OpiniónOpinión Nacional

Longanimidad

Sin duda que los tiempos que vivimos sobrepasan nuestra capacidad de asombro. La adversidad ha llegado como una lluvia torrencial sobre la humanidad; pareciera que se ha recrudecido la maldad en todas sus formas. Y debido a esto, la esperanza de muchos se ha desvanecido; como un dibujo en lápiz que es borrado, solo queda un leve recuerdo de lo que un día anhelamos. Sin embargo, este es el tiempo menos indicado para desmayar, aunque nuestros cuerpos se encuentren fatigados, nuestras mentes estén cansadas y nuestras almas entristecidas. No podemos permitirnos ser doblegados por el mal, debemos persistir en el bien con todas nuestras fuerzas. Es el tiempo de engrandecer nuestros espíritus.

Hay una virtud de la que muy poco se ha hablado, una virtud que abarca varios conceptos, los cuales al ser aplicados se convierten en herramientas extraordinarias para superar los obstáculos en la vida. Se trata de la longanimidad, descrita por el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española como grandeza y constancia de ánimo en las adversidades. Benignidad, clemencia y bondad. Proviene del latín longanimitas: longus que significa largo y animus que significa alma. Lo cual podría traducirse como ser de ánimo profundo, con largo ‘aguante’. La cualidad de perseverancia del alma en practicar el bien en medio de las adversidades, la fortaleza de espíritu para seguir mostrando bondad cuando se está rodeado de maldad; poseer un espíritu afable y apacible al cual el veneno de la mentira, el odio y la violencia no pueden corroer.

El doctor en neuropsicología Richard Davidson, investigador en neurociencia afectiva de la universidad de Wisconsin y considerado como una de las 100 personas más influyentes en el mundo por la revista Times, expresa que la base de un cerebro sano es la bondad, componente de la longanimidad. Basado en investigaciones científicas que ha llevado a cabo, dice que nuestras mentes pueden ser entrenadas en estas cualidades positivas a través de diversas practicas como la meditación, la oración y ejercicios de compasión. Los circuitos neuronales activados por estas cualidades o virtudes activan la zona motora del cerebro, en otras palabras, mueven a la acción. Añade Davidson, que el ser humano posee de manera innata la disposición a la cooperación con otros. No obstante, tanto la bondad como el egoísmo se aprenden en el ejercicio de la vida, en un entrenamiento que viene dado por el hogar, la escuela y la sociedad en general.

Esto nos confirma lo que nos revela el estudio de personas que entregaron sus vidas a cultivar estas virtudes a través de una relación con Dios y la practica constante de ellas en las relaciones interpersonales. Un ejemplo muy claro de esto lo representa el apóstol Pablo, quien antes de su gran experiencia espiritual, de su encuentro con el Señor, como él lo llamaba, era un perseguidor de los cristianos. Pablo fue quien promovió el apedrear a Esteban, el primer mártir del cristianismo. Y mientras él derramaba toda su ira contra este hombre de Dios, fue testigo de su bondad, cuando le escuchó pidiéndole al Padre, al igual que Jesús, que los perdonara porque no sabían lo que hacían. Más tarde, luego de su metanoia, en su vida transformada, estas virtudes destacaron en su carácter, forjado en la adversidad, convirtiéndolo en un gran maestro para todos los cristianos como lo demuestran sus epístolas inspiradoras hasta el día de hoy.

El psiquiatra venezolano Manuel Ortega, hablando sobre los diversos conceptos de la resiliencia expresa que hoy se acepta como el proceso dinámico de interacción de factores individuales, familiares y sociales a través del cual las personas mejoran sus fortalezas ante la adversidad. Además, añade Ortega que se ha planteado un nuevo concepto: longanimidad, el cual hace referencia a la forma como se asumen las conductas resilientes; afirmando que la forma de actuar debe estar motivada por la generosidad, la clemencia y el cariño.

Quizá nuevo, dentro de ese contexto; no obstante, una palabra, un concepto, una virtud muy antigua, promovida por los autores del Nuevo testamento. Además, categorizada como un fruto del Espíritu; es decir, una cualidad que el Espíritu Santo de Dios produce en aquellos que tienen comunión con él. En consecuencia, la longanimidad es una cualidad del espíritu que puede ser inspirada en cada uno mediante la oración y la meditación, así como aprendida mediante el ejercicio de su practica en nuestras relaciones interpersonales. Del mismo modo, si cada vez que enfrentamos la adversidad decidimos actuar con bondad, seguir adelante con ánimo, mantener la fortaleza de nuestro espíritu, perseverando en el bien; entonces, podremos exclamar como Pablo:

“No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, antes bien, nos recomendamos … en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos; en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero, en palabra de verdad… con armas de justicia a diestra y a siniestra; como engañadores, pero veraces; como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos; como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, más poseyéndolo todo”. II Corintios 6:3-10.

[email protected]

Twitter: @RosaliaMorosB

Instagram: @letrasconcorazón

Los comentarios, textos, investigaciones, reportajes, escritos y demás productos de los columnistas y colaboradores de analitica.com, no comprometen ni vinculan bajo ninguna responsabilidad a la sociedad comercial controlante del medio de comunicación, ni a su editor, toda vez que en el libre desarrollo de su profesión, pueden tener opiniones que no necesariamente están acorde a la política y posición del portal

5 comentarios

  1. Extraordinario Rosalia, cuán ciertas tus palabras para esta época. Interesante que no solo se trata de tener paciencia y aguantar, sino sostener con entusiasmo, sin desmayar.
    Cuna necesaria es la longanimidad

  2. No obstante, tanto la bondad como el egoísmo se aprenden en el ejercicio de la vida, en un entrenamiento que viene dado por el hogar, la escuela y la sociedad en general. Esto me hizo mucho bien y me enseña para transmitir mensajes acorde a valores y virtudes que se están olvidando en nuestra sociedad

  3. Cuanta verdad y sabiduria en estas palabras. Yo no conocía la palabra longanimidad y a pesar de haber leído la Biblia no se me hubiera ocurrido aplicarla. Ahora que todo la vida nos ha cambiado a causa de un virus, entiendo y he aprendido su significado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba