La negociación es la salida
Recientemente, Datincorp publicó una encuesta según la cual más de un 50% de los venezolanos desearía una solución negociada a la crisis. Sin embargo, no hay aún atisbos en el régimen de querer negociar su salida, que hoy es la única negociación concebible. Quién sabe si la presencia de Rodríguez Zapatero le hará entender a Maduro que la salida es no solo lo mejor para él sino, sobre todo, para un país que está cada día qué pasa más invertebrado.
Será España el destino de los que se acojan a una negociación o, por el contrario, de imponerse los más radicales, será un final incierto y cruento si deciden resistir.
Lo cierto es que el caos que se cierne sobre el país con la falta de electricidad, agua, gas, medicinas y alimentos a precios inaccesibles luce indetenible y no hay gobierno que pueda enfrentarlo, sin una enorme ayuda internacional.
Para recibir los recursos precisados para la recuperación y reconstrucción del país, se va a necesitar una especie de Plan Marshall, como el que se ejecutó en Europa después de la II Guerra Mundial. Ahora bien, esos recursos fluirán si hay confianza en un gobierno capaz y probo que pueda llevar a cabo lineamientos que permitan, por un lado, detener la hiperinflación y, por el otro, sentar las bases para iniciar el proceso de recuperación de Venezuela.
Resulta evidente que el régimen que destruyó a la nación no puede ser el elegido para reconstruirla por lo que el que inicie el proceso debera ser un gobierno de transición amplio, pero eficiente a la vez, y que se ciña a una hoja de ruta prefijada para lograr el crecimiento armónico del país.
Ojalá prevalezca en el seno del régimen la sindéresis necesaria para entender que lo menos malo para ellos es negociar una salida incruenta y permitir pacíficamente que el cambio necesario ocurra.
