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¡La emigración, el exilio y el interinato!

Comenzamos a escribir: “La emigración y el exilio en Venezuela”, pero como sucede muchas veces, la dinámica política en el país es tan afanosa, volátil y cambiante, que las decisiones tomadas en la cercanía del tema le dan mayor vigencia e interés, que nos obligan a cambiar o introducir nuevos criterios o percepciones, para no quedarnos en el pasado; más aún, cuando el tema de la Asamblea Nacional y la eliminación o cambio en el “interinato”, se nos hace una carta que cambia mucho el clima socio político de la nación, y descubre una variante peligrosa de la economía presupuestaria. 

Cuando nos imbuimos en el fenómeno del exilio, hemos dicho que ha sido una constante en la historia política y cultural en Iberoamérica; de igual manera, el destierro de diversos actores y grupos, ha marcado el derrotero de los procesos políticos en la mayoría de los países latinoamericanos. Su dinámica ha sido un punto neurálgico, que tuvo y tiene una incidencia fundamental en el devenir de los procesos históricos, políticos y culturales latinoamericanos. El siglo XIX fue signado por los movimientos independentistas y el surgimiento de nuevos Estados nacionales, el siglo XX por sus conflictos internos y externos (dictaduras, guerras y revoluciones); finalmente, en el inicio del siglo XXI, el fenómeno de los desplazamientos forzados a causa de la violencia política criminal y los llamados golpes suaves, han generado en la región nuevos elementos del exilio. Así, podemos reconocer que el exilio marca el derrotero de diversos momentos políticos en la mayoría de los países iberoamericanos; siendo un punto de inflexión en la biografía de personas, que en la historia regional, han figurado como puntos de referencia obligada.

A lo largo de distintas etapas de la historia de América Latina y El Caribe, el exilio ha sido una condición y una política en la que el sujeto que lo vive ha tenido que abandonar su país para radicarse en otro; desterrado por una pena de destierro, o emigrando, como es la constante de personas que huyen del hambre, la violencia y la escases generadas por medidas externas o por la mala conducción gubernamental, cuyas malas políticas han generado el caos en el abastecimiento para la subsistencia; a lo que se le agrega la frecuente cantaleta de la huida del dinero. En Venezuela, es la constante que viene aconteciendo desde hace varias décadas, cuando esta huida de los capitales y la mala gerencia financiera, provocaron la hiperinflación que nos atosigó por varios años, y que pareciera haber finalizado, pero la variable política que ha enfrentado el maleficio que generó el chavismo, a nuestro entender, dejó de ser real para convertirse en una pantomima “opositora a Maduro”, como si ese hubiera sido el origen de este mal incrustado en la maledicencia generada por la multiplicidad de partidos, cuyos líderes, si es que así pudiéramos llamarlos, luchan por su inclusión en nóminas, hasta llegar al extremo de hacer creer a sus seguidores que el mal devenido es “culpa de Maduro”, que no sale, si no lo sacan por la fuerza; tremenda falacia que les ayuda en su diatriba para encontrar cargos y posiciones en la plataforma electoral.

 Volviendo al tema, hablábamos del exilio, que mejor llamados emigración incauta. Esa que se arriesga al peligro desconocido para huir de un peligro que no entiende. No otra cosa podemos decir de quienes se arriesgan al paso del tapón del Darién; esa conformación biformada por un desierto inmisericorde y una selva espeluznante, que quienes la conocemos, no nos atreveríamos a enfrentar sin recursos paralelos de salvación, como los tuvimos en ejercicio para la experticia de “guerra en la selva”. Entendemos, que tal vez la premura en resolver la salida del horror y del miedo a la tragedia infame generada en el país, esa que enfrentamos como desfachatez política o mejor dicho “antipolítica”, no ha dejado otro camino al desamparado venezolano, que no entiende de malicia, y se arriesga a lo desconocido en busca de un mejor medio para vivir, llegando hasta perder la vida en el intento.

También, la degradación del gentilicio venezolano, que sobreviviendo a la tragedia del Darién o por otros caminos, llega a la frontera de Estados Unidos en busca del “sueño americano”, luego de perder la esperanza por el “sueño venezolano”, enarbolado el tricolor patrio como bandera de la desventura; todo por causa de la malignidad que generó el “difunto eterno” y que se mantiene por la desidia partidista.

Por último, entramos en el tema agregado, el “interinato”. Una acción política que surgió en el año 2019, promovido por la Asamblea Nacional con supremacía opositora, cuando su presidente era el diputado Juan Guaidò en representación del partido Voluntad Popular, a quien correspondía ese año la presidencia por votación a inicios del 2016. Con este gobierno encargado, debía lograrse: “Cese de la Usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”. Mucho se habló y se habla de este mandato constitucional, no como interino sino como “encargado” y sobre él dijimos el 4 de agosto de 2020: “A nuestro entender, es un galimatías el entender el término “cese de la usurpación”. Así parece, un lenguaje complicado y casi sin sentido, embrollado, oscuro por la impropiedad de la frase o por la confusión de las ideas. Realmente, pareciera esto último, si nos atenemos al embrollo formado  por opositores políticos y partidistas, que no comulgan con la idea de que no es posible la nueva Venezuela o el nuevo país democrático sin los chavistas, e inclusive con los que integraron este desastroso y ruin gobierno. Cese de la usurpación no quiere decir ¡mueran los usurpadores! Ni tampoco, ¡mueran los chavistas! y valgan los apelativos, que bien pudiéramos también incluirlos como galimatías.”

Admitimos el mantra y seguimos creyendo que fue una buena acción política; precisamos que fue un texto claro y preciso, y repetimos lo que también dijimos: “…que hoy, cuando estamos muy cerca de lograrlo, los agoreros anti políticos de la Oposición, insurgen proponiendo acciones delicadas que van contra el primer mantra de hace algunos años, cuando se insuflaba la “salida electoral, pacífica y constitucional”, que provocó grandes desajustes en el manejo de la Unidad. Hoy pareciera una desgracia, tener que entender sin comprender lo que se quiere, desde que a alguien se le ocurrió la idea de la intervención militar; una acción inconstitucional como vía para lograrlo. Comenzó con el: ¡hay que activar el 187.11!, otra galimatías que luego se transformó en “aplicar el TIAR, usando una fuerza multinacional americana”. Hasta que aparecieron las figuras de Trump y Mike Pompeo con propuestas fulgurantes, reales pero galimáticas. ¿Dónde encontramos en estas propuestas, lo democrático, electoral, pacífico y constitucional de la salida, obvio, para el cese de la usurpación?”

Pareciera que hoy, cuando la misma Asamblea Nacional disuelve el mandato “interino”, aparece la controversia, que no sabemos sobre el interés de las partes. A pesar del tiempo transcurrido, podemos recordar lo que también dijimos sobre este galimatías: “Encontramos en su análisis el fondo del galimatías, un lenguaje que expresapropuestas fulgurantes y complicadas, pero fácil de entender y calificar de sin sentido. No se puede aspirar ni pedir lo indebido o contradictorio; y aunque la política es polémica, siempre será eso política, que si se propone equivocada o malpuesta con fines extremos, siempre el resultado será la antipolítica, lo que no se quiere y debe rechazarse. Por muy buenas que parezcan estas propuestas, tienen que ser “democráticas, electorales, pacíficas y constitucionales”, ¡No hay otra!”

Como vimos posteriormente, ocurrió todo lo contrario, hasta que ahora vino lo indeseado y se ha querido inculpar a Guaidò, quien no tiene la culpa del desfase. Hoy renace nuestro verbo cuando dijimos: “Sin dudas, desde que apareció la confusión y la lucha interpartidista, apareció también el galimatismo, algo así, como querer decir lo que se quiere, pero con confusión galimática,¡no es lo que digo, sino lo que quiero decir! y ¡que florezcan las amapolas!, ¡si no soy yo, no es nadie!. ¿Para qué votar si no vamos a elegir? He aquí el dilema presuntuoso que confunde el votar con el ¿por quién votar? Aquí el otro detalle sumado a la presunción.”

Concluimos este escrito que se nos hizo extenso, refiriendo algo del contenido del escrito del embajador ante la OEA Gustavo Tarre Briceño, quien dice: “ El 5 de enero de 2023 entra en vigencia una reforma del Estatuto que Rige la Transición a la Democracia para Restablecer la Vigencia de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en la que se estableció la eliminación del gobierno interino encabezado por Juan Guaidó Márquez. En el artículo 20 de este texto se indica que ‘todos los entes y funcionarios designados por la Presidencia Encargada quedan sin efecto a partir de la entrada en vigor de la presente ley’.  De esta manera, cesa mi condición de embajador ante la OEA.

Al terminar mi misión, quiero agradecer a Juan Guaidó por haberme designado como representante permanente ante la OEA.  Fue un honor y una gran responsabilidad la que me fue encomendada. Expreso al presidente interino mi respeto y mi admiración por el coraje y el temple demostrado en todos estos años. Igualmente agradezco el apoyo recibido de parte de la mayoría de la dirigencia política y social del país, con la que siempre procuré mantener comunicación y consulta con relación a las decisiones que me correspondió tomar.”

Luego de exponer el embajador Tarre su lamento por el término del mandato y su criterio por lo que considera un desacierto, expone un criterio que unimos al nuestro antes expresado: “Se ha dicho que el gobierno interino no cumplió con su principal cometido: el cese de la usurpación.  Cierto.  Pero si la meta no se alcanzó, ¿tiene Juan Guaidó la exclusividad de la culpa? Se han denunciado fallas y corruptelas.  Algunas de esas denuncias parecen tener fundamento. Pero, dice el dicho que cuando el agua con la que se baña a un bebé está sucia, hay que cambiarla. Pero que hay que ser muy cuidadosos, al botar el agua por la cañería, que no se bote también al niño.”

Leímos con interés la exposición del embajador Tarre, y fijamos como interesante cuando dice: “Finalmente, recordemos que el 2023 se presenta para Venezuela lleno de incertidumbres, peligros y de crisis continuada.  Pero también será un año de oportunidades, de diálogo y de lucha. En estos tiempos difíciles, siempre será válido el mensaje que san Juan Pablo II dirigió a quienes se dedican a la política. Dijo el pontífice que ‘no se puede justificar un pragmatismo que, respecto a los valores esenciales y básicos de la vida social, reduzca la política a pura mediación de intereses o, lo que es aún peor, a una cuestión de demagogia o de cálculos electorales’…  ‘Esto adquiere particular relieve en esta fase de transformaciones intensas, que ve surgir una nueva dimensión de la política. El declive de las ideologías se acompaña de una crisis de formaciones partidistas, que constituye un desafío a comprender de modo nuevo la representación política y el papel de las instituciones. Es necesario redescubrir el sentido de la participación, implicando en mayor medida a los ciudadanos en la búsqueda de vías oportunas para avanzar hacia una realización siempre más satisfactoria del bien común’. El futuro de Venezuela está precisamente en los ciudadanos. Les toca a ellos imponer el diálogo, buscar consensos y lograr la victoria final.

No es tiempo de diatriba, de cacería de brujas y de revanchas. Parafraseando una reflexión de Napoleón, les recuerdo a los líderes, a los analistas  políticos y a quienes escriben en las redes, que no debemos atribuir a la maldad lo que la irreflexión, la pasión y la improvisación explican suficientemente bien.”

¡Con sinceridad, pensamos igual!

@Enriqueprietos

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