La maraña pseudolegal
Con un acto de histórica estulticia en el 98, se empezó a tejer la maraña que hoy agobia la patria. En tres sexenios en los cuales han actuado sin mayores cortapisas, los iscariotes han venido tramando, en contubernio con la tutela cubana, un enredo de tal naturaleza, que ahora el régimen parece no tener obstáculos para cometer toda clase de desmanes.
La perfidia chavista, el influjo castrista, la cobardía castrense y un pueblo acoquinado por su penuria cotidiana, han resultado en un estado catastrófico del país, por donde quiera que se le observe.
En el plano internacional, el régimen ha hecho alianzas para su propio y exclusivo provecho, tal es el caso con una potencia pasada y otra cada día más presente, que además podrían servirle de escudo protector contra posibles sanciones y acciones multilaterales en el contexto de la ONU.
En la arena hemisférica, tiene el apoyo, a punta de petróleo y gratificaciones, de una minoría bloqueadora, para impedir que se active el único elemento con mordiente, de que dispone el sistema interamericano.
Las relaciones chavistoides con algunos países y grupos extremistas del exterior, han llevado a calificar al régimen de amenaza, por ser peligrosamente permisivo al proporcionarles sin control materias primas estratégicas, identificación nacional y facilidades territoriales.
La inacción de los organismos multilaterales, las incesantes tropelías internas del régimen y su descarado desprecio por las libertades fundamentales, la democracia y los derechos humanos, venía produciendo creciente inquietud en la comunidad internacional.
Sin embargo, no fuimos capaces de capitalizar tal situación y, por circunstancias no claras todavía, hemos claudicado ante el más reciente fetiche chavistoide, que había concitado generalizado repudio mundial.
Con todo lo censurable que esta acción haya podido ser, no es más que un simple reflejo del problema de fondo, que no hemos sabido, podido o querido encarar y nos consolamos criticando algunas de sus manifestaciones puntuales, en un ejercicio de catarsis de escasa utilidad, para combatir la septicemia aguda que padecemos.
En efecto, la pandilla del poder, amparada en una perversa maraña de pseudo legalidad omnipresente y diseñada a la medida, ya se permite actuar sin empacho alguno, para lograr por presiones indebida (con la única excepción que conocemos), lo que no obtuvo por vía electoral.
Pudiera ser que se les permitan gobernar, para luego hacerlos trizas ante cualquier atisbo de indocilidad, al asfixiar su gestión por múltiple acosamiento, pues se pretende demostrar que nadie puede mandar sin ser chavistoides, a no ser que salte la talanquera.
En todo caso, el régimen ya ha logrado profundizar la cizaña, resquebrajar la oposición, crear desconcierto interno y aliviar la presión internacional
Nada de esto acontece por casualidad, es una estrategia calculada por cubanos con medio siglo de experiencia, la cual hemos venido enfrentando con mucho coraje (gloria a nuestros héroes caídos) y poco éxito, movilizando grandes masas de población, con altas dosis de ingenuidad y resultados más que todo pirotécnicos.
Ante este panorama, tenemos que analizar fríamente la situación, sacar las debidas conclusiones, evitar cometer los mismos errores y recomponer la unidad para recrear el milagro del Fénix o, Dios no lo quiera, irnos acostumbrando a estar pidiendo cacao.