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La visión de algunos sobre Venezuela que mata el optimismo

Pedro Pérez B

Hay muy buena vibra en un grupo de desquiciados optimistas, resilientes y sobre todo irreverentes que desafían a lo preestablecido y las preconcepciones. Son minoría aun, pero el grupo crece. No dicen lo que otros repiten como un script teatral una y otra vez, y si alguien dice lo contrario, como:

“Yo estoy animado y tengo muchas ideas…” le caen encima como si estuviera loco, fuera de contexto, “así no se habla aquí” es la sensación. Debería hacerse una obra de teatro que se desarrolle en una casa -tal vez en Altamira- un cocktail con mesoneros, tequeños, vino, ron y unas botellas de whisky donde están todos bebiendo y hablando:

¿Como estas?
Fregado, mira esto… y esto… viste lo que dijo Maduro, viene otro Dakaso, ya lo veras… mesonero otro Whiskisito por favor
Este país no tiene remedio
El problema es la gente vale…
Yo creo que es la educación…
Otro dice: “aquí se perdió el camino con lo de Pérez Jiménez”.

Sale una joven irreverente un poco distraída y dice: –“A mi me encanta lo que estoy haciendo yo estoy animada, vengo del Avila, qué espectáculo y…” el coro arranca: “epa epa, párate ahí, tu estas loca…” y todos salen a convencerle de que está equivocada, con tequeño y whisky en mano le dicen:

Tienes que ser como nosotros, chama, tu no conoces a este país, estás muy joven, esto no tiene solución, tienes que ser negativa, vente y déjate de ése positivismo loco, repite conmigo: el país no sirve, esto no lo arregla nadie… me voy a Miami, allá somos felices.

Luego se convierte en un coro siniestro que la rodea como la película Rosemarry, los personajes del mal terminan rodeando a la protagonista hasta que ésta sede y grita: “sí es verdad, he sido débil y caído en el optimismo… perdóneme, es verdad, este país esta mal, está fregado, el problema es la gente… y la educación… me quiero ir a Miami, quiero el cereal gluten free…” y cae de rodillas lloriqueando por la vergüenza de haber sido débil y feliz.

A lo lejos la señora de servicio sonríe mientras se recuesta del palo del coleto y cruza la pierna, ya termino de limpiar los baños, los ve y le dice al chofer de Don Alfonso: “esa gente con todo lo que tiene, esta casota, los carrros, el avión, claro esa es la felicidad, seguro están hablando que van a los roques en yate, y nosotros en esta peladera…”

El chofer baila al song de la música que oye, se sonríe y dice: “es así comadre, es así” cambia el tema rápidamente y cuenta: “esta mañana vi una mamita en la cola de los CLAP” y se frota las manos “menos mal que la cola duró 3 horas, ese mujerón necesitó mucha conversa, aquí tengo el número” y besa el papelito ríe y cierra los ojos soñando mientras toma a la doña en chancletas y la pone a bailar, los dos pobres, pero con esa alegría que no entienden aquellos del coro con los tequeños y whisky en mano. Fin de la obra.

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