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López Contreras con los trabajadores

Al celebrarse el pasado 1ro. de mayo el Dia Internacional de los Trabajadores, es oportuno recordar las ejecutorias laborales del presidente Eleazar López Contreras durante su mandato constitucional (1935-1941). En nuestro articulo anterior (López Contreras, Ley del Trabajo y concesiones petroleras, Analitica.com, 05.04.2019), señalábamos que el presidente de la transición democrática supo calibrar que Venezuela debía contar con una moderna Ley del Trabajo, habida cuenta de que el país estaba convirtiéndose en una nación urbana e industrial a la luz de la preeminencia del petróleo en la economía venezolana, dejando atrás la sociedad rural y agropecuaria de caudillos y montoneras que tanto retraso causaron al advenimiento de la democracia en Venezuela durante el siglo XIX y primeras tres décadas del XX.

La promulgación de una nueva legislación laboral fue uno de los componentes principales del plan de reformas sociales, económicas, culturales y políticas establecido en el histórico Programa de Febrero de 1936, el cual incluyó, entre otras iniciativas, la creación de la Contraloría General de la República, el Banco Central de Venezuela, el Consejo Venezolano del Niño y el Estatuto de Menores, el Instituto Pedagógico, los Ministerios de Agricultura y de Sanidad y Asistencia Social, el Consejo Supremo Electoral y la Guardia Nacional. Se construyeron e inauguraron el Museo de Bellas Artes y el Museo de Ciencias Naturales. Para solo mencionar a dos de sus notables colaboradores, fueron sus ministros de Educación nada menos que don Rómulo Gallegos y el joven Arturo Uslar Pietri, quien entonces contaba 33 años.

En conferencia dictada por la reconocida abogada laboralista, Maria Bernardoni de Goveia (Gaceta Laboral, Maracaibo, abril 2011), la exministra del Trabajo rememora que, a petición del presidente López Contreras, la Oficina Nacional del Trabajo procedió, en las primeras semanas del período constitucional, a elaborar el proyecto de Ley, con la asesoría técnica de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El subdirector de la Oficina y principal redactor de la Ley fue el también joven abogado, Rafael Caldera, quien a la sazón tenía 20 años.

La profesora de la Universidad del Zulia, la UCV y la UCAB explica en su conferencia el contexto histórico en que tuvo lugar la discusión y aprobación de aquella importante legislación por parte del Congreso Nacional, una vez finalizada (con su muerte) la larga dictadura del Gral. Juan Vicente Gómez, el 17 de diciembre de 1935. Nosotros agregaríamos que, durante la Gran Depresión de los años 30, fueron cuestionados los principios del sistema capitalista de libre empresa, en tanto que el nacionalsocialismo nazi y fascista y el marxismo-leninismo implantado en la Unión Soviética prometían supuestos sistemas de gran prosperidad económica para los trabajadores, como el aplicado en la “Dictadura del Proletariado.”

La Dra. Bernardoni destaca que se acogió una “propuesta de equilibrio.” Con la sensatez que evidenció en todos sus actos de gobierno, el general civilista escogió un camino intermedio entre los extremos dominantes. En palabras de Caldera: “ni la teórica libertad del igualitarismo…ni el extremismo que trueca las legítimas aspiraciones de justicia (de los trabajadores) en anhelos de venganza.” La novedosa Ley consagró la jornada laboral de ocho horas, el derecho a la huelga y a la contratación colectiva y la organización de sindicatos, entre otros beneficios sociales.

Y concluye la respetada jurista zuliana:” … para la sociedad venezolana, sobreviviente de la larga y férrea dictadura de Juan Vicente Gómez, constituyó una reparadora solución el que el nuevo texto legal garantizara mejores condiciones de trabajo a quienes con su fuerza de trabajo se ganaban el pan y contribuían al desarrollo del país.”

Hoy podemos afirmar que la Ley del Trabajo de 1936, promulgada por el eximio estadista tachirense, fue uno de los eslabones mas significativos del proceso de democratización que transitó el país al término de la dictadura militar gomecista. Un movimiento sindical sólido e independiente, que no sea un apéndice de gobierno alguno, es una pieza fundamental de toda democracia.

@lxgrisanti

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