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¡La guerra de Armagedón!

En nuestro compendio de “Nomenclatura de Guerra”, a manera de preámbulo referimos que toda guerra conlleva siempre lágrimas, sufrimientos, muerte, pérdidas, sangre y heridas; que la guerra es implacable con todos, con los ancianos y los jóvenes, los cobardes y los valientes; y que no todos salen con vida en medio de la metralla, de las explosiones de bombas, minas, proyectiles y sepultado por los escombros de los edificios.

Y al teorizar sobre los conflictos, exponemos, que sin dudas, todo conflicto bélico es una caja de Pandora, donde se pueden encontrar muchas sorpresas. Con victoria o con derrota todos pierden. En el pasado, toda victoria era compensada con un botín, pero en el presente, toda victoria involucra una pérdida compensatoria para reconstruir y beneficiar al derrotado; pero lo más grave es que después de la guerra vendrá un período de recuperación de la seguridad y la normalidad, que en democracia se traduce en elegir a los gobernantes y legisladores.

Pensamos, que se logrará la paz después de la guerra, pero quedarán las grietas y las heridas a que conducen todos los conflictos bélicos, quedará el sabor de justificar la guerra por la paz, pero lo único válido y verdadero es que hay que evitarla; y en tanto que estas ocurrencias todavía encajan en el marco de la guerra, las cosas se tornan agobiantes e intelectualmente incómodas.

Queremos entrar a un tema que se ha hecho conflictivo por muchas circunstancias, toda vez que se ha asomado muchas veces en las narrativas literarias, y se han titulado algunas operaciones militares y de escaramuzas con la denominación de Armagedón, que según la Biblia es la batalla final entre Dios y los gobiernos humanos, considerando que estos gobiernos y sus partidarios están en contra de Dios, porque se niegan a someterse a su autoridad (Salmo 2:2). Dice la Biblia, que la guerra de Armagedón acabará con el gobierno del hombre (Daniel 2:44).

Es curioso el uso de este nombre Armagedón para promocionar acciones bélicas y de enfrentamientos políticos, a pesar de ser referida una sola vez en la Biblia como el libro de Revelación o Apocalipsis. Pero al detenernos en su contenido nos enteramos de que con ella se espera “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso”; sin embargo, no se entiende la relación de la búsqueda del Armagedón en nuestra política nacional, cuando debe mantenerse el enfrentamiento entre oponentes. Es decir, que sin diferencia alguna, somos fuerzas amigas de oposición, que se  deben oponer en acción bélica obligatoria contra las fuerzas enemigas del régimen hasta desgastarlo y derrotarlo. No hay lugar a otra explicación. Y en este ambiente, hay que ir a la guerra para lograr el cambio, el cese de la usurpación, sin que haya posibilidad de ningún proceso electoral. Todo está dicho, ¡no hay voto, sino que hay que promover las fuerzas de resistencia convocando a todos a la calle sin retorno; o una gran marcha hasta que abandone el tirano! ¿Es esto posible? ¿No es lo que hemos hechos durante casi 22 años?

Creemos que ha llegado el momento del buen pensamiento; entender que cuando decimos que hay que ¡eliminar la estúpida terquedad!, queremos decir que hay que usar la racionalidad innata en el ser humano. Recordar la verdad del proverbio que surge de la necedad, cuando también decimos que ¡es el terco quien tropieza dos veces con la misma piedra!

Una de las bondades del nuevo pensamiento político antichavista venezolano, es aquel que pone la mente del rancio militarismo, no el militar, que no ve más allá de un campo de batalla y para toda lucha es la guerra, la batalla, el teatro de operaciones o de la guerra; y la manida ¡estrategia!, que no saben los proponentes ¿Qué es y para qué sirve!

Muchos de estos militares son duchos en proponer la guerra asimétrica ante la dificultad de encontrar una definición que satisfaga a la mayoría de los analistas, y pareciera conveniente estudiar lo que diferencia a los conflictos asimétricos de los simétricos, para con ello conseguir establecer las pautas que permitan encauzar una definición correcta.

Pero dejando de lado la asimetría militar y la de la guerra, no podemos entender ¿Quiénes intervendrían en la guerra de Armagedón que proponen quienes así  denominan a sus operaciones?, ya que de acuerdo con la literatura bíblica, ésta la harán los ejércitos celestiales, comandados por Jesucristo, quienes vencerán a los enemigos de Dios (Revelación 19:11-16, 19-21); y entre los vencidos estarán todos los que se rebelen contra el gobierno divino y los que traten a Dios con desprecio (Ezequiel 39:7). Para esta guerra, sea antes o después, no sabemos de qué forma usará Dios su poder, pero seguro que contará con el mismo arsenal que ya usó en el pasado: granizo, terremotos, inundaciones, lluvias de fuego y azufre, relámpagos y epidemias (Job 38:22, 23; Ezequiel 38:19, 22; Habacuc 3:10, 11; Zacarías 14:12). Debido a la confusión que reinará, por lo menos una parte de los enemigos de Dios se matarán entre sí, aunque al final se darán cuenta de que él mismo es quien lucha contra ellos (Ezequiel 38:21, 23; Zacarías 14:13).

Por las dudas, siguiendo el slogan del covid-19 ¡yo voto, antes que pelear para después votar!

@Enriqueprietos

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