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La moda de acusar de plagio

Me cuesta creer que sea uno de los pocos que le preocupe el tema de las acusaciones infundadas de plagio tanto a literatos como a profesionales en sus incursiones académicas por estudios de post-grado en el mundo contemporáneo; hay una especie de morbo, de excitación por parte de quienes acusan, de buscar y conseguir alguna que otra coincidencia, o alguna que otra estructura que pudiendo contrastar se parezcan, mejor aún, si coinciden las pausas de los signos de puntuación. Es una necesidad propia del egoísmo humano, combinado con oportunismo y coronado por la especulación. Las grandes acusaciones de plagio han terminado por ser una “montaje”, un ruido causado a la figura de un gran escritor, caso el de Arturo Uslar Pietri con su novela “La visita en el tiempo”. Lo grave de estas acciones es que se inician con mucho ruido, pero terminan con mucho silencio, ya que terminan con sendos arreglos en privado donde se evidencia que tal plagio no era verdadero y la parte acusadora termina pagando grandes cantidades de dinero para retribuir la ofensa, aunque el daño moral ya está hecho. Las acusaciones de plagio, desde que surgen hasta que terminan, en la mayoría de los casos, son falsas y lamentablemente la persona acusada que luego se convierte en víctima, por cansancio o por arreglo extra-judicial, no termina de colocarle el cascabel al gato y deja que su acusador se marche sin mayor consecuencia.

En el mundo moderno, en este sentido, se ha avanzado mucho en el aspecto legal tanto para crear protección acerca del derecho de autor como para castigar las falsas acusaciones; lo que sucede es que en Latinoamérica aún esa realidad palidece de apoyo político y tenemos, en el caso de Venezuela, docentes con doctorado en “acusación de plagio”. Todo cuanto revisan le parece dudoso y extienden una persecución policial sobre trabajos académicos que mantienen en zozobra a estudiantes e investigadores. En una sociedad de la información donde la hipertextualidad domina el escenario de la construcción de ideas y pensamiento, y se tiende a manejar mucha información con la temeridad de ir perdiendo, a lo largo del camino intelectual, referencias concretas de sus orígenes o autores. Pero esto no es una excusa, es una realidad; Uslar Pietri, en defensa de la acusación de plagio que se le hiciera a su novela “La visita en el tiempo”, que se corroboró que era falsa dicha acusación, aunque no se publicitó eso como debería de ser, expresó que él había leído mucho, por años, acerca de la temática de su novela, cuyo tema histórico se textualizaba en la vida de Don Juan de Austria, el hijo natural de Carlos V, hermanastro de Felipe II, y el héroe de Lepanto (quien en una memorable batalla naval logra derrotar, en una empresa prodigiosa, al invencible poderío de los turcos), y que llegó un momento a ir pensando cosas sobre el tema que no tenía conciencia si eran de él o no.

Esta misma situación puede sucederle a cualquier escritor, o investigador académico, el asunto es crear mecanismos de control que les permitan a estos creadores en sus procesos de indagación llevar un registro ordenado de las ideas y de las estructuras que se van tomando de apoyo en la concreción de sus respectivos proyectos. Y por otro lado, debe haber una postura, por parte de las autoridades de las Universidades y por los medios de difusión masiva de información, llámese prensa escrita o digital, de no hacer eco de acusaciones falsas, insinuosas, débiles,  que buscan fracturar la moral y prestigio de quienes tienen la inmensa carga de pensar y producir ideas.

En la experiencia de los últimos días, en el caso español, se ha suscitado un asunto que preocupa, no por lo que suceda en España, eso es un asunto de ellos allá y ahí hay una legislación bien avanzada en el tema que no permitirá devaneos al respecto, sino en la influencia que pueda tener eso en realidades locales. Para recordar un tanto el problema español, es sobre el caso de la Ministra de Salud del Presidente de Gobierno Pedro Sánchez, Carmen Montón, a quien se le creó una matriz de opinión acerca de cinco puntos polémicos en razón del máster que cursó en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), uno es la manipulación de notas tras el fin del curso, otro, la diferencias de fechas entre el curso y la concesión del título, también las asignaturas convalidadas de forma dudosa y la falta de asistencia a clase, y las sospechas de plagio. En la misma Universidad, no hace un año, se creó también la polémica sobre el máster de Cristina Cifuentes, expresidenta madrileña.

El caso de la Dra. Montón se ha circunscrito a lo administrativo, porque la acusación del plagio no tiene forma de prosperar ante la falta de un elemento básico: no hay acusador directo, es decir, la supuesta persona a quien la Dra. Montón copió no está haciendo el reclamo, sino terceras personas que “suponen” ella se copió algo.

Si se pudiera asumir la Ley del talión en ese caso, estas personas acusadoras deberían ser sancionadas de manera ejemplarizante, no es posible ir haciendo acusaciones alegres solamente para conseguir objetivos oscuros y que causan tanto daño emocional, así sean falsas las acusaciones, en quienes descargan la duda. Como si fuera poco el asunto, también, en el caso español, han querido extender la duda hacia la tesis doctoral  presentada por el presidente de Gobierno español Pedro Sánchez, en cuando a que hay “sospechas” de plagio. Las acusaciones a Sánchez se fundamentan en: utilizando herramientas informáticas (que no son válidas porque detectan pensamiento razonado y elementos parecidos que muestran que quien escribe es un ser humano) detectaron plagios, de corta-pegas (eso es hipervínculos, y no son necesariamente creados a voluntad, un virus puede perfectamente producirlo y se da en razón de una cortina que afecta los textos originales); y se acusa de promover en su tesis, titulada “Innovaciones de la diplomacia económica española: análisis del sector público (2000-2012)”, auto-plagio, es decir colocar producciones intelectuales del mismo autor sin nombrar que ya fueron publicadas antes por él. Ante este aluvión de críticas, Sánchez hizo pasar su versión digital de la Tesis por un verificador denominado herramienta Turnitin (que se emplea en la Universidad de Oxford) y PlagScan (referencia en Europa), las cuales no mostraron un porcentaje mayor del 12%, en similitud con otros autores y documentos oficiales. El propio Lluis Val, el gerente territorial de Turnitin, ha admitido que el dato aportado por el software no va a determinar si existe o no plagio de manera irrefutable y ha reconocido la posibilidad de customizar el resultado. Turnitin o cualquier sistema antiplagio no va a decir si es plagio o no de manera irrefutable o absoluto como si fuera un control de alcoholemia, lo que dirá es el grado de similitudes que se han encontrado respecto al material que existe, es muy necesaria una revisión humana para comprobar si esas similitudes corresponden a un plagio o no, porque aunado a la similitud está el perfil de quien escribe y el histórico que ese investigador tiene, porque puede estar confundiéndose las similitudes con estructuras plagiadas del propio autor por otros autores.

En cuanto al hecho de que pueda considerarse o no plagio en función del dato del 12% de coincidencias que, demuestra que no hay una respuesta homogénea para determinar que ha existido plagio igual que es muy difícil tener una definición homogénea de lo que es un plagio; se está en un matiz de gris, que ha reconocido el responsable territorial del programa; puede existir un documento con un 10% ó un 12%, de coincidencia porque contiene citas que estén mal citadas y que no supusieran un gran valor añadido al trabajo y existir otro con un 7% a un 10%, cuyas coincidencias tengan que ver con las conclusiones finales y el valor intrínseco sea muy importante y pudiera ser un plagio flagrante. La postura de Sánchez es certera y contundente: “Hice la tesis, cumplí con todos los pasos marcados por la ley, la defendí ante un tribunal, publiqué las aportaciones de la investigación en revistas académicas y en un libro generalista. Entonces, ¿qué está ocurriendo? ¿Cuál es el problema? Hablemos claro: el problema es que quienes gobernaban hace cien días no han asumido que hoy son oposición».

Como se ve, son acusaciones rebuscadas y el propio Sánchez ha manifestado comenzar un proceso de defensa que llegue hasta sus últimas consecuencias, porque ya está bueno de estas charadas y matrices de opinión montadas que no persiguen más que desmoralizar y desprestigiar a las personas.

Ahora bien, y volviendo al impacto de situaciones como esta en Latinoamérica donde existe una comunidad académica enferma, cautivada por la persecución policial ante la gravedad de que son personas que no pueden producir conocimiento y les molesta que otros estén haciéndolo. Esta situación desluce el papel de las academias y promueve las acusaciones infundadas. Hay jurisprudencia en Venezuela de acusaciones falsas de plagio a nivel académico que han terminado, en ellas he fungido de perito especializado, con sendas demandas cuyo costo, a quienes acusaron alegremente, han sido muy altos, teniendo que vender propiedades y quedando “en la cama del perro”, para no ir a la cárcel por difamación e injuria. Es bueno mostrar que esto sucede para que los que están enfiestados en buscar fantasmas de plagio bajen dos y se pongan a capítulo y trabajen con prudencia, dejen a un lado la moda y ubíquense, no vayan a terminar esta experiencia morbosa con el final abrupto de sus carreras académicas. Cuidado con la difamación y la injuria, es la raya amarilla entre ideas mal citadas y la toma indiscriminada de ideas de otros creadores.

Con esto no estoy diciendo que no se ubiquen o no se expresen ante dudas razonables, deben expresarse las dudas como eso, como dudas y si hay la necesidad de rehacer estructuras que se hagan, pero que la acusación de plagio deje de ser una acusación para convertirse, una vez que se pruebe, en una decisión. Si no se prueba, es duda razonable, es parte del proceso de revisión; recuerden, el plagio, en el 90% de los casos, es falso, pero sobre esa falsedad es que no se hace bulla, y ya debería comenzar hacerse para erradicar acusaciones temerarias de seudo-académicos frustrados y sin luz propia para brillar.

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