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La libertad

Discurso presentado en el II Ciclo de Reflexión “La Libertad” Universidad Central de Venezuela, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Instituto de Ciencias Penales – 30 de Abril de 2015.

ESTO ES LO QUE TENEMOS

Incidentalmente me referiré al derecho cuyo respeto nos unió en el pasado, y que desarticulado, despreciado, expulsado de sus espacios históricos, hallamos en el presente. No voy a enseñarles a mis colegas ni a mis alumnos, lo que, sin duda, conocen. Y no soy tampoco de los que se hacen de la vista gorda ante la realidad. Estando al final de mi carrera, no pienso callar ahora y tragarme lo que siempre creía y hablé sobre la libertad.

Entre nosotros, la palabra patria nunca había tenido reflejos más oscuros. Cuando el gobierno se refiere a ella, sentimos y sabemos que éste no se refiere a la nuestra, sino a Cuba, a la que suelen nuestros gobernantes acudir para solicitar orientación, e, incluso, en ocasiones, para someterse a sus instrucciones. Que sepamos, no negociamos habanos. Así, pues, no hay que engañarse, cuando aquí se menciona la soberanía, se trata de la de otros, no de la nuestra. Cuando funcionarios de Cuba están infiltrados en las oficinas públicas, registros y niveles del ejército “bolivariano”; cuando el ejército de Venezuela se deja interferir, la Soberanía, que en algún momento fuere gallarda, se ha empequeñecido, y es tanto lo que se ha empequeñecido que ha perdido su naturaleza. Ya no es patria independiente. Ya no es la tierra que libertaron Miranda, Bolívar, y tantos otros. Es tierra de nuevo ocupada. Y si antes es cierto que fuimos reducidos y limitados por los opulentos, la paradoja actual nos advierte que también podemos ser sojuzgados por fracasados y miserables.

De aquella tierra natal o adoptiva, ordenada como nación, están por ignorarse los vínculos jurídicos, históricos y afectivos que la constituían. Están por desarmarse el conjunto de conductas regulatorias fundamentales, se ha permitido la irrupción de prácticas opresivas y se ha abierto un espacio muy amplio al sometimiento. Esto es: en vez de decisión, sujeción. Y seamos aún más claros: en lugar de libertad, subordinación.

LA IMPORTANCIA DEL “ESO NO SE HACE”

Cuando el “eso no se hace” de padres y abuelos, primero, de los maestros y profesores, segundo, y de las experiencias de la vida, tercero: cuando esa base normativa es radicalmente sustituida por el interés ideológico, por esa pseudo moral que desfigura a la dinámica social y que se expresa de modo contundente en “el fin justifica los medios”, se abre la compuerta al “todo puede hacerse”, y si tal cosa se acepta, como sucede actualmente en Venezuela, cuesta llamar vida social a esto que tenemos.

Las disciplinas están forjadas por muchas restricciones y algunas concesiones. Lo difícil de formar reside, precisamente, en eso. Reside en conducir, en dirigir; y no en complacer. Lo más fácil suele ser, casi siempre, lo que menos conviene. Lo más cómodo suele ser lo que menos educa. El que todo lo regala, no enseña, se exalta, defiende su prestigio, más no guía. Hay que trazar límites, si se buscan verdades y respeto.

¿Y tal vez ustedes dirán? ¿“Todo esto a qué viene”?. Yo les responderé: al enorme esfuerzo que nuestra nación habrá de realizar para volver de la libertad perdida, a la libertad de nuevo conquistada. Para recuperarse como sociedad disciplinaria, ya que la llamada revolución del siglo XXI no ha sido otra cosa que el reemplazo de la sociedad corrupta, que según sus teóricos teníamos, por la ninguna sociedad, corrompida y trágicamente anómica.

Cuando se deja pasar desenfadadamente sobre todas las fronteras, no se educa, se obtiene favores. No en vano Albert Camus dedicó su Discurso de Suecia a su maestro Louis Germain. Lo cito porque él no olvidaba la libertad. Siempre la tenía presente. Y ella, además de tantas cosas, estaba para servir a los principios –para permitirlos- ya que los valores de la libertad no son únicamente abstracciones sino todo lo contrario, realidades, concreciones, fundadas en el bienestar general y la justicia.   Y para responder a esa finalidad hay que ocuparse de la irrupción de las masas, abordándolas con educación y servicios. Escuelas, viviendas, hospitales, trabajo. Respetar las masas y respeto de las masas a la vida en común. Inclinarse ante la justicia, la libertad y el trabajo para unos y otros. Para todos.

Amamos la belleza de seres y creaciones, porque la belleza está al lado de la libertad. Una y otra son hermanas, ninguna se somete. Ninguna baja su cabeza, humillándose ante órdenes ni conveniencias. Ambas defienden al hombre erguido, al hombre digno, a pesar de construcciones como aquella denominada “Realismo Socialista”, que no fue más que un lamentable intento de maniatar el arte. Las dos, pues, belleza y libertad, apuestan por el hombre digno y colocan entre las diferencias de opinión y de criterio a la tolerancia y a la bondad del razonamiento. Hay que ampliar los miramientos para los juicios y prácticas de los demás. En este punto, interesa subrayar que no se trata de decir, sino de hacer. Por ejemplo: ninguno de los dos últimos presidentes han convertido sus palabras en realidad. Pocos, han hablado tantas veces de Paz. Y ocurre que no debe hablarse de paz, si no se la da. Lo cierto es que el régimen que nos gobierna, desde sus orígenes se fundó en propiciar enfrentamientos entre la sociedad civil. En arrojar odio contra aquellos que hacían publico sus puntos de vista diferentes. Escuálidos, burgueses, traidores, imperialistas, vendepatrias… éstos, entre otros calificativos, han sido usados, y todavía se usan, para designar a los que difieren de sus tesis. Lo que actualmente entendemos como Polarización no es más que una consecuencia de esa prédica insistente, violenta, encaminada a transformar su incompetencia contra todo aquel que rehusara apoyarlos. Y únicamente en ese campo han sido hábiles: los cubanos los han instruido cuidadosamente, y ellos lo han repetido bien. El que mire hacia otro lado, no es un ciudadano, es un enemigo. Quien disiente, no sólo disiente, es un traidor. Basta protestar contra alguna tropelía para convertirse en un fascista. Y a esa colección obstinada de ataques, prisiones y crímenes, es a lo que pomposamente se llama revolución democrática del siglo XXI.

Si la patria se pudiera encoger, la nuestra se ha encogido, y lo ha hecho hasta un grado en el que aun invocándola, una y otra vez, nos costaría hallarla. Empero, hay que afirmarlo: la patria está y hay que saberla encontrar en el fondo de cada uno de nosotros. Para ello conviene recordar una vez más a Camus: “no es posible separar a la libertad de la justicia”. Y dentro de esa línea acudir a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano decretados por la Asamblea Nacional Francesa, en sus sesiones del 20, 21, 23, 24 y 26 de Agosto de 1789, y que sería aceptada por el Rey.

De esa declaración voy a transcribir el artículo 16, penúltimo de ella, que es de una gran significación para nosotros, puesto que resulta enteramente aplicable a la situación que hoy vivimos en Venezuela.

Artículo 16:

“Toda sociedad en la cual la garantía de los Derechos no es asegurada, ni la separación de los Poderes determinada, no tiene Constitución”.

En ningún caso sobra, que en esa misma Declaración su Artículo 4 expresa:

“La libertad consiste en poder hacer todo lo que no daña a otro. Así, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene más límites que aquellos que aseguran a los otros miembros de la sociedad el disfrute de esos mismos derechos. Esos límites no pueden ser determinados sino por la ley”.

Los que estamos aquí reunidos los entendemos: en la Venezuela actual no existe división de poderes, y al no haberla, aunque el librito azul que contiene sus textos sea agitado cientos de veces en asambleas públicas, no hay Constitución.

Nunca hemos tenido menos patria y justamente para consolidar esta coyuntura, el gobierno promovió desde sus comienzos, el fraccionamiento de la sociedad, separándola en patriotas y traidores. Al hacerlo, como es evidente, transformó a una parte de su misma sociedad en enemiga de la otra, rompiendo así toda posible comunicación entre los sectores divergentes. Y ya estamos al tanto: la Libertad, en tanto que diálogo, conciliación, tolerancia, es todo lo contrario. No se odia al que piensa distinto. Y si esa fuere la condición de la vida que te espera, la que te espera es vida fraudulenta.

Cuando la opresión desaloja a la libertad, cuando la arroja más allá de las fronteras o cuando la disfraza, maquillándola, habiéndola deformado previamente, la vida se convierte en subsistencia, en mera subsistencia, es decir, en el punto más bajo y limitado de la existencia humana.

La Libertad está menguada, fundamentalmente, porque carecemos de Constitución. Está menguada porque los efectos directos de los índices extremos de Inflación, de Criminalidad, de Impunidad. Por sus derivaciones: carestía y ausencia de Alimentos y Medicinas, para decir lo menos. Porque todo lo requerido falta, en tanto que desdichadamente, lo no requerido sobra: la corrupción.

La Libertad está menguada por la incorporación de “Colectivos” y grupos de motorizados a funciones de ataque y represión contra la población civil. Por el acoso de que son objeto las O.N.G., cuya única falta tiene que ver con los auxilios que las mismas prestan a perseguidos, encausados y encarcelados, defendiendo la ley y la vida que el régimen desprecia.

Con toda probabilidad ustedes conocen la situación de las prisiones nacionales, de las cuales un número significativo son controladas por los “Pranes”, y cuyo funcionamiento, en unas y otras, es lamentable. No es de extrañar, por ejemplo, que este o aquel procesado pase tres, cuatro o más años, antes de que sea conducido a un tribunal para su primera audiencia. ¿Hará falta una organización competente o un pago discreto y oportuno? Cualquiera de los presentes tiene seguramente idea de lo que ocurre.

Las dificultades de poner los planes bien concebidos en ejecución no suelen ser el fruto del azar, representan lo que Paul Valery definiría como la reacción de los “valores rivales”, entre los cuales destacó “el poder político”, que no siempre está de acuerdo con el valor del espíritu”. Nuestros dirigentes actuales exhiben, a ese respecto, una profunda transmutación de valores. Son extraordinariamente susceptibles a lo que designan injerencia de otras naciones en los asuntos internos de Venezuela, cada vez que cualquier nación extranjera, de acuerdo con normas de valor internacional, protestan ante la violación de los derechos humanos que entre nosotros tiene lugar. ¿Habéis advertido que la intervención permanente de Cuba –de los Castro para ser más preciso- en la Soberanía Nacional le pasa a nuestros susceptibles gobernantes inadvertida, pese a que son, con cierta regularidad, ellos mismos los que le piden a los ingerentes que se inmiscuyan en el rumbo de nuestro país.

En las últimas semanas numerosos agentes del orden han sido heridos unos y otros asesinados. El riesgo que nuestros agentes corren, por supuesto que no es una novedad, pero lo que sí lo es, es el hecho de que nuestros hampones se encuentran mejor armados que ellos. Y tal cosa tampoco es una casualidad, ni debemos imputarla a una hija del azar, la misma posee o parece poseer otras raíces. Las fuerzas políticas de la organización militar del Estado, han empleado, a los fines de persecución y desarticulación de las protestas civiles, y en particular, de las manifestaciones estudiantiles “Colectivos y sectores motorizados”, armándolos. Para ello han recurrido a directivas y pertrechos del ejército. Posteriormente, estas armas distribuidas aquí y allá y otras fuentes vinculadas al régimen se han encargado de negociarlas con este y con aquel, en el ámbito de las necesidades y valores utilitarios que en la actualidad dominan nuestros mercados. Lo hemos dicho: a medida que tenemos más hambre, conveniencias y traiciones, tenemos menos interés por el porvenir del hombre y en línea recta con esto, menos patria. De aquí que se hable de revolución del siglo XXI con ligereza, con superficialidad. Las masas son cada vez más pobres y poseen menos atención y posibilidades, exceptuando ese sistema de contribuciones que el gobierno graciosamente llama, los quince y los treinta, Misiones. Amén de los regalos que se ofrecen en fechas de elecciones. Prefieren dar limosnas y subsidios a dar trabajo y empleo. Lo primero forma dependientes, lo segundo forma ciudadanos. Lo primero es el camino de la subordinación, lo segundo es el camino de la libertad.

Y tal como Octavio Paz lo afirmaba: “la libertad no necesita alas, lo que necesita es echar raíces”.

Siendo los que nos encontramos aquí, gentes de universidad, estamos obligados a señalar que en ciertas áreas de la enseñanza del Estado, trátese de educación primaria, secundaria o universitaria, la formación abierta y libre, formación, en estricto sentido, ha sido reemplazada por ideologización. Y en ciertas universidades y liceos se limita a los estudiantes reduciendo “los pensa”, y sustituyendo de ese modo el saber por la facilidad, y la búsqueda de la verdad científica por el adoctrinamiento.

Hallándose Mao Tse Tung en el poder, tuve la oportunidad de estar en China y de leer un texto que me fue entregado como base de la educación estatal china para aquel momento. Decía el documento en sus primeras líneas lo siguiente: “Que cien flores se abran, que florezcan cien escuelas ideológicas”. Esta, como ustedes la aprecian, representa la consagración más pura de la libertad de enseñanza, pero como bien lo sabemos, ni decir ni escribir bastan para fundar la realidad.

Quiero agregar unas palabras sobre lo que el régimen ha llamado Comunas.

Esta es una revolución de listas, autobuses y pensiones. De autobuses, que cada vez que el gobierno «llama a revolución», trasladan a los que lo secundan. Acá nadie se levanta si no hay un autobús que lo traslade, y ninguno respalda a los que nos gobiernan si no hay un precio o amenaza. Bajo esta misma línea, en cada ocasión en que los ministerios o secretarías ordenan «revolución», los empleados han de asistir al paso de la lista, so pena de perder el puesto o puestecito. Revolución de pensionados, de pobres sin empleo, a los que a cambio de lo otorgado se les exige guardar las espaldas de los que dictan las reglas de «la revolución».

En nuestro país, las Juntas Comunales han sido una fórmula que no tiene su fuente en una insurgencia general. No son el fruto de un levantamiento, ni provienen de una revolución contra las formas de existencia. El proletariado ha tenido que hacer esas elecciones y ordenamientos, bajo el imperativo que el gobierno determinara, conforme a la Ley que el 10 de Abril de 2006, hiciera aprobar. Estas «Comunas» son, pues, el resultado de una iniciativa que en modo alguno se desprende en línea recta de sus intereses, derivándose, más bien, del propósito encubierto de un control central.

Las Comunas de Paris se establecieron con la intención de romper la máquina burocrática y militar del Estado burgués. Se tendía, entre otras cosas, a descentralizar el poder. En Venezuela, de acuerdo con la información que el mismo gobierno ha suministrado, su actividad se dirige a un objetivo radicalmente opuesto. Tras la apariencia y la charlatanería, haciendo un uso desvergonzado de las facultades que el aparato oficial reúne, e incorporando ahora, a esa finalidad unas organizaciones comunales impuestas e infiltradas por agentes del partido gubernamental, el ejecutivo, que ha rechazado a viva voz la división de poderes, consolida así el ejercicio de su poder único. Todo lo contrario a las tres palabras que tomadas de la Revolución de 1.789 encabezaban cada documento de la Comuna de Paris. LIBERTAD – IGUALDAD – FRATERNIDAD. Y que estaban allí, justamente, para no ser olvidadas.

Cuando Luisa Estella Morales hiciera una propuesta para sincerar el poder público eliminando la división de poderes y estableciendo un Poder Único, costaba creer que la Señora Morales entonces no advirtiera que en Venezuela no había Constitución, como sigue sin haberla, justamente porque entre nosotros carecemos de división de poderes. Por ello, lo que ofrecía la primera juez de la república era que, de una vez, nos dejáramos de fingimientos y disimulos y procediéramos a reconocer que la división de poderes era ilusoria. En esa misma dirección, si ustedes lo recuerdan, cuando los jueces del Tribunal Supremo gritaron al juramentarse “¡Uh…! ¡Ah…! ¡Chávez no se va!”, confesaron a voz en cuello, que en nuestro país se rechazaba el principio de división de poderes, y que, en consecuencia, ejercerían su magistratura como una exquisita sumisión. Con un absoluto respeto al socialismo autoritario.

Supongo que cuando la magistrada “sinceró” lo ocurría lo declaraba sin confesarlo; y sin confesarlo, porque tal vez para ella justicia y libertad no van unidas; que desde ese momento, la libertad constitucional había sido abolida, y, desde luego para ser todavía más claro, la libertad del hombre.

A objeto de concluir lo que vine a expresarles, quiero aludir al miedo. Y tengo que referirme a él porque el mismo es uno de los componentes esenciales de la táctica que este régimen ha aprendido de los cubanos. El miedo: las amenazas de los hombres de Estado, los contingentes de Guardias Nacionales, los grupos de “motorizados” y colectivos que arman las propias autoridades militares, son los instrumentos que han usado y usan a menudo las autoridades del régimen para adelantar la represión, para impedir y sofocar protestas, marchas, concentraciones, y de una manera general, a las manifestaciones que por diversos medios se producen.

Al miedo hay que enfrentarlo asustándolo con la libertad. Con la decisión de marchar cuando haya que marchar. Con la decisión de reunirse cuando haya que reunirse. Vocear nuestras consignas cuando sea justo hacerlo. De auxiliar a nuestros compañeros dando la cara. Nada asusta más a un tirano que la Libertad. El únicamente responde a órdenes y a sumisión. De esta manera, pues, no nos equivoquemos, no amenacemos a un Dictador con bombas, granadas o fusiles que ninguno tenemos. Nosotros no sabemos amenazar. Nosotros ofrecemos la Libertad.

Libertad – Paul Eluard

Sobre mis cuadernos de escolar
Sobre mi pupitre y los árboles
Sobre la arena sobre la nieve
Escribo tu nombre

Sobre todas las páginas leídas
Sobre todas las páginas en blanco
Piedra sangre papel o ceniza
Escribo tu nombre

Sobre las imágenes doradas
Sobre las armas de los guerreros
Sobre la corona de los reyes
Escribo tu nombre

Sobre la jungla y el desierto
Sobre los nidos sobre las retamas
Sobre el eco de mi infancia
Escribo tu nombre

Sobre la maravilla de las noches
Sobre el pan blanco de todos los días
Sobre las estaciones desposadas
Escribo tu nombre

Sobre todos mis retazos de azur
Sobre el estanque sol mohoso
Sobre el lago luna viviente
Escribo tu nombre

Sobre los campos sobre el horizonte
Sobre las alas de los pájaros
Y sobre el molino de las sombras
Escribo tu nombre

Sobre cada aliento de la aurora
Sobre la mar sobre los barcos
Sobre la montaña enloquecida
Escribo tu nombre

Sobre la espuma de las nubes
Sobre los sudores de la tormenta
Sobre la lluvia espesa insípida
Escribo tu nombre

Sobre las formas centelleantes
Sobre las campanas de colores
Sobre la verdad física
Escribo tu nombre

Sobre los senderos despiertos
Sobre las rutas desplegadas
Sobre las plazas desbordadas
Escribo tu nombre

Sobre la lámpara que se enciende
Sobre la lámpara que se apaga
Sobre mis casas reunidas
Escribo tu nombre

Sobre el fruto cortado en dos
Del espejo y de mi cuarto
Sobre mi lecho concha vacía
Escribo tu nombre

Sobre mi perro goloso y tierno
Sobre sus orejas erguidas
Sobre su pata desmañada
Escribo tu nombre

Sobre el trampolín de mi puerta
Sobre los objetos familiares
Sobre la onda del fuego bendito
Escribo tu nombre

Sobre el vitral de las sorpresas
Sobre los labios atentos
Muy por encima del silencio
Escribo tu nombre

Sobre mis refugios destruidos
Sobre mis faros desplomados
Sobre los muros de mi hastío
Escribo tu nombre

Sobre la ausencia sin deseos
Sobre la soledad desnuda
Sobre el escalón de la muerte
Escribo tu nombre

Sobre la salud recobrada
Sobre el peligro que se aleja
Sobre la esperanza sin recuerdos
Escribo tu nombre

Y por el poder de una palabra
Vuelvo a recomenzar mi vida
Yo nací para conocerte
Para nombrarte

LIBERTAD

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