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La urgente necesidad de emitir billetes de mayor denominación

La crisis económica actual que sufre Venezuela no es producto de un bajo poder adquisitivo, sino de un exceso de dinero.  Es como alguien que se enferma no por comer poco, sino por alimentarse mucho más de sus posibilidades, hasta que sus órganos colapsan irremediablemente.

El dinero tiene tres usos principales:  1) Unidad de cuenta, 2) Depósito de valor, y 3) Medio de pago.  Son las últimas dos las que están más alteradas actualmente en Venezuela.

En este contexto, los billetes de mayor denominación que circulan en el país se han vuelto inadecuados.  Los comercios y los bancos están abarrotados de papel.  Cualquiera que acuda a la mayoría de las oficinas bancarias podrá ver cómo llegan depositantes cargando el dinero en cajas grandes (como la caja donde vienen 12 litros de aceite, por ejemplo) y bolsos de mediano tamaño.  Muchas veces el dinero permanece y duerme afuera de la caja fuerte o de las bóvedas porque ya no cabe.  Testimonios como estos abundan, y cualquier empleado bancario puede contarle sus anécdotas.  También hay chistes al respecto que se cuentan, pero nadie propone soluciones.

Ese hecho es uno los factores que fomentan las colas en comercios y bancos, porque los operadores (comerciantes, cajeros, tesoreros, etc.) tienen que dedicar largos ratos para contar el dinero y manipularlo, restando así una parte importante de su tiempo a la atención al cliente, formándose los cuellos de botella.

 

LAS ESTADÍSTICAS

Según las estadísticas que publica el propio Banco Central de Venezuela, el billete que más circula en Venezuela actualmente es precisamente el de mayor denominación, el de Bs 100, duplicando a su más cercano competidor, el de Bs 50, cuadruplicando el de Bs 2 (el de menor denominación), y multiplicando su cantidad por más de 83 veces desde que salió a circulación por primera vez, en enero de 2008.  Para ese momento, hace más de 7 años, los billetes de Bs 2 superaban a los de Bs 100 en más de 6 veces.  Justamente, el que tenía el menor número de piezas circulando era el de mayor denominación, lo contrario a lo que sucede hoy.

El proceso no se detiene.  En el año 2014 se pusieron a rodar 4 veces más unidades de monedas y billetes que en el 2009, destacando los de Bs 100 en el primer lugar, con un 41% del total de piezas.  En términos de valor, más del 80% del monto emitido en el 2014 correspondía a los billetes de Bs 100.

Todo ello es causa y efecto de la innegable inflación que padece Venezuela, y también de la depreciación de la moneda en relación con el dólar de los Estados Unidos (US$).

Eso tiene como lado positivo el hecho de que ya no se falsifica dinero venezolano.  Un empleado bancario me dijo que desde hace 3 años no ve ningún billete falso, y que inclusive, ya no revisan los papeles ante esa posibilidad.

Cuando se lanzó el Bolívar Fuerte, en el año 2008, el cambio estaba en 2,15 BsF/US$, y en los sectores informales rondaba el doble o triple de ese monto, pero la importancia del mercado negro era realmente marginal e insignificante.  Actualmente hay 4 tasas de cambio oficiales, una en 6,30 BsF/US$ (llamada CENCOEX), otra 12 BsF/US$ (SICAD), una tercera alrededor de los 52 BsF/US$ (SICAD II, en desuso), y una cuarta en torno a los 200 BsF/US$ (SIMADI).  Como ven, con la tasa más alta estamos hablando de 93 veces la tasa predominante existente cuando se lanzó el Bolívar Fuerte en el año 2008.

La liquidez monetaria, conocida como M2, en ese período, ha subido unas 15 veces, mientras que el circulante M1 se ha multiplicado por 23.  O sea, todos los valores están alterados y desequilibrados, y las proporciones no se mantienen.

Hasta el año 1999 el BCV publicaba, en sus estadísticas, dos indicadores muy útiles, los multiplicadores monetarios K1 y K2.  En las series actuales, dejó de brindarse esa información desde hace más de 15 años, pero con lo que vemos en la economía, nos suponemos que sus valores deben estar más altos que en una época normal y estable (digamos, como hace 3 o hace 10 años).

 

LA PROPUESTA

Con los argumentos ya nombrados y otros más que hemos obviado por razones de espacio, urge emitir, a la brevedad posible, una nueva familia de billetes y monedas de mayor denominación.  Y cuando digo «a la brevedad posible», me refiero a un lapso que no sea mayor de 3 meses.

De una vez propongo que los billetes de Bs 2, Bs 5 y Bs 10 sean sustituidos por monedas.  Los diseñadores deberán usar colores y formas que eviten la confusión con otras acuñadas anteriormente.

Por otro lado, deben emitirse urgentemente billetes en las denominaciones de Bs 200, Bs 500 y Bs 1.000, y dejar todo listo para el billete de Bs 2.000.

Tengo entendido, cuando se hizo la reconversión monetaria, que habían dejado un diseño preparado, pero sin denominación, con la cara de Rafael María Baralt.  Creo que se puede utilizar de inmediato.

Las otras figuras que podrían salir en los billetes serían, según propongo, las imágenes de Francisco de Miranda, Antonio José de Sucre, Rafael Urdaneta (todos por segunda vez, porque ya fueron utilizados en anteriores familias de billetes), y se estrenaría la de Ezequiel Zamora.  Sabemos que sigue siendo polémico, pero algún día también habrá que utilizar la imagen de Antonio Guzmán Blanco, el presidente del primer Bolívar emitido en Venezuela.

Como se puede notar, he propuesto más personajes que nuevas denominaciones de billetes, para que se pueda seleccionar.

Por último, el Banco Central de Venezuela tiene un personal profesional que puede ensamblar mejor estas propuestas y argumentarlas,  y preparar a la brevedad la nueva familia de billetes.

Si se llega a plasmar, mejoraría la comodidad de todos los ciudadanos y agentes económicos por pasar a utilizarse un menor volumen de papel, y estoy seguro también que disminuirían los tiempos en las colas de las que tanto se habla y en las que tanto se sufre.

 

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(*) Economista, M.Sc.

E-mail:  [email protected]

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