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Lecciones en torno a la Navidad Ortodoxa

Mientras en  diferentes ciudades de Venezuela el  6 de Enero fue un día de celebración para recordar la llegada a Belen de los Tres Reyes Magos, ese mismo día en la pequeña Iglesia Serbo Ortodoxa  de San Jorge, adornada con iconos de inspiración bizantina,  se reunía  un reducido número de fieles de la lejana Serbia en su sede Caraqueña ubicada en los altos de la Urbanización Horizonte, para conmemorar la Misa Navideña por el nacimiento del niño Jesús. Ello es el resultado de la tradición que varios Patriarcas de rito oriental –contra viento y marea- los mantiene aferrados al viejo  Calendario Gregoriano, gracias al cual el 6 de Enero  se conmemora la Navidad  no solo por los Serbos, sino en una amplia geografía eslava que se extiende  desde  las alturas  del Monte Athos ubicado en la Macedonia Griega, donde los Monjes de 20 monasterios  conservan ese calendario , hasta los millones de feligreses Rusos, pasando por las celebraciones oficiadas por el Patriarca de Jerusalén en Tierra Santa, hasta los seguidores  que viven en Georgia, Ucrania, Bielorrusia y otras iglesias de la Ex Unión Soviética y del Mundo.

Las celebraciones navideñas no pudieron erradicarse a pesar de la represión del totalitarismo Soviético, que ocasionó el triste saldo de muertes de  millares  de  mártires que se negaron  aceptar la Doctrina Comunista del Estado Ateo. Este año se cumple un siglo de los hechos represivos de la Revolución Bolchevique de 1917  cuando millones de rusos vivieron la larga pesadilla de un régimen que sometió a su pueblo a las peores humillaciones. El que se atrevía a expresarse de manera diferente a la “verdad oficial”  era un enemigo que  había que aplastar, entre ellos,  aquellos que profesaban una creencia religiosa. Para esos disidentes,  estaba el horror del Gulag, de las listas que los excluían de cargos públicos, de  las cárceles o del exilio. Ese mismo odio totalitario se expandió después de la II Guerra Mundial al reproducirse el régimen comunista de Stalin  a nuevas regiones de Europa del Este, cuyos ciudadanos también  comenzaron a sufrir el mismo tipo de persecuciones, por el hecho de disentir de los Gobiernos “Revolucionarios”.

Cuando se pensaba que la dominación del odio había aplastado toda tradición religiosa, la caída del Muro de Berlín y el colapso del Socialismo del Siglo XX, demostraron otra realidad que ocasionó el renacimiento del fervor  religioso que permanecía latente en la memoria colectiva de esas Naciones. Parecía un milagro ver en aquellas iglesias católicas, en los templos ortodoxos, en  las sinagogas judías, que antes estaban  vacías porque los creyentes no querían ser criminalizados, de repente se mostraban repletas demostrando que 100  años no fueron suficientes para aplastar los valores y la creencia religiosa de los pueblos.

La fuerza espiritual y religiosa ha sido tan marcada, que en pleno Siglo XXI las nuevas formas de dominación totalitaria tratan de esconder su ateísmo original para camuflarse y tratar de manipular a su favor ese sentimiento imposible de erradicar. Para evitar la manipulación y defender la verdad, bienvenida  sea la Navidad Ortodoxa, la celebración de los Reyes Magos y la fiesta de Hanuka de los judíos: Esas son las lecciones que nos deja la Libertad  unida a la Fe.

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