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La Política del “Así Cualquiera”: Entre la Salvación Fiscal y la Perversidad Económica

Aclaratoria Inicial

Lo primero que habría de advertir al lector es qué entenderemos como la política del “Así Cualquiera”. Pues bien, por esta entenderemos aquellas acciones que sin ser una política económica como las conocemos en la jerga de la ciencia económica, termina convirtiéndose en una cuasi-política que atiende situaciones sin corregir los problemas de manera realista, durable y responsable, mas bien los reproduce. El “Así Cualquiera” es una forma de expresar facilismo en la atención de los mismos.

De la misma manera, entenderemos indistintamente el concepto de depreciación y devaluación del tipo de cambio, pues el caso venezolano, en la práctica, es una simbiosis de sistemas cambiarios de tipo de cambio fijo y tipo de cambio flexible cuando se habla del mercado oficial y el mercado paralelo. No existe la pureza para calificarlos de una u otra manera.

El Contexto

La economía venezolana parece haber internalizado un ajuste constante (devaluación) de su tipo de cambio que ha permitido el financiamiento del gasto fiscal, en especial el financiamiento de los salarios de los trabajadores del gobierno, así como las pensiones y los bonos que otorga. Pero una vez que esto ocurre (incluso antes por las expectativas que se producen) se genera una presión al alza en los precios de los bienes y servicios domésticos. Se termina generando más inflación y renovadas presiones sobre la tasa de cambio, convirtiéndose esto en un círculo vicioso que se retroalimenta.

Sin embargo, el financiamiento del gasto gubernamental con devaluaciones del tipo de cambio ha terminado por convertirse en una “cuasi política” que hace el trabajo de aligerar momentáneamente las presiones sociales en demanda de mayores salarios, bonos y pensiones por parte de la población. Coloquialmente, “Así cualquiera” cubre estas demandas y financia el gasto público. ¿El problema? Que no se están solucionando realmente los problemas económicos del país: no hace que la inflación disminuya o se erradique ni tampoco genera bases sólidas de incentivo durable para la inversión y la producción.

Características y Calidad del Ajuste

Bajo las condiciones actuales de operatividad de la economía, la política de depreciación (ajuste del tipo de cambio) para cubrir el gasto fiscal es una “tabla de salvación” fiscal de muy corta duración y una “perversidad” económica en sí misma porque obliga a la devaluación constante de la moneda para financiar el gasto en ausencia de políticas económicas integrales y consistentes, con expectativas favorables que corrijan verdaderamente el fondo de los problemas económicos que presenta la economía nacional. 

A la vez, hace que la tasa de cambio oficial “persiga” permanentemente a la tasa de cambio en el mercado paralelo y, cuando se distancian en demasía, se potencian aún más las expectativas por una “nueva corrección” cambiaria y obviamente de precios, para terminar concluyendo que la calidad del ajuste es extremadamente ineficiente y dista mucho de ser el deseado.

Comportamientos Recientes

Lo ocurrido en los últimos meses, semanas y días desde hace aproximadamente seis meses, una vez más da cuenta de lo antes dicho. Se devalúa la tasa de cambio constantemente, sin que se permita la recuperación sostenida de las remuneraciones (salario y pensiones), acumulándose un rezago muy importante en un ciclo que se reproduce permanentemente.

En efecto, la depreciación del tipo de cambio oficial que alcanzó 130% aproximadamente entre el 1 de junio y el 2 diciembre de este año, ayudó a financiar las obligaciones con los trabajadores y jubilados del Estado, sin que se cubriera realmente la pérdida de poder de compra real de estos pagos. En realidad, el salario mínimo y las pensiones de jubilación han permanecido inalterados durante este periodo de fuerte aceleración de la tasa de depreciación del tipo de cambio, cuando el Gobierno los había ubicado en Bs. 130 mensuales c/u en marzo pasado, luego de haberlos aumentado en 1.700%. No obstante ello, las remuneraciones reales se han deteriorado significativamente en los últimos 6 meses del presente año, en buena medida porque ni siquiera los mayores ingresos fiscales obtenidos  de la depreciación de la tasa de cambio se han dirigido a financiar aumentos en los salarios y las pensiones.

Por su parte, el ajuste en los precios, medidos a través del índice de precios (IPC) que da a conocer el Banco Central de Venezuela, muestra un incremento de 77% % entre junio y octubre (último dato disponible), lo que representa algo más de la mitad de la depreciación antes referida. Como complemento, los datos que maneja el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cenda), dan cuenta de que la adquisición de la canasta alimentaria (60 productos de consumo básico para una familia de cinco personas) ha acelerado su deterioro durante la segunda mitad del 2022, ubicándose su costo en Bs. 3.132,26 o US$ 376,02 al finalizar el mes de octubre (en junio había sido de Bs. 2.593,47 bolívares o US$ 459,84). De acuerdo con esto, un trabajador necesitaría disponer de Bs. 104,40 diarios (US$ 12 medidos a cambio oficial) para alimentar a su familia, cuando por contraste, el salario mínimo mensual en el país es de Bs. 130, por lo que tiene un déficit de 95,85%. Y esto es tan solo para cubrir sus necesidades de alimentación.

En resumen, se ha producido una significativa pérdida de poder adquisitivo tanto para los trabajadores activos como para los jubilados de la Administración Pública, puesto que “mientras los salarios suben por las escaleras (cuando lo hacen, … no ha sido el caso en los pasados 6 meses), los precios lo hacen por el ascensor”, parafraseando un dicho muy conocido.  

Lo anterior resulta más ilustrativo y significativo cuando se observa que la economía venezolana está altamente dolarizada en cuanto a los precios de sus bienes y servicios, pero no en sus salarios y pensiones (remuneraciones). Una parte muy importante de la depreciación del tipo de cambio se traslada a los precios en bolívares de los bienes y servicios, pero no así a los salarios del sector público, forzando a un rezago permanente de estos últimos frente a los primeros.   

A Título de Conclusión

Intencionadas o no la devaluaciones/depreciaciones correctivas en la tasa de cambio, estas se han constituido en un pilar fundamental para financiar el gasto fiscal nominal. ¡Así cualquiera! Así “cualquiera” financia el gasto nominal. Pero aun así, los recursos que genera no se han destinado a financiar nuevos aumentos en las remuneraciones reales de los trabajadores y el personal jubilado de la administración pública, y a generarles mejoras durables en su bienestar, por lo que quedan a la zaga de la inflación, reproduciendo periódicamente presiones sociales en demanda de mejoras remunerativas.  Dando el beneficio de la duda, cabría reflexionar si la razón de este rezago obedece a la toma de conciencia de los encargados de hacer política económica, tras haber entendido los efectos económicos perversos colaterales que se producen con la aplicación de esta cuasi-política de financiamiento, cuando esta se utiliza de manera prolongada e irresponsable en el tiempo. Podría advertirse una respuesta.

Lo difícil, pero prudente y sensato, es aplicar políticas y medidas conducentes a la erradicación de los desequilibrios y problemas económicos. Atender el gasto fiscal con “pañitos de agua tibia” como las devaluaciones/depreciaciones cambiarias no los corrigen y, mas bien, los potencian cuando este tipo de acciones “correctivas” se hacen recurrentes. Si se quiere avanzar, no hay de otra, hay que aplicar políticas económicas integrales y consistentes, y mejorar las expectativas.  

En este sentido y ante la tentación que siempre existe entre los políticos, cabe señalar que ni los controles administrativos de precios ni de tasa de cambio, logran mitigar la inflación, la pérdida de poder de compra del salario y la desestabilidad cambiaria, por el contrario, las exacerban. 

Finalmente, el gasto del Estado debe financiarse con fuentes sanas y ortodoxas que genere la propia actividad económica. Las depreciaciones/devaluaciones de la tasa de cambio pueden ser una “tabla de salvación fiscal” de corto plazo, pero en el mediano y largo plazo se convierten en una “perversidad económica” para el futuro desenvolvimiento del país, …como ya ocurre.

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