de modalidad no se mantendrá de manera exclusiva en la virtualidad, sino que lo hará en la plataforma de la semi-presencialidad, donde hay mejores condiciones para controlar el movimiento de las gentes y de los grupos de clases, haciendo efectivo el aislamiento social preventivo que minimizaría el contagio de Covid-19, y vendría a consolidar el alcance de los objetivos instrucciones previamente redefinidos en razón de la adecuación de los contenidos curriculares para poder ser impartidos en los trimestres o semestres planificados en los distintos subproyectos de estudios avanzados o programas de postgrado universitarios.

El asunto de la adecuación de estos contenidos curriculares pasa por el análisis y trabajo del área de innovación curricular, la cual se encarga de re-estructurar los logros en habilidades y destrezas de aprendizaje. No es lo mismo formar a un estudiante en un tema relacionado con las teorías de la evolución bajo criterio explicativo de presencialidad, donde el discurso del facilitador induce a comprender algunos conceptos con mayor precisión mientras da la clase, que formarse vía virtual a través de una lectura que termina con una serie de preguntas o actividades a realizar para fijar esos mismos conceptos que en menos tiempos y bajo una atmosfera más cálida y agradable, se puede aprender en la interacción de la clase presencial.

Sin embargo, entre virtualidad y presencialidad no hay competencias, sino que prevalece un equilibrio; se trata de orientar la formación presencial, arraigada en un aprendizaje memorístico, en un marco donde las nuevas tecnologías buscan mejorar el proceso formativo por la vía del uso de plataformas virtuales que en algunas experiencias venían a complementar el proceso de aprendizaje, en el caso de hoy día viene a darle alternativas a la educación universitaria para continuar desenvolviéndose por la vía de planes de prosecución (en Venezuela se llama “Universidad en Casa”).

El trabajo bajo condición de virtualidad se apoya en repositorios de información, que pueden ser usados por los docentes para enriquecer la experiencia educativa; los contenidos digitales como streaming y videoconferencia, los cuales pueden usarse para compartir información de valor en tiempo real con la participación de exponentes invitados, pero eso sí, es indispensable contar con un Internet (conectividad) que permita una experiencia educativa plena. Para lograr el equilibrio entre presencialidad y virtualidad, es de asumirse ambas modalidades como complementarias. La educación presencial siempre será la mejor experiencia de aprendizaje, ya que a nivel evolutivo los seres humanos somos sociables y el contacto directo con semejantes nos permite internalizar de mejor manera conceptos, teorías e información práctica.

Lo importante para hacer una experiencia formativa enriquecedora, es indispensable contar con espacios cómodos y confortables, así como con plataformas amigables que inviten a profundizar la búsqueda de saberes y a responder a las necesidades de conocimiento que impulsen dominio de habilidades y destrezas, donde los saberes puedan integrarse de manera segura con la cotidianidad, haciendo del contenido curricular un referente adecuado para responder a las necesidades del entorno y de la convivencia social.

En el 2015, con auspicios de la Universidad Politécnica de Catalunya, Rodrigo Alberto Durán Rodríguez desarrolló una investigación titulada “La Educación Virtual Universitaria como medio para mejorar las competencias genéricas y los aprendizajes a través de buenas prácticas docentes”, expone que el aprendizaje concebido desde la perspectiva constructivista de Ausubel, Novak y Hanesian (1978), es el proceso por el cual el sujeto del aprendizaje procesa la información de manera sistemática y organizada y no solo de manera memorística sino que construye conocimiento. En este proceso se pueden identificar claramente tres factores que son claves en el aprendizaje como son las actitudes, las aptitudes y los contenidos. Conceptualmente los estilos de aprendizaje se entienden como variables personales que, a mitad de camino entre la inteligencia y la personalidad, explican las diferentes formas de abordar, planificar y responder ante las demandas del aprendizaje.

Partiendo de la teoría del aprendizaje experiencial y de su desarrollo, expone  Durán Rodríguez, se pueden clasificar cuatro estilos de aprendizaje diferentes según la preferencia individual de acceso al conocimiento: el estilo activo de aprendizaje, basado en la experiencia directa;  el estilo reflexivo de aprendizaje, basado en la observación y recogida de datos; el estilo teórico de aprendizaje, basado en la conceptualización abstracta y formación de conclusiones. Finalmente, resalta Durán Rodríguez,  el estilo pragmático de aprendizaje basado en la experimentación activa y búsqueda de aplicaciones prácticas.

Desde una concepción constructivista y cíclica se induce que con el aprendizaje se llevan a cabo procesos cognitivos u operaciones mentales organizadas y coordinadas que se infieren a partir de la conducta del sujeto ante una tarea de razonamiento o resolución de problemas y que operativamente funcionan como las metas a alcanzar a través de las estrategias de aprendizaje utilizadas por el ente que aprende. Por ende, las estrategias de aprendizaje se definen como actividades propositivas que se reflejan en las cuatro grandes fases del procesamiento de la información, donde la primera fase se denomina adquisición de la información con estrategias atencionales y de repetición, la segunda fase se denomina codificación de la información con estrategias de nemotecnización, elaboración y organización; la tercera fase se denomina recuperación de la información con estrategias de búsqueda en la memoria y generación de respuesta; y la cuarta fase se denomina apoyo al procesamiento que se divide en estrategias metacognitivas, afectivas, sociales y motivacionales.

Todos estos elementos están inmersos en la formación presencial y en la formación virtual, en mayor o menos medida de protagonismo, pero allí están, por ello se puede hacer ver que la formación presencial y la virtual tienen un carácter de complemento activo que llegó para permanecer en el tiempo.

¿La educación presencial volverá a ser la cereza de la torta? Es importante sustentar nuestra respuesta en lo expresado por Bill Gates, en razón de que una vez esté controlado el Covid-19,  en el mundo se registrará la mitad de los viajes de negocios que se realizaban antes de que se propagara la pandemia; más del cincuenta por cientos de los viajes de negocio y más del treinta por ciento de los días en la oficina desaparecerán; así como ocurrió después de la Segunda Guerra, que  permitió que más mujeres entraran al mercado laboral, esta pandemia permitirá preguntarnos si es necesario estar físicamente en un lugar teniendo en cuenta las tendencias que se han tenido durante el trabajo remoto en estos meses. La idea de aprender o tener una cita con el médico o una llamada de ventas en la que solo se utiliza una pantalla con Zoom o Microsoft Teams cambiará drásticamente; lo laboral, en un tercio de las horas de trabajo presencial desaparecerá, ya que muchas empresas han observado durante este periodo la viabilidad de trabajar desde casa. Se seguirá yendo a la oficina de algún modo, se llevaran a cabo algunos viajes de negocio, pero todo en menos tenor y solamente en casos estrictamente necesarios.

En un aspecto concreto, resalta Gates, las herramientas que se han venido utilizando estos meses para realizar trabajo remoto y educación virtual van a mejorar en cuanto su desarrollo rápidamente. Si bien algunos software han mostrado ser un poco torpes cuando todo esto comenzó, ya hoy día se han mejorado en tan buena lid que los usuarios lo están usando bajo condiciones de mayor rapidez y estabilidad en sus plataformas.  Las personas tendrán menos contacto social en sus espacios de trabajo por la dinámica del teletrabajo esto llevará a que surjan espacios sociales alternativos y más controlados, donde quienes interactúen están allí resguardados ante cualquier contingencia.

Es decir, la pandemia llegó para cambiar conductas y hábitos, y una realidad social que transformó ya la educación universitaria presencial que modalidad transitoria virtual y a la modalidad de semi-presencialidad por el resto de los años que están por venir, por lo menos por los próximos cincuenta o sesenta años.

En esta vorágine de situaciones, en el caso de los estudios de pre-grado y postgrado, se generaron protocolos para la Defensa Pública de Trabajos de Grado y/o Tesis Doctorales; estos protocolos parten, en la modalidad virtual, de dos estrategias de acción: en directo, a través de plataformas estables que permitan en video y audio, desarrollar todo el cuerpo ceremonial de una defensa de trabajo científico que va desde la lectura del Acta de inicio hasta la lectura del Acta de cierre, donde se refrenda la opinión de un jurado acerca de la validez o no de la investigación presentada; o por la vía indirecta, a través de videos pre-grabados y discusión socializada activa a través de las redes sociales, acá se une a la informática la telemática y de ese modo se hace más interactivo la discusión y debate acerca de los protocolos de investigación que sean sometidos al análisis y diagnóstico de la academia.

Sin embargo, estos procesos han presentado debilidades en razón de que al estar las plataformas de redes limitadas al acceso del público en general, han creado cierta suspicacias por parte de la comunidad académica acerca de que si se logró o no los objetivos individuales de  tal o cual candidato. Uno de los obstáculos que presentan muchos tesistas es el miedo a la presentación pública de sus aportes científicos y eso se disminuye significativamente a través de la experiencia virtual, lo cual ha generado que estudiantes que eran taciturnos y silenciosos, implosionaran en esta modalidad y demostraran talentos especiales que les hizo meritorio culminar antes que otros sus trabajos de grado respectivos. Por ello la acusación ligera de que un estudiante que terminara su ciclo académico siendo tan negativo en su historial de estudio para desarrollar actividades dialógicas y de avanzada en el aspecto académico, pierde su fundamento ante la evidencia del proceso de defensa virtual que queda registrado en videos y en correos electrónicos.

Esas voces cuestionadoras de la experiencia virtual son las que andan buscando desconocer la realidad positiva que ha tenido la implementación en la modalidad virtual de protocolos de defensas que se valen de un itinerario diferente para el logro de nuevo conocimiento en las disciplinas donde se da el proceso formatico universitario.

Quienes anhelan que vuelva la presencialidad son, con el respeto que se merecen como personas, unos “ignorantes”, no están en sintonía con los hechos y con los riesgos que hoy afectan al mundo global y que se está en una pandemia que se empalmará con otras situaciones de salubridad que no permitirá un mundo como el que teníamos antes del 2020. Lo que se impondrá es un proceso de adecuación de los contenidos curriculares realizados bajo pedagogía de presencialidad a un modelo pedagógico de semi-presencialidad y las Universidades deberán invertir de manera permanente en la renovación de su capacidad informática y telemática de comunicación que asegure que docentes y estudiantes puedan responder a las necesidades futuras de estudios.

En concreto, la defensa de tesis virtual será la vía idónea que le dará innovación a la educación superior, donde la enseñanza-aprendizaje se tornará más digital y a distancia, obligando a replantear las metodologías educativas a todos los niveles y a establecer políticas públicas y apoyo económico que faciliten a los grupos más vulnerables de estudiantes unirse a estas tendencias y no quedarse atrás.

Es necesario entender que la educación universitaria ha cambiado dramáticamente con el aumento del  e-learning, por lo que la enseñanza-aprendizaje se llevará a cabo a distancia y en plataformas digitales; el aprendizaje en línea aumentará la retención de la información y llevará menos tiempo, lo que significa que los cambios que están para quedarse.

La formación en línea, reafirmando lo anterior, crecerá, pero siempre necesitará de la guía y orientación de un facilitador-docente; el  uso de la tecnología en la educación no reemplazará a un docente, pero sí influirá en la trayectoria de la información y saberes que le tocará transmitir, ya que esta al ser canalizada por el filtro de las tecnologías de la información y comunicación, ameritarán mayor explicación síntesis y mayor manejo de software que garanticen la interactividad y dialógica del conocimiento que han de aprender los estudiantes o “ciberestudiantes”, como pasaran a calificarse quienes estudian y se forman a través de la red y de los espacios virtuales que en ella se ofrece al proceso de aprendizaje.

Los ciberestudiantes, de manera concreta, son personas que tienen como cualidades la de comunicarse bien por escrito, prestos a comprometer su tiempo y su energía en un curso donde hay conectividad e interactividad parcial, no social, que creen en el proceso de aprendizaje fuera del aula tradicional y son  tecnológicamente hábiles, dispuestos en todo momento a compartir sus conocimientos. El que no reúna estas características no podrá formarse a futuro, y son características que se tenga la edad que se tenga se pueden aprender, por lo tanto la realidad nos invita a desaprender y aprender a construir un nuevo espacio vital de aprendizaje en el ámbito de la semi-presencialidad y la virtualidad.

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