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La responsabilidad de Maduro

El 23 de septiembre pasado se realizaron dos reuniones de gran importancia, en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, para discutir el caso Venezuela: la del Grupo de Lima y la trigésima reunión de consulta de los ministros de Relaciones Exteriores del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca. En la primera, el Grupo de Lima expresó, en ocho puntos, su visión sobre la situación venezolana. Considero que los más trascendentes fueron los siguientes: “rechazar los reiterados y sucesivos bloqueos del régimen ilegítimo y dictatorial de Nicolás Maduro a los procesos de negociación con las fuerzas democráticas y la Asamblea Nacional de Venezuela para alcanzar una salida política a la grave crisis que padece dicho país; renovar su apoyo al Presidente Encargado Juan Guaidó y a la Asamblea Nacional, como autoridades legítimas y democráticamente electas y destacar su voluntad por alcanzar una salida pacífica conducida por los propios venezolanos;  adoptar nuevas sanciones u otras medidas económicas y políticas contra el régimen de Maduro, orientadas a favorecer el restablecimiento, sin el uso de la fuerza, del Estado de derecho y el orden constitucional y democrático en Venezuela”…

En los considerandos de la resolución emitida por los cancilleres de los países que constituyen el TIAR cuestiona lo siguiente: la participación de autoridades y entidades vinculadas al régimen de Nicolás Maduro en actividades ilegales, en particular el tráfico de drogas, el lavado de activos, el terrorismo y su financiación, la corrupción,  y la  violación de derechos humanos; el territorio venezolano se ha convertido en refugio, con la complacencia del régimen ilegítimo, de organizaciones terroristas y grupos armados ilegales, como el ELN, Grupos Armados Organizados Residuales y otros que amenazan la seguridad continental; la existencia de permanentes violaciones graves y sistemáticas de los Derechos Humanos, entre ellas las detenciones arbitrarias, las torturas, la violencia de género, las ejecuciones extrajudiciales y el uso excesivo de la fuerza durante manifestaciones; el conjunto de esas actividades criminales, asociado a la crisis humanitaria generada por el deterioro de la situación política, económica y social en Venezuela  representa una amenaza para el mantenimiento de la paz y la seguridad del continente, en los términos de los artículo 6, 8 y 20 del TIAR.

Este resumen de los resueltos de las dos resoluciones muestra la percepción que tienen los Estados miembros de esos dos grupos  sobre el impacto que produce en  la seguridad continental la conducta del régimen tiránico de Nicolás Maduro. No es coincidencia de que las dos resoluciones se basen en los artículos 6,8 y 20 del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, los cuales señalan la existencia de posibles amenazas que sin alcanzar la magnitud de un ataque armado, situación planteada en el artículo 1, puede comprometer la integridad del territorio de cualquier Estado americano, su inviolabilidad, su soberanía y su independencia política. Un país, es el caso de Venezuela,  que se encuentra sometido a tan graves acusaciones internacionales debe realizar un análisis detallado de su capacidad militar para poder evaluar, con la mayor exactitud posible, los riesgos a que se expone de mantener tan reprochable conducta.  Dichos documentos fueron avalados por los cancilleres de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y  República Dominicana. El gobierno de los Estados Unidos los respaldó.

Ese grupo de Estados se ha planteado, como objetivo, enfrentar al régimen de Nicolás Maduro hasta lograr el necesario cambio político mediante la realización de elecciones presidenciales justas y equitativas.  Los seguros aliados continentales del régimen madurista podrían ser Bolivia, Cuba y Nicaragua. Es posible que México, Perú, Uruguay, Haití y Belice se mantengan neutrales en caso de que las tensiones se agraven conduciendo a una posible acción armada. Fuera del ámbito continental los posibles aliados del régimen madurista podrían ser Rusia, China, Turquía e Irán. De todas maneras, hay que saber que, por razones geopolíticas y geoestratégicas, la capacidad de apoyo militar de dichos países al régimen de Maduro es casi inexistente Es verdad que las resoluciones mantienen como punto fundamental evitar el uso de la fuerza. Esta posición fue ratificada por Elliot Abrams: “Lo que acabo de decir en el Grupo de Lima es que necesitamos más presión, más sanciones y ustedes verán más sanciones de parte de los Estados Unidos. No estamos hablando de una invasión militar, pero hemos visto que el régimen no quiere dialogar ni negociar seriamente, no quieren un verdadero cambio político en Venezuela”

Este análisis nos conduce a definir dos posible escenarios: el primero, en el cual además de imponer sanciones a funcionarios se aplicarían progresivamente medidas generales sobre nuestra economía para limitar totalmente la capacidad financiera del régimen madurista; el segundo, en el cual se utilizaría la fuerza militar para derrocar a Nicolás Maduro. Es imposible negar que, en cualquiera de los dos escenarios, las consecuencias afectarán negativamente a los  venezolanos. Sin embargo, hay quienes se preguntan, cuánto más sufrimiento del que ya padece se le puede infligir a nuestro pueblo. En todo caso la responsabilidad histórica de cuanto ocurre y de lo que puede ocurrir es de Nicolás Maduro. Era imposible esperar que unas elecciones presidenciales plagadas de irregularidades como fueron las de mayo de 2018 pudieran  ser aceptadas y reconocidas por los venezolanos y las democracias del mundo. Basta con recordar el atropello perpetrado por el Consejo Nacional Electoral al impedir arbitrariamente la participación de algunos candidatos y de varios partidos políticos, así como el descarado uso de los recursos del Estado al servicio de la candidatura de Maduro, el ventajismo comunicacional y la no menos vergonzosa compra de votos. Esa y no otra es la verdadera causa de la actual crisis nacional con sus trágicas consecuencias.

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Nota: es importante resaltar que el cambio de posición de Nicolás Maduro de regresar a Oslo indica el fracaso de su viaje a Rusia. Definitivamente, Vladimir Putin lo presionó para que lo hiciera. Rusia entiende pragmáticamente que Venezuela se encuentra en la órbita de influencia de los Estados Unidos. Son  realidades que debilitan cualquier posición ideológica.

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