La espada de dos filos

El mensaje a la iglesia de Pérgamo es un mensaje claro, contundente y directo. Dios reconoce las obras y la actitud del corazón de esta iglesia, enclavada en una de las ciudades más poderosas del imperio romano, capital de la provincia de Asia Menor, asentada en una colina desde donde se dominaba el valle del río Caicus. La ciudad “donde mora satanás”, éstas son, literalmente, las palabras dadas al ángel, mensajero, para describir a Pérgamo. Dado que era la ciudad donde se rendía culto a Zeus, Dionisio, Asclepio y, por supuesto, culto al emperador. De la misma manera, Pérgamo era una ciudad que atraía muchos intelectuales y filósofos; ya que contaba con una biblioteca tan extensa que rivalizaba con la biblioteca de Alejandría. Por esa razón, no es de extrañar que entre los creyentes circularan ciertas doctrinas, usadas por satanás, para alejarlos del mensaje del evangelio.
“Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto: Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora satanás. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”. Apocalipsis 2:12-17.
Es hermoso y, al mismo tiempo consolador, saber que el Señor conoce los corazones y sabe que la iglesia de Pérgamo habita en el mismo lugar donde “mora satanás”, con todo lo que esto implica. Reconoce que esta iglesia retiene Su nombre y no ha negado Su fe. Sin lugar a dudas, un reconocimiento que describe a una iglesia arraigada en los fundamentos de las enseñanzas de Jesús, a pesar de vivir rodeada de corrupción. Una iglesia que mantuvo esa fe aún en medio de la aflicción de lo que significó ver morir a uno de sus líderes, Antipas, quien fue obispo de la iglesia de Pérgamo, nombrado por el apóstol Juan. Y de acuerdo a muchos documentos de los Padres de la iglesia, Antipas fue un mártir, probablemente durante el reinado de Nerón o Domiciano, como se describe en este pasaje dedicado a la iglesia de Pérgamo: Antipas fue quemado en un altar pagano por rehusar adorar al emperador. No obstante estas palabras de afirmación y, aún a sabiendas de este gran sufrimiento, el Señor expresa que tiene algunas cosas contra esta iglesia. Sencillamente, porque Dios constantemente nos está advirtiendo de los peligros de caminar separados de Él, o de dejarse infiltrar por aquellos que tergiversan la Palabra de Dios.
En primer lugar, veamos cuál era la doctrina de Balaam. Según Números 22, había en Moab un rey llamado Balac que tuvo mucho miedo de los israelitas porque eran muchos y Dios estaba con ellos. Entonces, envío mensajeros a Balaam, hijo de Beor, que era un hombre muy poderoso, profeta, diciéndole: “Un pueblo ha salido de Egipto, y he aquí cubre la faz de la tierra, y habita delante de mí. Ven pues, ahora, te ruego, maldice a este pueblo, porque es más fuerte que yo; quizá yo pueda herirlo y echarlo de la tierra; pues yo sé que el que tú bendigas será bendito, y el que tú maldigas será maldito”. Núm. 22:4-6. Para Balaam fue imposible maldecir a Israel porque Dios le dijo expresamente: “Entonces dijo Dios a Balaam: No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es”. Num. 22:12.
Sin embargo, tal fue la insistencia de los de Moab que Balaam se fue con ellos y, a pesar, de haber sido advertido por un ángel y haber tenido una experiencia realmente impactante y curiosa en el camino (los animo a leer toda la historia en Números la cual se extiende a lo largo del libro), igualmente, se dejó seducir por Balac e ideó un plan corrupto para seducir a los israelitas: “He aquí, por consejo de Balaam ellas (las moabitas) fueron causa de que los hijos de Israel prevaricasen contra el Señor en lo tocante a Baal-peor, por lo que hubo mortandad en la congregación del Señor”.
Balaam aparece como un personaje que pareciera obedecer a Dios, o quizá estaba en esa lucha interior de querer obedecer a Dios; no obstante, es seducido por la oferta de Balac, como lo confirma el apóstol Pedro en su segunda epístola: “Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición. Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad”. II Ped. 2:14-15. En pocas palabras, Balaam aconsejó a Balac para que usara la seducción de las moabitas, a fin de que Israel cayera en fornicación y luego en idolatría.
Y esa fue la gran caída de Israel, la caída de Pérgamo y la caída del ser humano a lo largo de la historia: el pecado sexual y la idolatría, que es fornicación espiritual, y muchas veces, como en Pérgamo, se muestra como integración cultural. Por esa razón, la exhortación de Proverbios sigue vigente para todos: “Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no dejes la enseñanza de tu madre; porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz. Y camino de vida las reprensiones que te instruyen, para que te guarden de la mala mujer, de la blandura de la lengua de la mujer extraña. No codicies su hermosura en tu corazón, ni ella te prenda con sus ojos; porque a causa de la mujer ramera el hombre es reducido a un bocado de pan; y la mujer caza la preciosa alma del varón. ¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre brasas sin que sus pies se quemen? Así es el que se llega a la mujer de su prójimo; no quedará impune ninguno que la tocare”. Prov. 6:20,23-29. De tal manera que, la doctrina de Balaam representa el cristianismo que cede ante la presión cultural, sexual y política, perdiendo su pureza espiritual y su santidad ante Dios.
En segundo lugar, veamos cuáles eran las características de los nicolaítas: “Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco”: Apoc. 2:15. No encontramos en la Biblia otros versículos que nos hablen de los “nicolaítas”, solo en el mensaje a la iglesia de Éfeso, cuando les dice exactamente lo contrario: “Aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco”. Apoc. 2:6. Extra bíblicamente no hay documentos que tengan una alta confiabilidad sobre este grupo y doctrina. Ahora bien, no cabe duda que muchos de los llamados Padres de la iglesia, como Ireneo, Hipólito y Clemente de Alejandría escribieron que posiblemente, el líder de este grupo fue Nicolás de Antioquía, uno de los primeros diáconos mencionado en Hechos (6:5). Aún cuando no sabemos la verdad de su fundador, sabemos por diferentes documentos históricos, que los nicolaítas promovían el libertinaje del cuerpo. Eran gnósticos y despreciaban la santidad corporal, proclamando una separación entre el cuerpo y el alma; afirmando, que lo que se hiciera con el cuerpo no afectaba el alma. En pocas palabras, promovían el relativismo moral y espiritual.
La iglesia de Pérgamo estaba tolerando dentro de sí a personas que vivían bajo la influencia y la práctica de estas doctrinas de corrupción, justificando prácticas paganas en nombre de la fe y la libertad en Cristo. En consecuencia, el mensaje de Jesús es: “Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Apoc. 2:16-17. Tal como en la actualidad, en aquella ciudad de Pérgamo las relaciones públicas se mantenían mediante ofrendas, culto y festivales. La presión para participar en el culto pagano era muy fuerte; implicaba un grado de compromiso absoluto al status quo para poder pertenecer a la élite. Y aún los creyentes eran seducidos.
Dios expone los peligros y el pecado, pero como una característica profunda y distintiva de su gracia, no se queda en la condenación de los actos que le ofenden sino que llama al arrepentimiento; un llamado a volver el rostro a Dios, a venir a Él con un corazón contrito y humillado ante su presencia: “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”. Salmo 51:17. Y, después del arrepentimiento viene la promesa: “Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”. Apoc. 2:17.
Este pasaje me parece conmovedor, expresa la sencillez del amor de Dios de una manera que enternece; solo me imagino a cada uno recibiendo esa piedrecita con un nombre desconocido, quizá con el nombre escrito en una de las tantas lenguas angelicales que desconocemos, como siempre con un significado que trasciende nuestro entendimiento. O quizá, esa piedrecita lleve escrito el nombre de la virtud que nos ha permitido vivir en el mismo lugar donde mora satanás, perseverando en la fe en nuestro Señor Jesucristo, quien se levanta con una espada de dos filos que sale de Su boca.
“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”. Heb. 4:12-13.
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