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Las Puputov

La lucha no violenta es, por definición, una lucha muy desigual.

Por una parte tenemos un ejército armado hasta los dientes que cuenta con todos los recursos que brinda el régimen dictatorial de turno. Por la otra, una población civil evidentemente desarmada, cuyo mayor pertrecho es su convicción de libertad y democracia.

A muchos, esta forma de lucha no les convence. El principal argumento tiene que ver con que cómo es eso de que vamos a enfrentar sin armas a unos tipos armados.

El asunto es que una población civil nunca podrá igualar en calidad y cantidad de armas a un contingente policial y militar cuyo único objetivo es proteger la vigencia de una dictadura.

En otras palabras, que cuando en un enfrentamiento se está en desventaja, una buena estrategia es cambiarle el juego al adversario.

La lucha no violenta representa ese cambio de juego. Se obliga a la parte armada a utilizar sus armas contra gente indefensa. El resultado, en el mundo moderno donde los derechos humanos son una prioridad, termina siendo de un altísimo costo político y social para quien gobierna.

Se dice que “la violencia es el arma de quienes no tienen la razón”. Visto así, en la lucha no violenta, quien reprime se asume como la parte que no tiene razonamientos valederos. Por supuesto, por argumento en contrario, quien es reprimido se entiende como el poseedor de la razón.

En las enormes manifestaciones que se están escenificando en Venezuela desde hace más de un mes, hemos visto cómo grupos de jóvenes valientes han enfrentado los organismos de seguridad de la dictadura madurista, principalmente la Guardia Nacional (mal llamada Bolivariana) y la Policía Nacional (mal llamada Bolivariana).

Estos jóvenes están dando una intensa pelea. Están “frenteando” unas fuerzas tremendamente armadas compuestas por cientos de miles de bombas lacrimógenas, escopetas con perdigones y todo tipo de proyectiles incluyendo metras y balas, así como armas cortas y largas.

También se baten con arrojo contra “rinocerontes”, “ballenas”,  “murciélagos”…. no creo que desde la dictadura se atrevan a lanzar los “burros” porque estos están cómodamente guarnecidos en sus aposentos disfrutando del poder.

Los muchachos, además de su inmensa valentía, desarrollan tácticas y usan lo que consiguen a mano. Quizá lo menos “pacífico” dentro de esta lucha no violenta sean los cocteles molotov.

Estos son una suerte de artilugios de fabricación casera, que contienen una mezcla de productos inflamables dentro de un recipiente de vidrio. Su fin, más que una explosión, es la de que se expandan los líquidos inflamables.

Los cocteles molotov son considerados como bombas termobáricas de baja intensidad. En realidad, parecen un juguete de niños frente a las sofisticadas y costosísimas armas que usa la dictadura venezolana.

En esta difícil coyuntura, no es de extrañar que la creatividad venezolana se hiciera presente.

Quizá la inspiración surgió cuando la dictadura de Maduro y Cabello, a punta de tiros y bombas, obligó a cientos de venezolanos a meterse en El Guaire caraqueño.

Esta fue una acción que, como se dijo en su momento, permitió constatar que El Guaire hoy es menos sucio que el Palacio de Miraflores.

Lo cierto es que la Resistencia Venezolana (así hay que llamarla porque ya de hecho lo es) ha diseñado un nuevo instrumento de batalla.

Se trata de la Puputov.

La Puputov es una “bomba” hecha de heces fecales, orine y hasta huevo, colocados cuidadosa y estratégicamente dentro de un recipiente de vidrio como los usados para las mayonesas o mermeladas, o en bolsas plásticas.

Su objetivo: ser lanzada sobre “rinocerontes”, “ballenas”,  “murciélagos” y todo aquél individuo que, armado por la dictadura, pretende ayudar a consolidarla y perpetuarla. Que les quede el dulce olor.

Las mujeres venezolanas, que están dando sus vidas y las de sus hijos por estos días, parecen ser las más entusiastas promotoras de la idea. Como siempre, tienen razón.

Dudo que Gandhi y su gente, en su admirable trayectoria por la libertad, haya ideado una cosa parecida a la Puputov. He revisado los métodos de acción no violenta en los textos de Gene Sharp y no he encontrado algo que se le parezca.

Quizá para algunos sea considerado escatológico. O que no se ajuste a los tradicionales ‘métodos no violentos’. Pero es que así como las dictaduras no son iguales que las de antes, tampoco los métodos de combate pueden ser los mismos.

Finalmente: uno puede aceptar que la solución debe ser “pacífica”. Lo que no se puede aceptar es que a cuenta de esto confundan “pacíficos” con “pendejos”.

¡Que viva la Puputov! Ojalá estos criminales queden llenos por fuera de lo único que tienen por dentro.

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