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La Navidad de los bolsillos vacíos

Iniciándose diciembre el vasto aparato publicitario gubernamental pretende atiborrarnos de un sentimiento de felicidad y de jolgorio,  que no lo percibe el conjunto de  la población venezolana, extenuada de un año 2014 de supremas dificultades sin vislumbrar nada certero, ni positivo para el nuevo año.

Y es que no se compadecen las proclamas de austeridad gubernamentales con los costosos festivales de todo género en diferentes estados del país, equipos de sonido funcionando a todo pulmón en la capital de la república y ciudades del interior, diseñados para crear un artificial clima de festejo popular y así olvidar la hecatombe económica que nos afecta a todos.

En realidad la procesión la sufre cada hogar cuando hizo las cuentas de sus aguinaldos, aumento  del salario mínimo del 15%, insuficientes ante una inflación que ha convertido a las vitrinas de almacenes y centros comerciales en ventanas de miradas lánguidas y desoladas, cuando pretenden comprar un par de zapatos, prendas de vestir, cuyos precios son similares a un mes de salario. Ante un dilema, si compras no tendrás cena navideña, cualquier bien necesario para el hogar o los infaltables juguetes para una niñez que no entiende de carestía sino justamente de su imaginario mundo infantil.

Esta evidente pobreza generalizada ha determinado la proliferación en todos los rincones del país de mercados de los corotos o de chécheres, donde se encuentra de segunda o de tercera mano todos los productos de vestido, decoración, de recreación que el inalcanzable costo de vida impacta a cada familia en este país.

Este cuadro se agrava con la agudización de la escasez, del desabastecimiento que nos ha convertido en un país de paranoicos, donde quien puede se apertrecha en su casa almacenando productos como si se tratara de una inevitable guerra con alguna potencia extranjera, convirtiéndonos en un país de miserables. No por casualidad los analistas destacan el decaído ánimo de los venezolanos, vencidos en su autoestima por la impotencia de sobrevivir  este momento tan agrio y grotesco, ante un proyecto político gobernante que prometió el paraíso terrenal.

Este dramático entuerto ha afectado a toda actividad económica, si Ud. posee un vehículo se conforma con piezas de recambio de mala calidad y poca duración, igual para productos de la línea blanca, estéticos y lo más riesgoso aún el tema de las medicinas donde los genéricos son el pan diario ante la ausencia de fármacos de marcas de reconocida calidad. De allí en adelante se afecta todo, se limita el transporte terrestre urbano e interurbano, la educación, salud, en fin la calidad de vida que al parecer desapareció, como una vez se fue el son de donde te conté.

¿Y cuál es la respuesta gubernamental ante este apocalipsis?, cadenas y mas cadenas, promesas de austeridad con risibles rebajas de salarios cuando gozan a sus anchas del erario nacional,  haciendo predecible que las oraciones y cartas al Niño Jesús tendrán una petición sublime en torno a cuando saldremos de esta calamidad que nos gobierna.

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