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La otra Cota 905

El enfrentamiento entre efectivos de las FAES y miembros de la banda criminal de El Coqui, ocurrido en la autopista Francisco Fajardo el pasado 26 de febrero, muestra una realidad que se vive en las comunidades populares del país, en las que las FAES actúan sin ningún control, poniendo en riesgo a civiles, en acciones que afectan negativamente a las personas y sobre las que el Estado no asume ninguna responsabilidad. Pero, por otro lado, pone de nuevo el nuevo el foco de la opinión pública sobre la Cota 905, con la figura negativa de El Coqui como representación de toda una comunidad.

Esto último no es gratuito. Forma parte de un discurso oficial para imposibilitar la posibilidad de la convivencia. Con exclusión, fragmentación y enfrentamiento promueven un contexto de desconfianza y resentimiento propicio para la dominación.

Por el contrario, nuestra experiencia desde el movimiento Caracas Mi Convive en la Cota 905 es otra, opuesta a la de  la estigmatización y la violencia. Desde hace más de 4 años venimos trabajando junto con líderes locales y vecinos en proyectos que muestran una comunidad, la verdadera Cota 905, en la que la organización civil, la solidaridad y el encuentro construyen una nueva convivencia.

La Cota 905 que nosotros vivimos está hecha de historias como las de Janet, madre líder del comedor de Alimenta La Solidaridad en la comunidad, al que pertenecen más de cincuenta niños y sus familias.  O de Johana, que encontró en iniciativas como Sustento un lugar de protección y empoderamiento, que le ha permitido desarrollarse como una de las principales chefs de este emprendimiento.

La Cota que nosotros conocemos es la de las madres que han padecido los estragos de la OLP y las FAES sin sucumbir ante la violencia, participando en actividades promovidas por la Red de Atención a la Víctima y otros proyectos de nuestro movimiento, para reconstruir sus vidas desde la resiliencia y la superación. Una comunidad que ha recuperado espacios en murales como los del “Hombre Árbol”, hechos por los niños y la organización Incursiones.

La Cota que nosotros conocemos es la que representa verdaderamente al país. No la del territorio tomado por la criminalidad, sino la de la comunidad de personas que superan las adversidades diarias de la crisis y la emergencia humanitaria desde el trabajo duro, la voluntad de superación y encuentro.

La Cota 905 no es El Coqui, es la de la gente, de sus esfuerzos y logros por una nueva convivencia que debemos visibilizar y reconocer, para que sirva de modelo frente al discurso de violencia que se quiere imponer para la dominación de las comunidades.

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