Lo que depara el Destino

Tuve la oportunidad de conocer al famoso narrador y productor de programas de televisión, Renny Ottolina, fue en 1978, bajo circunstancias muy peculiares. En ese entonces yo era miembro principal del Consejo Supremo Electoral, con el cual Renny había tenido problemas en cuanto a su candidatura presidencial. Su abogado era Carlos Olavarría, muy amigo mío.
Él acudió a mí en búsqueda de solucionar problema que Renny tenía con el CNE en cuanto a la aprobación de su candidatura. Quedamos en reunirnos, Renny, Carlos y yo en el restaurant Gazebo, del cual yo era abogado de su dueño, Erasmo Santiago y de su chef, Robert Provost.
Durante un excelente almuerzo de los que solía preparar Provost, le dije a Renny que yo había logrado solucionar el problema. Renny, muy contento, me invitó a que yo lo acompañara a Margarita, a un acto de su campaña, viajando en el avion de Carlos Olavarría. Poco antes de emprender el vuelo, Carlos me llamó para decirme que no podíamos ir en su avión porque se había dañado y que en el que habían conseguido yo no cabía.
El avión que consiguieron se estrelló en el pico Naiguatá y Renny, Carlos y los tripulantes habían muerto. Sé corrió el rumor de que el accidente había sido provocado por gente allegada a Acción Democrática que quería eliminar la candidatura de Renny, que lucía ganadora.
Inmensa falsedad, ya que el accidente fue causado por un error de Carlos, quien no era piloto instrumental, sino visual y, al enfrentar una tormenta, como era lógico, resolvió devolverse al aereopuerto de la La Carlota, viró al Norte en vez de al Sur como era debido.
El destino no era que yo muriera.