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Lo que el presidente quiere tiene fuerza de Ley

El famoso jurisconsulto Ulpiano fue el autor de la máxima “Quod principi placuit legis habet vigorem” (Lo que le place al príncipe tiene fuerza de Ley). Esa máxima ha sido hecha valer por cuanto dictador y tirano ha existido a través de la historia. Veamos unos ejemplos:

  • En Roma el edicto del pretor tenía aplicación inmediata, cualquiera que fuese su contenido, ajustado o no a las Doce Tablas. Les sirvió mucho a los Emperadores.
  • En la monarquía francesa, es bien sabido lo que dijo Luis XIV “El Estado, soy yo”, “La Ley, soy yo”.
  • En la Rusia zarista, el zar imponía su voluntad como ley, mediante el ukase; en la Unión Soviética también lo hacia Stalin con sus propios
  • En la Italia fascista, Mussolini imponía su voluntad a través de los decretos llamados provvedimenti que el Rey Victor Emanuel aprobaba como decretos reales, sin intervención del parlamento.
  • Son bien conocidos los decretos del Führer Adolf Hitler (Führer Befehle), las ordenes más espantosas que se imponían sin chistar.
  • En la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, en República Dominicana, las órdenes del dictador era cumplidas sin chistar por el parlamento y los jueces.
  • Las órdenes de Fidel Castro en Cuba se imponían sin objeción aunque se tratara del fusilamiento de opositores y disidentes,
  • Los decretos del dictador comunista rumano, Ceaucescu llegaron a tal extremo que dieron lugar a su caída y fusilamiento.

En los Estados Unidos, el Presidente tiene el poder de dictar edictos conocidos como “executive orders”, pero ajustados a la Constitución.

El caso de Venezuela es muy particular: Chávez imponía su voluntad como fuerza de ley a través de la delegación legislativa concedida por la Asamblea para legislar sobre determinadas circunstancias. Chávez se valía de esa delegación para dictar Decretos con Rango y Fuerza de la Ley. Las más de la veces, Chávez excedía su autorización, legislando sobre materias no delegables como las leyes penales, de reserva legal, e incluso dictando Decretos con Rango y Fuerza de Ley Orgánica, siendo que la iniciativa de las Leyes Orgánicas es exclusiva de la Asamblea. Maduro pudo hacer lo mismo que Chávez a través de la delegación mientras tenía el control de la Asamblea; ahora que no lo tiene, sigue imponiendo su voluntad, sin importarle las consecuencias tan gravosas para los venezolanos pero con el apoyo de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia.

Maduro cree que imponiendo su voluntad va a ponerle fin a la tristeza y atraer la felicidad, pero es bueno recordarle la letra de la canción de Tom Jobim:

La tristeza no tiene fin
La felicidad sí
La felicidad es como la pluma
Que el viento se lleva por el aire
Vuela tan leve
Pero tiene la vida breve
Le falta que haya viento sin parar

 

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