La resignación es mala consejera
Nadie, en su sano juicio, puede considerar que las circunstancias por las cuales atraviesa actualmente nuestro país son las adecuadas para volver a ser una nación normal.
Sin embargo, no es lamentándose o despotricando como vamos a poder propiciar el cambio necesario para resurgir.Se requiere sumar aptitudes y no temer a enfrentar la injusticia, el abuso de poder y la irresponsabilidad que hoy domina.
Tenemos que hacer nuestras las exigencias que internacionalmente han expresado muchos como el Cardenal Parolin, Luis Almagro y tantos otros que reiteran que no habrá salida a la crisis política venezolana, si no se realizan de inmediato elecciones, se liberan los presos políticos, se abren las puertas del país a la ayuda humanitaria y se respeta la voluntad popular reconociendo la majestad e independencia de la Asamblea Nacional.
La tarea de cada uno de nosotros es exigirle a los políticos que ese sea el único discurso, y que aquel que pretenda transitar otras vías personales reciba como respuesta nuestro más absoluto rechazo.
Es hora de comportarnos como ciudadanos y no como súbditos de un Estado perverso que solo beneficia a los que le son leales.
Ser ciudadanos implica ser responsables y luchar sin descanso hasta reconquistar la democracia, la resignación al igual que la abulia es lo que caracteriza a los súbditos.