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Los discursos de Bolsonaro

Carlos Armando Figueredo

Ya hace tiempo que Manuel López Obrador asumió la presidencia de México. El primero de enero de 2019, Jair Bolsonaro asumió la presidencia de Brasil. Cuando se anunciaron las candidaturas de ambos, a lo largo del mundo se suscitó mucha preocupación; se decía que López Obrador iba a consagrar el comunismo y que Bolsonaro iba a acabar con la democracia en Brasil.

Hace unos meses publiqué un artículo en Analítica titulado “López Obrador y Bolsonaro, Vidas Paralelas” en el que emulaba lo que Plutarco escribió hace siglos. En el referido artículo decía lo siguiente

Al igual que Plutarco cuando oponía un personaje griego a otro romano, nos atrevemos, con osadía, a oponer a López Obrador y Bolsonaro. El presidente mexicano, cuando se postuló a la presidencia de su país, atemorizó a muchos mexicanos que pensaban que iba hacer de México una nueva Venezuela. Las declaraciones y actuaciones suyas han disipado esos temores: entre otras cosas ha manifestado que quiere fortalecer las relaciones entre México y los Estados Unidos, que no quiere acabar con todo lo del pasado pero sí con la corrupción, tan grave, en los gobiernos anteriores. Por su lado, el capitán Jair Bolsonaro, conocido por sus puntos de vista en cuanto a la dictadura militar, su homofobia, su desprecio a los organismos internacionales –llegó incluso a decir que iba a pedir el retiro de Brasil de las Naciones Unidas–, una vez que, por la ventaja que obtuvo en la primera vuelta de las elecciones, ya se veía como presidente tras la segunda vuelta, hizo marcha atrás: reconoció que no todo había sido malo en los gobiernos de Temer y los anteriores. Se comprometió a eliminar la reelección presidencial, a que seguiría tomando en cuenta las ideas económicas y financieras de Paulo Guedes, el reconocido economista de la Universidad de Chicago, quien sería su Ministro de Hacienda.

López Obrador, como presidente, hasta ahora no ha hecho nada que parezca camino al comunismo. En cuanto a Bolsonaro, al juramentarse ante el Congreso y al recibir la banda presidencial de manos de Temer, en el palacio del Planalto, pronunció discursos que vamos a analizar lo más objetivamente, para determinar lo que pensamos que pueda ser su actuación como Presidente de la República Federativo; para opinar lo que, a nuestro juicio, hubo de positivo y negativo en ambos discursos.

En primer lugar, podemos decir que ambos fueron breves, apenas si alcanzaron unos quince minutos. La brevedad es buena cuando lo que se dice es denso; lo largo es inaceptable e insoportable para la audiencia, cuando lo que se dice son puras sandeces como las discursos de Hugo Chávez que duraban horas. La brevedad de los discursos de Bolsonaro tal vez fue intencionada para no incurrir en excesivas promesas que no sabía si podría cumplir..

Veamos lo que dijo en el discurso ante el Congreso:

Para comenzar, después del siempre largo saludo tan usual en estos discursos, dijo: “Con humildad vuelvo a esta Casa (Cámara de Diputados), donde, durante 28 años, me empeñé  en servirle a la nación brasilera, traje grandes embates y acumulé experiencias y aprendizajes que me dieron la oportunidad de crecer y madurar”. Con ello dejó claro que llegó con experiencia político, no como Trump , con quien lo comparan, cuya única experiencia era la de ganar mucho dinero, a veces de modo no muy ortodoxo. Los ocho años de actuación en el Congreso, sin aseverar si fueron exitosos o mediocres, dieron lugar a que los opositores a su candidatura lo investigaran a fondo para determinar si incurrió en actos de corrupción; no hallaron la más leve sospecha.

Manifestó su voluntad de buscar mayor entendimiento, menos desavenencias entre Ejecutivo y Legislativo como las que hubo en gobiernos anteriores al expresar:

Aprovecho este momento solemne y convoco a cada uno de los congresistas, para que me ayuden en la misión de restaurar y de volver a colocar nuestra patria, liberándola, definitivamente, del yugo de la corrupción, de la criminalidad, de la irresponsabilidad económica y de la sumisión ideológica.

Cuando promete y pide ayuda para que Brasil se libere “definitivamente, del yugo de la corrupción, de la criminalidad, de la irresponsabilidad económica y de la sumisión ideológica” hace ver que fue el reclamo del pueblo frente a la corrupción ideológica fue lo que lo llevó a la presidencia, como fuel caso de López Obrador. En cuanto a la sumisión ideológica habría sido bueno aclarar que ella tuvo su máxima expresión durante los gobiernos de Lula y Dilma Rousseff, no así en el de Temer.

Según mi opinión, nos es muy feliz el siguiente párrafo:

Vamos a unir al pueblo, a valorizar a la familia, a respetar las religiones y nuestra tradición judeo-cristiana, a combatir la ideología de género, conservando nuestros valores. Brasil volverá a ser un país libre de ataduras ideológicas.

En efecto, en Brasil tradicionalmente se han respetado las religiones. A pesar de que los brasileros, en su gran mayoría, profesan la religión católica –según El Vaticano, Brasil tiene concentrado el mayor número de católicos del mundo− el protestantismo, fundamentalmente con los evangélico, cubre alrededor del 25% de la población, hay otras religiones como la judía y las de origen africanos, muchas de las cuales se emparentan de algunas maneras al cristianismo son respetadas y, puede decirse incluso los ateos y agnósticos son tolerantes con las religiones. Puede decirse, por lo tanto, que en Brasil no hay discriminación religiosa. Tal vez cuando Bolsonaro pide que se respeten las religiones se debe al hecho de que él es evangélico y de que se criticó mucho el apoyo de sus correligionarios, a su candidatura. Añade el “el compromiso de colocar a Brasil por encima de todo, a Dios por encima de todos” slogan permanente en su campaña electoral que preocupa que pueda pensarse que Dios, en otras palabras la religión, pueda tener influencia en el gobierno, cosa que va en contra del principio de separación de estado y religión.

En cuanto a lo que dice de la “valorización de la familia”, algo que es muy encomiable, ojalá que con ello no se llegue a los efectos negativos tuvo en Venezuela la organización “Tradición, Familia y Propiedad”, de laicos católicos vinculada a grupos muy conservadores de la iglesia católica, rechazados por sectores liberales y progresistas. Hay que recordar que Plinio Corrêa de Oliveira fundó en São Paulo la organización de Sociedade Brasileira de Defesa da Tradição, Família e Propriedadequeanaliza la decadencia espiritual de la Civilización Cristiana Occidental

Es positivo lo que propone cuando dice:

De aquí en adelante nos guiaremos por la voluntad soberana e aquellos brasileros que quieren: buenas escuelas, capaces de preparar a sus hijos para el mercado de trabajo  y no para la militancia política; que sueñen con la voluntad de ir y venir, sin ser víctimas del crimen, que deseen conquistar, por el mérito, buenos empleos y sostener a sus familias con dignidad; que exijan salud, educación, infraestructura y  saneamiento básico, respetando los derechos y garantías fundamentales de nuestra Constitución.

Preocupa que diga: que “el buen ciudadano merece disponer de medios para defenderse, respetando el referendo de 2005, cuando optó, en las urnas, por el derecho a la legítima defensa.” Con ello quiere decir que está de acuerdo en que los ciudadanos tiene derecho a tener armas, lo que no e otra cosa que sostener lo que los estadounidenses pretenden cuando alegan la segunda enmienda de su Constitución para oponerse a las trabas a la adquisición de armas, cosa que refleja, en el Congreso americano, la influencia que tiene la National Rifle Association. También es preocupante que sostenga que el buen ciudadano es el que tiene todos los derechos como si el mal ciudadano no tuviera ningún derecho. Uno se pregunta ¿quién es buen ciudadano y quien es mal ciudadano? o ¿es buen ciudadano quien piensa como yo y malo quien piensa distinto a mí?

Mejor habría sido que hubiera dicho: “los ciudadanos merecen disponer de medios…”.

En materia económica expuso lo siguiente:

En la economía traeremos la marca de la confianza, del interés nacional. del libre mercado y de la eficiencia.

Confianza en el compromiso de que el gobierno no gastará más de lo que le ingrese y en la garantía de que las reglas, los contratos y las propiedades serán respetados.

Realizaremos reformas estructurales, que serán necesarias para la salud financiera y la sustentabilidad de las cuentas públicas, transformando el escenario económico y abriendo nuevas oportunidades.

Si bien lo que propone es sensato, muchos esperaban que se extendiera más en este aspecto, sobre todo cuando cuenta en su gobierno con un economista de tanto prestigio como es Paulo Guedes, su ministro de economía.

Es alentador que diga que los desafíos a los que se enfrenta “solo serán resueltos mediante un verdadero pacto nacional entre la sociedad y los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, en la búsqueda de nuevos caminos para un nuevo Brasil.”

Cuando afirma que “La política exterior retomará su papel en la defensa de la soberanía, en a construcción de la grandeza y en el fomento al desarrollo de Brasil”, parece olvidar que el gobierno que siguió a la destitución de Dilma Rousseff ya había retomado ese papel.

El discurso en el palacio presidencial del Planalto también, como se dijo antes, fue breve, tal vez por las mismas razones de las del discurso ante el Congreso. Fue pronunciado desde lo que llaman el Parlatorio, una especie de balcón desde donde el Presidente se dirige al público presente en la Esplanada, público que no puede ver a quienes hablan sino de la cintura hacia arriba. Después de que Temer le traspaso la banda presidencial a Bolsonaro, ambos con sus respectivas esposas se trasladaron al Parlatorio, junto con el presidente y la suya. El discurso, dirigido al pueblo, a diferencia del pronunciado en el Congreso fue más político, dirigido a la multitud de partidarios que habían votado por él, congregados él en la “Esplanada” de los Tres Poderes. Tuvo una curiosidad nunca ante vista en un discurso como éste: su esposa, Michelle, quien dirige una organización que se dedica a enseñar y fomentar el lenguaje de señas, hizo que a su lado se colocara una experta en ese lenguaje que se encargó de traducir las palabras que pronunciaba Bolsonaro, por cierto a veces con gestos exagerados.

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