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Los dos grandes acontecimientos del año

Los dos acontecimientos más importantes del año, a mi juicio, en el panorama político de América Latina, han sido la reanudación de relaciones entre Cuba y Estados Unidos y el triunfo electoral de la oposición al chavismo en Venezuela. Con uno comenzó y con el otro cierra. Aunque las relaciones entre Washington y La Habana fueron anunciadas en diciembre del 2014, los acontecimientos del hecho cubrieron los primeros meses del presente año hasta el 14 de agosto con la apertura de la embajada estadounidense en Cuba. Por otra parte, la victoria aplastante de la oposición venezolana el 6 de diciembre, es histórica porque marca el preludio de la Sexta República.

Ambos hechos están estrechamente relacionados. Los dos, en el mismo año, marcan un antes y un después, y aunque parezca extraño, lo primero fue consecuencia de lo segundo y no a la inversa. ¿Cómo algo va a ser causa de un hecho ocurrido antes? Esto, al menos en política, es posible aunque no racional. La debacle chavista era una crónica de derrota anunciada con mucha anticipación y la dirigencia cubana estuvo preparándose muy previamente para lo que ya sabía inevitable. El suministro energético venezolano era un sostenimiento circunstancial. Ya antes habían confiado en la perdurabilidad del CAME y la Unión Soviética, y el derrumbe del 89 los tomó por sorpresa. La gran crisis de los 90 los llevó hasta el borde del abismo. La experiencia no podía repetirse y las relaciones con el gran vecino del norte se hicieron indispensables. Sin embargo, esto no era posible sin concesiones considerables. Aunque hoy muchos comentaristas sostengan que la dirigencia de La Habana no ha correspondido en nada sustancial para la reanudación de relaciones, muy pocos hubieran creído posible que aceptaran la libertad de movimiento de los ciudadanos residentes en Cuba hacia el exterior, incluso de los líderes disidentes más irreconciliables, y prácticas capitalistas que en otro tiempo hubieran rechazado como cuestión de principio. ¡Y todavía lo que falta! El tema de los derechos humanos continúa persistente en las conversaciones bilaterales y la dirigencia cubana no podrá continuar indiferente por mucho más tiempo.

Mientras tanto la correlación de fuerzas está variando aceleradamente en el entorno latinoamericano donde esa dirigencia encontraba más apoyo. Los recientes resultados electorales de Argentina y Venezuela fueron desfavorables a esos intereses y el bloque chavista comienza a desmoronarse. No obstante lo que fue derrotado en Venezuela no fue tanto el chavismo como el “madurismo”, pues hasta muchos chavistas, sin dejar de ser lo que son, votaron contra Maduro ante la evidente miopía de una política económica tan disparatada. El chavismo fue derrotado en la Asamblea Nacional y lo será en las elecciones presidenciales, pero no dejará de ser una fuerza presente en el escenario político del país, lo cual significa que no hay regreso a la Cuarta República, que la clase política venezolana no podrá seguir ignorando, como lo hizo antes, a los sectores más desfavorecidos.

Y esto será válido también para Cuba. Un prestigioso ex preso político y prominente líder demócrata cristiano, expresaba en un artículo (Alberto Muller: “Faltan por izar otras banderas en Cuba”, el Nuevo Herald, 20 de agosto, 2015), que además de izarse la bandera estadounidense en la embajada en Cuba como símbolo de la reanudación de relaciones entre ambos países, es preciso izar otras dos: la de los derechos humanos y la de la reconciliación y el diálogo entre todos los cubanos. En realidad le faltó una: la de rescatar de la miseria a la mayor parte del pueblo cubano. Los cubanos de las dos orillas del espectro político cubano no podrán seguir ignorando al sector más desamparado de la población: los que viven hacinados en pequeñas viviendas, en barrios marginales, en solares y edificaciones desahuciadas.

Tanto los cubanos como los venezolanos, tan hermanados por la historia, tenemos una gran misión por cumplir en los siguientes años: crear dos nuevas repúblicas con todos – y esto es más que un lugar común –, y para el bien de todos.

Ariel Hidalgo

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