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La espiritualidad y el coronavirus

La relación que existe entre la espiritualidad y el coronavirus es el reto que me impuse hoy, ante la agenda que tengo en estos momentos de aislamiento. El significado que para mi tiene la espiritualidad no es otra que la conexión entre el ser humano y Dios, entendiendo a la religión y la oración como el enlace que accede a prosperar este nexo.

Me remito entonces a algo que aprendí hace mucho tiempo recordando a San Francisco de Asís quien consideraba que la religión era un estilo o forma de vida comunitaria y así la entendí tratando de trasmitirla a mis hijos, donde se procura entender al mundo y al ser humano desde una visión trascendental, no se busca explicación desde el punto de vista del razonamiento, simplemente existe y se cree.

Algo tan sencillo como comunicarse de una manera personal intima con Dios, con la Virgen o algo divino que muchos no saben qué es, pero perciben que existe, sin manifestaciones externas o rituales, algo tan sencillo como la presencia de una señal celestial al sentir un olor de las flores, el pintar un cuadro o disfrutar de un paisaje, o el trinar de un pájaro, el cielo azul o el bebé que por primera vez dice una palabra o se ríe ante nosotros, el abrazo o el recuerdo de un ser querido.  

Que permite descubrir que existe algo superior o sobre natural, que hace que inconscientemente sobrevenga una oración que a veces se inventa, donde se reconoce a ese Dios, divinidad o lo que sea por cada día que amanece, porque hoy puedes ver, oler y sentir todo eso que fue creado para el ser humano. Tú lo creas, tú lo sientes, tú lo percibes, aprendes amarlo y respetarlo con autenticidad, sobre todo se disfruta y agradece.

Muchos estarán pensando y el Coronavirus ¿qué tiene que ver con esto? Pues mucho, porque al ser un virus, donde suponemos que es la ciencia la única que puede darnos luces ante semejante monstruo y no tiene respuesta ante tantas incógnitas. Que es la que debe explicar el cómo y el por qué existe el COVID-19 y cómo combatirlo, nos preguntamos y ¿cómo la ciencia, lo único que sabe es que no sabe qué hacer? cuando es la que debería describir la realidad y dar la solución correcta para curar este virus.

He allí dónde la mayoría se pregunta y entonces ¿qué hacer?  Significa que al menos quienes creemos en Dios tenemos que aferrarnos a la oración que es el vínculo que nos ayuda a no quedarnos ciegos ante esta situación nunca vista, que nos permitirá desarrollarnos de acuerdo a la manera de vivir de cada quien en estos días de cuarentena, encierro obligado, o de meditación o como cada uno lo defina o lo sienta al estar ante un fenómeno que al menos en estos momentos no tenemos respuesta. Todos individualmente somos responsables como diría San Francisco de esa manera o ese estilo de vivir en comunidad.

Y cualquiera diría y ¿cómo se hace eso? Se me ocurre por qué no pensar y aplicar en estos días el sentido del Camino de Santiago que es muy diverso y depende de cada peregrino, que no es otro que quienes recorren ese camino se analizan a sí mismos,  se relacionan mejor con el prójimo, amplían sus vínculos con Dios. Revisan y buscan obtener nuevos valores, mejoran en aspectos tan importantes de la vida de todo ser humano como es el silencio, la prudencia el sosiego, el ser más reflexivo, aprender a vivir con lo esencial y lo necesario para ser feliz, ser sociable ser empático, ayudar y respetar a los demás. Entonces ¿por qué no hacerlo tal cual en estos días de recogimiento?

Días cuando la oración y la meditación las tenemos tan presente, que sin darnos cuenta ante la realidad que vemos lo que pasa fuera de la puerta de nuestra casa, se agradece cada instante y cada momento que vivimos bajo ese techo con nuestra familia, apartando el miedo y la incertidumbre que nos invade ante la situación que se vive a nivel mundial.  

La recompensa final de este camino recorrido, no será otra que haberse librado de este virus y lo más importante y responsable no haber contribuido en su propagación a otras personas. Quédate en casa y recibirás tú gratificación.

Son recomendaciones fáciles que están en las manos de cada ciudadano y la espiritualidad es una de estas herramientas que puede ayudar en un momento de ansiedad, angustia, desespero unida a la emocionalidad que si se aprende a identificarla y tomarla en cuenta cada persona puede ayudarse a sí misma y a los demás.

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