La mediación debe ser aceptable para todos
La mediación es uno de los mecanismos de solución de conflictos más eficientes si el o los que lo integran generan confianza entre las partes.
Ejemplos de mediaciones eficaces hay muchos, pero podemos destacar dos ejemplos en nuestro continente: la intervención del Vaticano para solucionar un conflicto que estuvo a punto de derivar en guerra, o la disputa entre Argentina y Chile por determinar el llamado canal del Beagle. Otro ejemplo fue el llamado grupo de Contadora, por la isla del mismo nombre de Panamá, que integrado por México, Colombia, Venezuela y Panamá promovió la paz en Centroamérica. En este último caso, la iniciativa previa a la constitución del grupo fue de varias personalidades encabezadas por el Primer Ministro sueco, Olaf Palme, y los premios Nobel, Gabriel García Márquez, Alfonso García Robles y Gunnar Myrdal. Esta mediación fue la que permitió que algunos años después se pudiese elaborar el Acuerdo de Paz de Esquípulas, que puso fin a unos largos conflictos bélicos en la región.
Pero esta que pretende guiar las eventuales negociaciones entre el oficialismo y la oposición venezolana no puede ser una mediación eficaz por varias razones, la primera -y tal vez la de mayor peso- es que el expresidente Ernesto Samper, que actualmente dirige Unasur, es una pieza afín al gobierno y no goza de la confianza de la mayoría de los miembros de esa organización regional. Lo segundo es que los tres expresidentes seleccionados, sin entrar a discutir sus méritos personales, fueron aceptados por solo una de las partes en conflicto y no necesariamente son imparciales en la visión de la naturaleza de este.
Para que una mediación resulte eficaz debe estar encabezada por una institución o persona que no tenga una posición previa, en favor o en contra de las partes enfrentadas, y los miembros del grupo deben ser equilibrados e imparciales.
El caso venezolano es complejo, pero sobre todo de urgente solución, ya que el país está al borde de un estallido social producido por una crisis humanitaria. Samper no es el hombre adecuado para llevar a cabo la tarea de facilitar un camino viable para la resolución del conflicto y los tres expresidentes pueden ser útiles si se les agregan otros tres aceptables para la oposición, como los expresidentes Ricardo Lagos, de Chile, Fernando Enrique Cardozo, de Brasil y Oscar Arias, de Costa Rica, por mencionar algunos nombres.
Pero si alguno de esto no pudiera, son muchos los que estarían en la posibilidad de formar parte de esa comisión, que bien podría ser presidida por alguien de suficiente prestigio y objetividad designado por el Secretario de las Naciones Unidas o por el papa Francisco.
Seguir con el grupo actual es prolongar la agonía y hacerle juego a un gobierno que lo único que desea es ganar tiempo e imposibilitar la realización de un referéndum revocatorio este año, una solución oportuna y constitucional a nuestra crisis.