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La siembra interrumpida

Carlos Canache Mata

Se cita frecuentemente la frase de “sembrar el petróleo” escrita por Arturo Uslar Pietri en un artículo periodístico publicado en el año 1936. Se exponía allí que había que invertir el aporte financiero que nos proporcionaba un recurso no renovable como el petróleo en sectores económicos reproductivos como la agricultura y la industria. Era un planteamiento coincidente con la prédica de los líderes de la generación del 28, señaladamente de Rómulo Betancourt, sobre la necesidad de diversificar la economía nacional para superar su dependencia monoproductora de una riqueza natural perecedera como el petróleo. Ha habido un consenso nacional alrededor de esa propuesta.

Durante el período democrático 1958-1998, la gestión gubernamental se orientó en esa dirección y alcanzó avances importantes. No solo se echaron las bases de modernización del sector agrícola con un nuevo régimen de propiedad para enfrentar el latifundio, sino que también  se crearon organismos y políticas para promover e impulsar la industrialización, destacándose especialmente la puesta en marcha de las empresas básicas de Guayana. El país creció. Así lo manifiesta el economista José Toro Hardy en  reciente artículo (portal La Patilla, 26-07-18), en el que asienta que “durante muchas décadas el precio del petróleo venezolano  se mantuvo en torno a los dos dólares, sin embargo la economía venezolana fue durante todo ese tiempo la economía de mayor crecimiento en el mundo, la que tenía menor inflación, y nuestra moneda, junto con el franco suizo, eran las monedas más sólidas y estables del mundo”. Fue una realidad histórica fácilmente verificable.

Lo anterior se complementó con los logros en la infraestructura física del país. Otro economista, Luis Xavier Grisanti, reseñó, años atrás, lo siguiente: “Desde el 23 de enero de 1958 Venezuela construyó la más moderna red de autopistas y carreteras, los más avanzados hospitales y escuelas públicas de educación primaria, secundaria y universitaria, el más completo sistema de generación, transmisión y distribución de electricidad de América Latina y una respetable industria manufacturera”.

Esa siembra del petróleo que se había iniciado en la era democrática, traducida en diversidad de la economía y menor dependencia de ese recurso, no solo se interrumpió sino que, además, se ha revertido en estos casi 20 años del chavismo-madurismo en el poder, a pesar de haber disfrutado de los altos precios del barril durante la bonanza petrolera. En efecto, vamos para cinco años consecutivos de contracción económica (el FMI acaba de pronosticar que este año 2018 cerrará con una caída del PIB del 18%), lo que se refleja en la notable insuficiencia del sector agrícola para cubrir la demanda alimentaria y el requerimiento industrial de materias primas. Conindustria informó el día 5 de este mes que “Venezuela tenía hace un par de años 12.7000 empresas, ahora solo quedan 3.600, el parque industrial se ha ido cerrando”. Y en cuanto a los servicios públicos, hay una palabra para indicar la situación en que se encuentran: colapso.

¿Hasta cuándo esta “cuesta abajo en la rodada”?.

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