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¡La revuelta de la pandilla!

Es monstruosa la actitud del “grupo” de adláteres del chavismo, que en cuenta de la pocilga en que transformaron a ¡La Gran Venezuela! esa que el difunto bautizó como “la patria, patria querida” y “sueño de la revolución bolivariana”, como si nada ocurriese con este desastre “patriota”, siguen con desenfreno enfrentando a los verdaderos patriotas, que derrotados en su “batalla” o en apoyo a la Oposición, insurgen con valentía para evitar que se pierda la esperanza de recuperar la democracia perdida. Esa primera visión enarbolada desde mediados del siglo pasado, y que desde el  marxismo trataron de confundir con el comunismo; “la democracia verdadera”, como la llamaron y que perfiló el sueño de muchos ideólogos y pensadores que creyendo en las bondades de la libertad, han pensado y piensan, que ésta solo es posible en democracia.

Antes dijimos, que en nuestra patria Venezuela, sufrimos la aventura de un fantasmagórico personaje, que como en las fábulas, soñó, soñó y soñó con su querencia, hasta enredarse con los hilos de un Morfeo que lo transformó en cenicienta sin hada, pero con un gran parecido a Pinocho. Todo increíble en los inicios del siglo XXI y el tercer milenio, que como decía Luis Beltrán Prieto: “una argamasa que brotó de un mar de leva, destellando en la arena sin cascajo”, pero ahí lo tuvimos, montado en un taburete presidiendo la República, inventando barbaridades y conduciéndonos a su mismo cadalso, para morir de hambre y de tristeza.

Pero, ¡Increíble!, toda una sarta de perversos aduladores y vividores, que con las alforjas llenas y muchos oropeles en uniformes, togas y birretes, desesperados gritaban: ¡Chávez vive y la lucha sigue! Y todos, con su hija al frente lo llamaron ¡el gigante!. Mientras tanto, en su interminable cola, como en la anti patria, ¡el pobre sin trabajar y muerto de hambre, adormece con la envidia de quien libertad pidió! ¡Patria, patria, patria querida! Una frase para embelesar la ruindad en que el “eterno” nos la dejó como legado.

Muchos, producto del autoengaño y su engañifa, hoy lo lamentan y nos acompañan a desenredar la madeja. Bien dice el refrán o proverbio “rectificar es de sabios”, y así lo vemos. Y cuando se ha pecado, hay que pagar la penitencia con valor, a sabiendas, que esta penitencia es tanto o más grave, cuanto más grave es el pecado. Pero es de gravedad, que en esta lucha entre chavistas buenos y madurirstas, quieran aprovecharse de la coyuntura para intentar regresar a la prosapia del mal, ese mal transformado en “mar de la felicidad”. Solo pedimos a Dios que nos proteja de la ignorancia que se apila con hambre y desesperación en el pueblo incrédulo.

No es justo, ni cordial, que estemos pasando por una crisis provocada a lo perverso. No es tolerable, que criticados como fueron los diputados de la Asamblea Nacional pasada, se hayan refugiado con subterfugios en el TSJ, como magistrados de la SC y se hayan convertido en “rufianes” al amparo de una intolerable justicia banal amparada por esta ilegitima y atroz ANC, que como lo ha declarado la AN, ¡Son ilegítimos! Y si no renuncian, deben ser enjuiciados por violadores de la Constitución y la comisión de delitos contemplados en el Código Penal.

Es loable y responsable la actitud de Luisa Ortega Díaz, quien ha asumido su papel aunque tardío, pero siempre se dice que nunca es tarde cuando la voluntad se tiene. Pero gris es la voz de los desesperados tirapiedras del chavismo, que en lugar de expiadores de culpas y pecados, quieren aprovechar su marabunta para el lavado engañoso del insensato desespero en que todos nos encontramos en esta su patria “chaveca”.

Pareciera que este juego trancado está en manos impías, principalmente las de los militares engañados por su embeleso en el que por mucho tiempo se les vendió como “comandante eterno” y que los mandos militares hoy en trifulca por no vender la patria ni entregarla a los majaderos soñadores que adoran el mando, el grado y el dinero de las prebendas, que sin darse cuenta los condujo a desinstitucionalizar a la FAN y a ponerlas en la picota de un pueblo que las amó desde la independencia y sin mucha prosapia soñaron con ser la institución que la constitución diseñó para la defensa de la patria.

Pareciera, que los mandos militares al fin se dieron cuenta de que su juramento decía: “defender la patria y sus instituciones hasta perder la vida si fuere necesario”, hoy, deben reconocer que más que hacer patria como dijeron en “socialismo”, lo que lograron fue degenerarla y destruir su pueblo hasta la muerte por hambre y miseria, por una terca y estúpida “revolución de m…..”.

La papa caliente está en sus manos. Los justicieros militares deben volver a su rol y recordar que la justicia militar es solo para delitos de “naturaleza militar”, que no para los militares. Todo los demás es ayudar a “la pandilla” que se perfiló con el cuento de “todo en socialismo”,  transformando “todo en miseria”. La voz de mando debe ser: ¡Fuera los militares y las fuerzas armadas del gobierno! y pedir a los magistrados violadores de la constitución que les devuelvan la apoliticidad y el apartidismo establecido en la Carta Magna.

Para lograr la reinstitucionalidad y volver a tomar el paso, solo falta disciplina y orden cerrado que es la materia de los cuarteles. ¡Zapatero a su zapato¡

@Enriqueprietos

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