OpiniónOpinión Nacional

La planetariedad de Morin

Uno de los últimos trabajos de Edgar Morin (Paris, 1921), “La Vía: para el futuro de la humanidad”, del 2011, plantea una cartografía de la crisis económicas, medioambientales y sociales que están provocando manifestaciones populares en múltiples lugares de nuestro planeta y más en concreto países latinoamericanos que aún confunden la mundialización con la globalización; es necesario y urgente, expresa Morin contestarnos: ¿hacia dónde conduce la vía que estamos siguiendo? ¿Cuáles son las medidas políticas, económicas, ecológicas, sociales que hay que tomar para reorientar el rumbo? Morin traza en este texto, las diferentes vías reformadoras que se podrían adoptar para conducirnos a una metamorfosis de la sociedad tan asombrosa como la que engendraron la sociedad que pasó de cazadora a recolectora; la gigantesca crisis planetaria es la crisis de la humanidad que no logra acceder a la humanidad.

En la obra “La Vía”, es una tarea inmensamente compleja; hay muchos detalles que van quedando y que haría falta desarrollar con mayor profundad; en la medida que se va identificando el tejido teorético de Morin, se da con nuevos nudos y con infinitas proyecciones de ideas y de conceptos. Pero se hace necesario concentrar en temas puntuales el amplio aporte de un texto que va creciendo por sí solo, en la medida que los lectores lo van descubriendo.  Hay cuatro categorías que delatan la intencionalidad de Morin en su construcción de un discurso crítico y reflexivo.

En este aspecto, la globalización, la cual identifica como la segregadora de miseria y destrucción con la ayuda del capitalismo y las redes de consumo de la sociedad industrial. A ella contrapone la desglobalización, que no es más que la multiplicidad de procesos culturales de comunicación y mundialización que al presentarse permitiría un resurgimiento de una conciencia universal más genuina y de carácter Tierra-Patria, donde se promueva el desarrollo local dentro de lo global.

Como categoría emergente aparece el crecimiento que ha sido una idea equivocada de progreso. Se ha visto que si todo crece y aumenta hay bienestar, lo cual es ficticio e irreal. Lo que se impone es el decrecimiento que es apreciar la calidad y utilidad de las cosas que necesita una sociedad para vivir en pleno confort y no proyectados en cantidades sino en cualidades de una vida cultivada por la cooperación y la solidaridad. Morin desarrolla la evolución de bienes materiales, su contraposición, la involución, viene a denotar la satisfacción de las necesidades interiores, fomentando las aptitudes para una plena comprensión del mundo de vida y del ritmo de la sociedad en una época y especio determinado.

Por último, el autor explica la conservación, la cual no implica más que respetar las tradiciones de las civilizaciones e imponer un rasgo característico a cada grupo étnico; a esto se contrapone la transformación, y esta significa combinar el alcance tecnológico con la herencia del conocimiento práctico de como tomar de la naturaleza lo necesario, y sólo lo necesario, para una vida plena y productiva. Para Morin es necesario “enunciar”; hay que empezar definiendo las vías que podrían conducir a la Vía.

Es importante, destaca Morin, no olvidar la visión planetaria de la actual civilización global, la cual se enfrenta a una aventura loca que empezó hace ocho mil años, llena de crueldad y de grandeza, de apogeos y desastres, de servidumbres y emancipación; hoy hay seis mil millones de seres humanos que necesitan reorientar su rumbo. Morin se pregunta: ¿Cómo no sentir que, en esta crisis y a causa de ella, se recrudece la formidable lucha entre las fuerzas de la muerte y las de la vida? La respuesta que se da Morin es lapidaria: “Las unas y las otras no solamente combaten entre sí, sino que se retroalimentan, ya que la descomposición de la muerte hace posible el renacimiento y la metamorfosis, pero también los asfixia”.

La postura de Morin, es de “evolución”; una de las afirmaciones más aguda de Morin acerca del pensamiento complejo es que éste no existe como explicación o como fundamento para “dar una explicación”, sino que señala “una dificultad para explicar”. Un pensamiento complejo, de existir como lo resalta Morin, no es un pensamiento capaz de abrir todas las puertas, sino de identificar nudos constantes de dificultades que en la medida que son despejadas y abordadas surgen nuevas y más complejas dificultades. Es un espiral constante e infinito, pero a su vez alcanza ciertos niveles de lucidez que permiten a las personas comprehender y aprehender de los cambios y dinámicas del universo y de la civilización humana.

En este sentido, el concepto de complejidad se ha formado de la periferia al centro de los objetivos o metas de estudio de las personas; devino de un macro-concepto ligado en sí mismo, de allí en más, el problema de las relaciones entre lo empírico, lo lógico, y lo racional. Morin expresa que en la complejidad se puede destacar dos polos: el empírico, en el cual lo que ocurre en el mundo es producto de constantes interacciones y transferencias de estímulo que hacen posible materializar hechos o situaciones que influyen en la dinámica universal; y el lógico, que se refiere a la insuficiencia del pensamiento racional de dar respuesta a las reacciones del sistema de pensamiento y surgen las contradicciones como emergencia para crear múltiples alternativas que despejen algunas de las dificultades propias de la dinámica de pensar.

En un aspecto puntual, Morin enfatiza que tanto el “todo” como la “parte” tienen elementos comunicantes que le son afines, pero sin que esto corrompa la autonomía de la parte; somos singulares, expresa Morin, puesto que el principio el todo está en la parte no significa que la parte sea un reflejo puro y simple del todo; cada parte conserva su singularidad y su individualidad pero, de algún modo, contiene el todo. Un ejemplo de esto es el ser humano, el cual pertenece a un todo que es la sociedad humana, pero a su vez es independiente en su parte como ser humano individual, con personalidad e intereses relativos.

Ahora bien: ¿qué somos como seres humanos en la actualidad según Morin? Somos portadores de un pensamiento disyuntivo, reductor; en el cual buscamos la explicación de un todo a través de la constitución de sus partes y aspiramos eliminar el problema de la complejidad, la cual vemos como un obstáculo, pues obedece al arraigamiento de una forma de pensamiento que se impone en nuestra mente desde la infancia, que se desarrolla en la escuela, en la universidad y se incrusta en la especialización; y el mundo de los expertos y especialistas maneja cada vez más nuestras sociedades… Pero esta manera de pensar es irreal, su fundamento está construido sobre la base de falsedades, de superficialidades y de un desconocimiento total de lo que es el hombre y lo que es la sociedad. Para ello Morin da variados ejemplos que ocurren en el sistema biológico y/o físico, demostrando que los límites de las interacciones y reacciones en el mundo, tanto entre objetos y cosas como viceversa, son altamente complejos y por muy variada que sean las explicaciones, no terminan de ser explicaciones, puesto que materializar un pensamiento completo acerca de algún evento de estudio, es infinitamente imposible.

A todo esto Morin llama “dialógica del orden y desorden”; dialógica en el sentido de que las interacciones y reacciones en el mundo humano y físico son totalmente heterogéneas, por lo cual se concentra en un intercambio de información y retro-alimentación que hace posible avanzar sobre algunas dificultades pero no sobre todas las dificultades; el orden y desorden, es una dinámica propia de las organizaciones existentes en el universo; Morin expresa que el todo ha nacido a través de encuentros aleatorios y por ello, del orden aparente, ese que existe en las antesalas de la existencia, hasta las reacciones que generan desorden y caos, son producto natural del proceso de creación en esta realidad universal que reconocemos. Es ante tan evidente realidad que se hace necesario reorientar nuestro pensamiento racional y llevarlo hasta límites de profundidad que tenga como objeto de estudio esas reacciones heterogéneas, aleatorias y de incertidumbre, que es donde encontraremos respuesta acerca del lugar que ocupa el hombre en el universo y, ¿por qué no?, del lugar que ocupa el universo en el pensamiento complejo humano.

Ese pensamiento complejo humano está anclado en la propuesta que en su obra “La Vía” nos ha presentado recientemente Morin; allí aprecia a la sociedad como una organización, la cual está ligada a un sistema, que es un todo constituido de elementos diferentes ensamblados y articulados, los cuales requieren ser reformados. Para Morin el todo tiene una cantidad de propiedades y cualidades que no tienen las partes cuando están separada; a esto podemos llamarlo cualidades que nacen a nivel del todo, dado que emergen, que llegan a ser cualidades a partir del momento que hay un todo; ese  todo, por lo tanto, es más que la suma de sus partes. Ahora bien: ¿cómo entender ese asunto del orden y desorden en la construcción de una nueva vía que en el ámbito de la sociedad moderna ha creado mecanismos artificiales para aminorar el desorden y tener mayor control sobre el medio y sus relaciones? Morin comprende esta situación y responde a ella explicando que las sociedades humanas toleran una gran parte del desorden, y utilizan el desorden como un elemento necesario en los procesos  de creación e invención, pues toda invención y toda creación se presentan inevitablemente como una desviación y un error con respecto al sistema previamente establecido.

Por último, el problema teórico que arroja obra “La Vía”, es vencer la incertidumbre y complejidad de la posibilidad de comprehender el origen de esas incertidumbres; la dificultad no está sólo en la renovación, sino que está en revertir las perspectivas epistemológicas del sujeto, que no es más que el observador científico; lo científico hasta hoy es eliminar la imprecisión, la ambigüedad, la contradicción; hace falta aceptar la imprecisión, no solamente en los fenómenos, sino también en los conceptos, de allí que Morin nos llame a estudiar el azar y la incertidumbre involucrada en los problemas neurálgicos de la humanidad.

*[email protected]

Los comentarios, textos, investigaciones, reportajes, escritos y demás productos de los columnistas y colaboradores de analitica.com, no comprometen ni vinculan bajo ninguna responsabilidad a la sociedad comercial controlante del medio de comunicación, ni a su editor, toda vez que en el libre desarrollo de su profesión, pueden tener opiniones que no necesariamente están acorde a la política y posición del portal
Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba