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La Geopolítica: Entre Dependencia, Monedas Digitales y Semiconductores

La historia del mundo se ha caracterizado por el enfrentamiento entre países, no solo en el terreno armado de las guerras tradicionales sino también de “guerra fría” y de forcejeo de poderes, a mayor o menor escala, con sus variantes de la conocida durante el siglo pasado entre EEUU y la Unión Soviética. Sus implicaciones parecen ser siempre la búsqueda de mayor poder y dominación, muchas veces sometiendo a sus adversarios o enemigos, o  creando lazos de dependencia e ideologización entre las naciones.

Hoy día, estos enfrentamientos son movimientos que buscan afectar la geopolítica y la influencia de los países por vías que van desde los aspectos económicos asociados al otorgamiento de financiamiento y a la guerra comercial y de monedas, ampliada a la “guerra de los chips/semiconductores”, hasta la carrera por la introducción y dominación del mundo a través de las monedas digitales. Los principales actores de este contexto son EEUU y China, pero el tema lleva implícito importantes implicaciones para países desarrollados y en desarrollo, entre otros, de Europa, Taiwán y Corea del Sur.

Buena parte del juego político en términos económicos internacionales parece centrarse en la “credibilidad” que tengan los países en cuanto a la instrumentación de políticas y a la “dependencia” genuina de cooperación que estos puedan generar en favor de la introducción exitosa de una “moneda digital”, tema este que ocupa lugar de gran relevancia en la agenda geopolítica internacional. 

Credibilidad, Dependencia Económica y Moneda Digital

La “credibilidad” tiene que ver con las decisiones y acciones que, en particular, EEUU y China pudieran adoptar en materia de política económica para ganarse la confianza del mundo y la de su moneda; pero también tiene que ver con el reconocimiento que tengan sus autoridades en función de la racionalidad y transparencia con las que operen sus instituciones. Para muchos, la mayor “credibilidad” estaría de parte de EEUU.

Por su parte, el elemento de “dependencia” se plantea en términos de que sin importar la credibilidad económica que tengan los países por su apego a políticas ortodoxas, estos buscan generar condiciones/relaciones cada vez de mayor dependencia con respecto a otros países. En este sentido, se observa cómo se influye a otras naciones con la oferta masiva de financiamiento e inversiones, lo que se suma a la ampliación de la oferta de bienes y servicios a precios más bajos que los ofrecidos por sus competidores. Pero importantemente en la creación de los lazos de dependencia, ha surgido la toma de ventajas de acceso a materias primas disponibles en los países “conquistables o conquistados” y que les son clave a los países poderosos e influyentes para su propio crecimiento y desarrollo. Para muchos, este sería más el caso de China.

No es un secreto para nadie la elevada canalización de recursos que China ha venido realizando hacia el resto del mundo y las grandes inversiones en las cuales está involucrada, con lo cual no es difícil pensar que se han estado generado lazos de alta dependencia entre los países involucrados. Sin embargo, esto que pudiera ser beneficioso para los países receptores, pudiera revertirse en su contra, por ejemplo, si se produjesen daños ecológicos o incumplimiento de pagos, ya que China podría cobrarse con la toma de activos en esos países. Como es de imaginar, todos estos movimientos pudieran conducir a reacomodos geopolíticos donde se vean afectadas regiones tradicionalmente bajo mayor influencia de EEUU, especialmente por la creciente influencia de China en América Latina.

Tan solo vía préstamos, a China se le considera el gran prestamista del mundo, incluido los fondos utilizados para adquirir Bonos del Tesoro de EEUU. Según un estudio realizado por Carmen Reinhart, Sebastian Horn y Cristopher Trebesch, del total de préstamos otorgados por China a los países en desarrollo, una cifra superior a los US$ 200.000 millones fueron considerados “prestamos ocultos” (no informados a los organismos internacionales). De la misma manera, la investigación concluyó que, incluidos los países desarrollados, el resto del mundo le debía a China más de US$ 5 billones para 2018, lo que representaba el 6% del PIB mundial (20 años atrás era tan solo 1%). Sin embargo, la influencia china se hace sentir con mayor fuerza en las naciones de bajos ingresos, donde los préstamos superan a los otorgados por organismos multilaterales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, y cualquier otro gobierno del mundo. En todo caso, parece estar claro que se genera más dependencia cuando los recursos se otorgan de gobierno a gobierno como el caso de China, que cuando los recursos fluyen a través de los entes multilaterales.

Si lo anterior va acompañado de una carga ideológica común entre las partes como forma de enfrentar el dominio de la moneda estadounidense en el mundo, la situación de dependencia económica y financiera puede profundizarse a favor de China. Ello puede ocurrir incluso independientemente de la fortaleza, respaldo o credibilidad real que pueda tener la moneda china en cuanto a cumplir con las funciones que debe tener toda moneda que se precie de serlo (medio de pago o intercambio, unidad de cuenta, medio de atesoramiento y depósito de valor). Sería como forzar a transar con una moneda única (en un futuro moneda digital), que según su historia cambiaria, los chinos han manipulado a conveniencia para evitar perder competitividad internacional. Esta manipulación se ha constituido en un reclamo permanente de los EEUU por décadas, y que de no erradicarse iría en contrasentido con las aspiraciones de EEUU y los organismos internacionales; en general, de aquella parte del mundo que defiende la economía de libre mercado con fundamentos económicos sólidos.

Hoy día se añade la incertidumbre por la introducción de una moneda digital soberana por parte de China. Si bien no existe garantía de éxito de esta nueva moneda, obviamente que sí se constituye en un reto para el manejo de las transacciones internacionales de China con los países que se encuentran dentro de la órbita del dólar estadounidense, lo que plantea otra faceta del reacomodo de la geopolítica mundial.

Pero si es cierto que el uso de la moneda digital china podría ayudar enormemente a fortalecer las relaciones económicas entre China y los países dependientes (o que mantengan relaciones económicas con este), entre ellos, países europeos, latinoamericanos y africanos.

Guerra de los Semiconductores

La guerra de los chips/semiconductores es un área relativamente nueva en las disputas entre EEUU y China, en particular, por sus implicaciones de dominio y poder en materia económica y en la geopolítica mundial. Sin embargo, no involucra solamente a estos dos países, sino a otros como los de Europa por su alta dependencia de semiconductores, y Taiwán y Corea del Sur por su importante rol suplidor de estos y aliados de EEUU.

La industria de los semiconductores ha pasado a ser un asunto geopolítico de alto interés por sus implicaciones sobre el crecimiento del comercio internacional, generando serias tensiones por el acceso a tecnología de punta. Por otro lado, el tema plantea la lucha de países como China y los de  Europa por lograr su independencia en esta materia, para lo cual se han planteado ambiciosos planes de inversión.

La realidad es que EEUU ejerce el liderazgo en la industria de los semiconductores, al estimarse que controla casi el 50% del mercado, medido en términos de ingresos; y algo más de la mitad de las empresas (8/15 empresas) más grandes del mundo tienen sus bases en los EEUU. Por su parte, China es un importador neto de semiconductores y se estima que sus compras externas alcanzaron US$ 350.000 millones en 2020, mientras que la producción china de semiconductores no representa ni siquiera el 20% del mercado doméstico (con subsidios gubernamentales que han alcanzado los US$ 50.000 millones en las últimas dos décadas). Estas cifras le plantean a China la urgente necesidad de realizar importantes desarrollos tecnológicos para lograr su independencia del exterior. 

Lo cierto es que las principales empresas chinas dependen en gran medida de los chips estadounidenses y, a la vez, muchas empresas americanas se benefician al vender en el mercado chino, por lo que se constituyen en mutuos beneficiarios, pero también en mutuos perjudicados ante cualquier problema que se presente en las relaciones entre los dos países. En esta situación, EEUU pudiera tener un arma muy poderosa en sus manos para negociaciones futuras, pero le demandaría “hilar muy fino” para no ver afectada sus relaciones comerciales con China (más aun después de las sanciones estadounidenses impuestas desde 2018) y al mismo tiempo garantizar que no se vea afectado adversamente en áreas críticas que tocan la seguridad nacional de EEUU. No obstante lo anterior, no deja de llamar  la atención que una de las empresas de semiconductores chinas donde Warren Buffet (multimillonario y destacado inversionista estadounidense) mantiene inversiones, haya anunciado recientemente que dicha compañía ha propuesto un plan para dividir y listar su unidad de semiconductores en la Bolsa de Valores de Shenzhen,  ¿Cómo entender esto de cara al reacomodo de la geopolítica mundial? … ¿Es que acaso el mundo de los negocios y la política no tienen los mismos intereses ni transitan los mismos senderos?

Finalmente, en medio de estas disputas, se encuentra Europa. El continente muestra otro lado de la dependencia a la cual hemos hecho referencia. Europa, al representar cerca del 10% de la  industria mundial de chips, también delata su alta vulnerabilidad frente a EEUU. Ello le demanda a Europa la realización de importantes esfuerzos de inversión para reducir esta dependencia y vulnerabilidad. Sin embargo, le plantea tal vez un reto aun mayor, cual es el de orden geopolítico, al encontrarse atrapada entre las dos potencias mundiales representadas por EEUU-China, añadiéndole “más gasolina” al reacomodo geopolítico mundial. Las disputas están en pleno desarrollo.

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