La fiebre del oro venezolano y el avión incautado en Bs As
Indica una relación incómoda que abruma un momento inapreciable del régimen venezolano; el oro, como en los tiempos del “far west”, cuyas series (películas de vaqueros) se pasearon por las salas de los principales cines citadinos durante el decenio 1950-60, que según sus personeros necesitan venderlo para invertir el producto de la negociación en la lucha contra la COVID-19 (¿?); en otro orden de ideas, el avión retenido por conculcación de la legislación aeronáutica argentina, así como de su presunto empleo en la promoción del terrorismo internacional, son dos hechos, quizá algo sobredimensionados, sin objeción alguna, que, le asuran, furtivamente, pese a las composturas legales, taxativas y justas de Londres y Buenos Aires, no volubles al estilo vernáculo nuestro porque son naciones en las que aparte de su sistema de gobierno e ideología, se respeta, sin tapujos, la separación y función de poderes; pues, lo contrario (anarquía), induce a caos patentizado en inseguridad jurídica, tal y como ahora se observa en esta Venezuela a disposición maquinal del socialismo retardatorio del siglo XXI, con los desaciertos, aberraciones y eluciones de muchos de los dirigentes y administradores del Poder Público Nacional señalado en el artículo 156 del dispositivo constitucional.
El cargo de la primera magistratura de la nación (presidente de la República) debería ejercerlo un individuo formal, de temple, que no esté en entredicho y de consenso general.
Ínterin, el país y sus sistemas perduran hechos trizas ante la actitud impasible de sus responsables y la candidez de un pueblo, sin coraje, coartado gracias a la entrega de prebendas y minucias hambreadoras, que agravan, a diario, su problemática socioeconómica.
