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¡Los conflictos existen y existirán en Chile!

Francisco Javier Vargas Galindo

Una sociedad que no tolera ser cuestionada no se supera a sí misma, limitando así su desarrollo”. 

“Es que la intolerancia a la crítica es un problema cultural que tiene que ver con la idiosincrasia del chileno. “En nuestra sociedad existe la creencia y el temor de que si le decimos algo al otro éste se va a molestar y nos retirará el afecto o el beneficio. Entonces, no criticamos ni esperamos que nos critiquen”, explica el psicólogo social Pablo Valdivieso.”

“Esto lleva a relaciones interpersonales de mala calidad  e impide que los individuos se superen a sí mismos y construyan con otros un proyecto común que haga crecer al país. Por eso, es esencial educar para la crítica, desde temprano, ámbito en que padres y profesores tienen un rol especial como primeros agentes socializadores de los niños”.

“La incapacidad del chileno para recibir una opinión adversa se remonta a los orígenes del país. A diferencia de las naciones latinoamericanas que miran al Océano Atlántico y recibieron varias migraciones, Chile quedó aislado y se convirtió en un espacio monocultural, donde impera un orden tradicional y quien se aparta de él es castigado”.

“Así, como dice Humberto Maturana, no consideramos  al otro como un legítimo “otro” en la convivencia y nos cerramos a escucharlo, en vez de preguntarnos qué aporte tiene para enriquecer nuestra vida y ampliar mis horizontes”, explica Valdivieso.     

En Chile cuesta rechazar abiertamente lo que otros proponen. Enseñamos a nuestros hijos a no pelear y consideramos que las personas “conflictivas” son dañinas.

Si no se aprende a decir no y a aceptar el no de otros, se hace difícil reconocer la legitimidad de las discrepancias. Con esto no se hace más grata la vida social ni se evita el conflicto, sino que se torna solapado y se expresa con violencia. Veamos lo que dice al respecto el PNUD:

Cuando los conflictos se producen, ¿qué debiera hacerse?

  2002 2004 2006
Dejar que se muestren los conflictos para que aparezcan los problema 27,5% 42,4% 36,4%
Tratar de evitar los conflictos para que las cosas no pasen a mayores 69,9% 55,6% 61,4%
No sabe o no responde 2,6% 2,0% 2,2%

Fuente: Informes PNUD 2002,2004,2006  www.desarrollohumano.cl  http://desarrollohumano.cl/idh/wp-content/uploads/2017/04/20-a%C3%B1os-de-IDH-Chile_rev.pdf

El cuadro muestra los resultados de la Encuesta de Desarrollo Humano que realiza cada dos años un selecto grupo de científicos sociales, en el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Una de las muchas ventajas de este estudio consiste en que mantiene algunas de sus preguntas centrales, lo que hace posible conocer el cambio que se va produciendo en la sociedad.

Aunque en el año 2004 parecía haber aumentado la aceptación de los conflictos, en 2006 nuevamente disminuye

La mayoría de los encuestados prefiere evitar los conflictos, porque teme que los problemas se agudicen. Esto demuestra una gran desconfianza en las propias capacidades de negociación. Es evidente que el conflicto tiene su cara negativa. Si es extremo y mal manejado puede llevar a la violencia, generar inestabilidad y facilitar comportamientos poco racionales. (Negociación: ¿Cooperar o Competir? de Cristián Saieh, Darío Rodríguez, María Pilar Opazo, Ed. Mercurio/Aguilar, 2006)

Sin embargo, el temor al conflicto es injustificado. La divergencia de opiniones es enormemente útil, porque facilita la innovación y la creatividad, incluso algunos expertos afirman que el conflicto social puede servir para integrar grupos o sociedades, no sólo por aquello de que el enemigo común une, sino también porque las partes en conflicto entran en contacto y llegan a conocerse mejor.

Las prédicas gerenciales y políticas en boga insisten en las bondades de dos factores: la confrontación directa y la amplia participación en la formulación de políticas y la toma de decisiones. Que se hable claro y que opinen quienes se sienten dolientes de una decisión. Tales prescripciones al ser aplicadas a una relación entre amigos, en un grupo familiar, en una empresa, en un sindicato, en una asamblea (en especial de condominios) o en un equipo gubernamental, tienden a generar conflictos. Esos conflictos, si son bien manejados, pueden conducir a una mayor integración entre las partes, a una mayor comprensión del punto de vista del otro o de sus intereses, a mejores decisiones y, por lo tanto, a una paz más duradera, a organizaciones donde fluye la información, a equipos de trabajo más eficientes y a muchas otras situaciones muy deseables. Pero, como manifestábamos en párrafos anteriores, los conflictos mal resueltos o mal manejados –porque hay conflictos que nunca llegan a una solución definitiva– pueden causar mucho daño personal y social, que se expresa en dolor humano, pérdida de recursos, destrucción de organizaciones, desintegración de familias y situaciones de enfrentamientos físico, como las guerras.

Por el potencial de los conflictos para causar el bien o el mal su manejo se ha convertido en una apreciada destreza en quienes tienen como profesión tratar con gente; en particular, los gerentes y los políticos. Pero decir, sólo gerentes y políticos es quedarse cortos porque, a fin de cuentas, todos tenemos que lidiar con gente, sea como líderes de otros o como sus pares. Y aún cuando no ocurra, el potencial para la ocurrencia de conflictos siempre existe. ¿Cómo entonces soslayar el tema del conflicto, aunque éste a muchos desagrade o incomode? ¡No hay manera! Por eso, como sociedad que evita los conflictos, debe dedicar tiempo a discutir desde diversas perspectivas sus fuentes, causas inmediatas y modos de solución. Esto, sospechamos, –con el gobierno de la Centro Derecha– tendrá que hacerse más de una vez porque los tiempos que vivimos son, cada vez más, de inevitable confrontación, en ámbitos tan diversos como el familiar, el empresarial, el gremial y el político, donde sea que el auxilio de negociadores, asesores y científicos sociales pueda contribuir a sacar provecho de las diferencias, en lugar de ocultarlas o reprimirlas.

Adicionalmente debemos destacar que los problemas sociales no resueltos en los 20 años de la Ex Concertación, han sido agravados deliberadamente por el nefasto segundo gobierno de la ex -Pdta. Bachelet,  PC/FSP., han aflorado  con mucha intensidad en el primer año del gobierno de Piñera  y se agravarán en el segundo, con la discusión en el Congreso de  las reformas a las leyes de amarres heredadas, como la tributaria, laboral, educacional.

Lo descarado es que estos izquierdistas mayonesos lo han provocado,  exigen en forma violenta la inmediata solución al gobierno de Piñera y qué duda cabe,  a los futuros gobiernos democráticos Centro Derecha. Por ello, es imprescindible debatir estos problemas y potenciales conflictos con la gente afectada y buscar las soluciones adecuadas, como lo propone el olvidado  Congreso UDI “nuestro compromiso con los que más sufren”, no hacerlo sería evadirlos con consecuencias imprevisibles para la gobernabilidad del país, precisamente lo que persiguen la extrema izquierda socavando la estabilidad del país con incendios intencionales y otros actos terroristas en La Araucanía que atentan contra vidas humanas y bienes materiales, y encima impunes que indignan a los creemos en la libertad y el Estado de Derecho.

La modernización del Estado,  reforma previsional,  mejorar la transparencia de la gestión del gasto público, evaluando los malos programas sociales  y control de la corrupción son prioritarias.

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