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Los rostros de la violencia

Roberto Patiño

Vivimos una cotidianidad en la que la supervivencia y la búsqueda de soluciones a las necesidades básicas ocupan nuestras acciones y pensamientos. Graves problemas de la crisis como el alimentario, de la salud y la hiperinflación, así como la emergencia de servicios básicos (electricidad, agua, transporte), priorizan la atención de la gran mayoría de los venezolanos.

Esto ha opacado al que sigue siendo uno de los principales males de nuestra sociedad, la violencia, que continúa desarrollándose y manifestándose en nuevas expresiones, mezclándose con los otros problemas de nuestro convulsionado entorno.

No nos referimos solamente a la violencia criminal, que alcanza altos niveles en nuestro país, sino a la que ha caracterizado al régimen de Nicolás Maduro como parte de su deriva dictatorial: la violencia producida y fomentada desde el Estado y sus instituciones.

Hemos vivido una agudización extrema de la represión que se ha evidenciado en operativos como las OLP y las acciones de cuerpos como las FAE, en los que se producen hostigamiento a comunidades y numerosas violaciones a los derechos humanos en la forma de aprensiones ilegales, ajusticiamientos y torturas.

Esto se ha sucedido de igual forma en la persecución y criminalización de la disidencia política y la protesta social. Las brutales represiones producidas en los años 2014 y 2017 se continúan en expresiones más locales contra los cientos de protestas que se suceden diariamente en distintos puntos del territorio.

En todos estos casos actúan fuerzas públicas del Estado, pero también grupos paramilitares e ilegales cercanos al gobierno, y se violan procesos legales y constitucionales. Dan testimonio de esto desde las declaraciones de presos políticos como el diputado Gilbert Caro, que relata los horrores de su injusto confinamiento, hasta informes como el de la Organización de Estados Americanos, que denuncian la violación masiva y dantesca de derechos humanos por parte del actual gobierno.

El ejercicio de la violencia del Estado sobre los ciudadanos también se manifiesta de formas menos usuales, pero igualmente perniciosas: el uso de la distribución de alimentos para presionar y chantajear a sectores de la población, la imposición de “perreras” como vehículos de transporte público no aptos para esta función con los consecuentes accidentes y muertes que estas ocasionan, la falta de respuesta gubernamental a los enfermos crónicos, a los que se les niegan medicamentos condenándolos a la muerte.

Todo esto coloca al ciudadano frente a un Estado que no solo es incapaz de garantizar la seguridad de los venezolanos, sino que activamente genera acciones y políticas que atentan contra el bienestar y la vida de las personas.

Esta situación ha ido escalando de forma sostenida a medida que el régimen radicaliza su modelo autoritario y en respuesta a ello las personas han buscado apoyo en ONG y organizaciones sociales, en las que puedan tener desde asesoramiento legal hasta ayuda material.

En el Movimiento Caracas Mi Convive, hemos sido conscientes de la violencia como un mal social crónico, pero también de las nuevas expresiones que esta ha tomado en el contexto de la crisis actual, con el Estado convertido en un factor determinante de su promoción.

Articulándonos con comunidades y otros sectores de la sociedad, hemos generado programas para enfrentar la violencia dando apoyo a las víctimas y sus familiares, desafiando la normalización que desde el Estado pretende hacerse de la misma, y recopilando información veraz y organizada que permita una mejor comprensión del problema y la posibilidad de elaborar planes y políticas para abordarla efectivamente.

Así llevamos a cabo Monitor de Victimas, que recopila información veraz sobre casos de violencia en el Municipio Libertador en conjunto con líderes locales y el medio digital Runrunes. Monitor fue reconocido con el premio al “mejor equipo pequeño de periodismo de datos” en los Premios de Periodismo de Datos 2018 entregados en Lisboa, Portugal, el jueves 31 de mayo.

De igual forma hemos constituido la Unidad de Atención a la Victima que brinda apoyo legal y psicológico a las personas y comunidades, y Cuéntame Convive, que ha visibilizado numerosos testimonios de resiliencia a la vez que promueve una nueva narrativa de empoderamiento y respuesta desde los valores convivenciales.

La dimensión del problema de la violencia se seguirá ahondando en la medida que el modelo dictatorial continúe manteniéndose. Si bien es cierto que solo con un cambio político podremos dar soluciones determinantes a esta situación, debemos continuar generando y fortaleciendo esfuerzos entre los distintos sectores sociales para enfrentarla. Debemos reconocerla en todos sus rostros y responder desde la convivencia, el reconocimiento, el apoyo y la solidaridad.

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