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Las enseñanzas de David Attenborough

Es fascinante todo lo que ha dicho y puesto en documentales, David Atenborough, ese muy famoso científico que desde muy joven y hasta ahora, que tiene 95 años, ha cautivado a millones de personas deseosas de conocer la evolución y el destino de la naturaleza.

En el documental “The World we live in”  [El Mundo en que vivimos], nos narra como las acciones de los seres humanos han tenido efectos negativos sobre la naturaleza.

Las primeras imágenes que aparecen en el documental son de Chernobyl, cuando Ucrania era parte de la Unión Soviética, que allí construyó una planta nuclear. Por errores inexcusables desde todo punto de vista, la planta explotó causando gravísimos daños que destruyeron una ciudad y contaminaron radio activamente vastas regiones de Rusia y de países vecinos. Sigue describiendo el deterioro del ambiente, de la naturaleza por acciones humanas, por efectos, entre otros de la tala de los bosques, los excesos de una pesca incontrolada, los desechos tóxicos y contaminantes, la emisión excesiva de carbono en el aire. Mientras nos narra todas esas acciones destructivas nos hace sentir muy pesimistas sobre el futuro de la tierra, sobre la pérdida de la biodiversidad. Afortunadamente, al final del documental se refiere a lo que expuso en el Foro de Davos, afirmando que el daño no tenía que ser irreversible y cita casos en los que se revierte el daño como el ocurrido en Costa Rica, país que había perdido más de la mitad de sus bosques pero que con campañas bien ideadas de reforestación ha logrado recuperarlos. Cita lo logrado en una isla del Pacífico que creó zonas en las que estaba prohibida la pesca; en esas zonas creció la población de peces y empezaron a salir para el océano para racionalizar la pesca. Otro caso que cita es el de Marruecos, cuya producción de electricidad es mediante paneles solares cuyo crecimiento podría generar suficiente electricidad para gran parte del Norte de África.

En el referido documental, Attenborough recuerda que su vida ha ocurrido durante la era geológica conocida como holoceno que siguió al período glacial durante miles de años y durante la cual la acción humana no ponía en peligro a la naturaleza, había equilibro y se vivía en lo que él llama una especie de “Edén”. Pero ya se ha dado cuenta de que el haloceno está siendo reemplazado por el antropoceno, período durante el cual la acción del hombre afecta mucho más a la naturaleza. Sus palabras son “The Holocene has ended. The Garden of Eden is no more. We have changed the world so much that scientists say we are in a new geological age: the Anthropocene, the age of humans.” [El Holoceno se ha acabado. Ya no hay un Jardín de Edén. Hemos cambiado tanto al mundo que los científicos dicen que estamos en una nueva era geológica: el Antropoceno, la edad de los humanos].

Pero lo más notable y alentador de lo que Attenborough expone en cuento a la relación hombre/naturaleza lo vemos en su más reciente documental transmitido por Apple TV, titulado “The Year Earth Changed” [El Año que Cambió la Tierra]. En el mismo narra como el bloqueo y las cuarentenas han dado lugar a cambios nunca vistos dentro del Antropoceno. Es un mensaje positivo en la línea del que dio en la reunión de líderes mundiales, reproducido en el documental que antes señalamos “El mundo en que Vivimos”. En ese documental narra los efectos positivos que han tenido para el ambiente las cuarentenas y restricciones impuestas para impedir que se siga propagando la pandemia del Covid 19. Quienes tengan acceso a Apple TV podrán lograr que crezca su optimismo frente al futuro de la humanidad y del ambiente. Llama atención la escena desde un balcón de un edificio en una ciudad de la India donde desde muchísimos años la visión del horizonte era sumamente pobre: una especie de manto borroso. Con las limitaciones impuestas por la pandemia, ahora, desde ese mismo balcón, se pueden ver las montañas del Himalaya. Ahora reaparecen pájaros cuyo canto se oye en ciudades desiertas; se ven de nuevo las ballenas en la Bahía Glaciar; las tortugas ahora pueden ovar en playas en las que ya no hay gente y las tortuguitas nacen y pueden adentrarse en el mar; a los pingüinos ya no les molesta la gente cuando regresan del mar para alimentar a sus pequeños; el aire vuelve a ser puro en ciudades en cuyas calles no circulan vehículos. Se ha logrado que los humanos puedan coexistir con los animales en libre estado, no sólo con los domesticados.

Uno se pregunta: ¿Qué va a pasar cuando se acabe la pandemia? ¿Volveremos a todo lo negativo del Antropoceno? Ojalá los seres humanos hayan aprendido la lección y surja una nueva era de convivencia que me atrevo a calificar como “holoantropeceno».

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