El EditorialOpinión

Los saqueos, una forma de desintegración social

Los recientes saqueos ocurridos durante el mes de enero en Venezuela, son un ejemplo del nivel de desintegración social ocurrida en el país. La hiperinflación que genera hambre, así como la convicción en muchos de que pueden actuar con total impunidad, favorece conductas socialmente reprobables en cualquier país organizado.

La función primordial del Estado, como organización política de cualquier sociedad, es garantizar el orden público, asegurar la aplicación de las leyes e impartir, imparcialmente, la justicia. En nuestro país se aplica una concepción ideológica errada, mediante la cual los individuos en estado de necesidad no son responsables de sus actos, sino que son consecuencia de un orden social injusto.

Cómo puede esta tesis peregrina explicar en la practica -si es que tuviese un fundamento científico cierto-, que, después de 18 años de la llamada ¨Revolución Bonita¨, que predicaba que Venezuela era de todos, la pobreza se haya extendido hasta el punto que hoy la inmensa mayoría de la población venezolana subsiste a duras penas frente a la escasez creciente de alimentos y medicinas, que cuando se encuentran muestran precios inaccesibles.

El saqueo, tolerado o parcialmente reprimido, no soluciona  el hambre, sino al contrario la aumenta, porque los que se dedican a la producción, distribución y comercialización de alimentos, o se retirarán de esas actividades tan peligrosas o, peor aún, contrataran a gente armada para que proteja sus intereses y su seguridad personal. Así ocurrió en Colombia con las autodefensas y conocemos lo terrible y sangrientas que fueron las consecuencias.

Hoy en Venezuela se requieren muchos cambios, no solo de gobierno, sino de otras funciones indispensables para que una sociedad pueda vivir en paz. Sólo para mencionar algunas, aparte de la absoluta necesidad de cambiar el modelo económico, está la necesidad de rescatar los valores morales esenciales como la erradicación de raíz de la corrupción como forma usual de enriquecimiento, impartir a través de la educación no solo conocimientos, sino también el sentido de responsabilidad y solidaridad social, promover, facilitar y proteger la capacidad emprendedora del venezolano, asegurar que cualquiera pueda tener acceso a centros de salud, restablecer la institucionalidad garantizando la división de poderes y la alternabilidad democrática y devolver a las Fuerzas Armadas a su función natural, que no es otra que garantizar la independencia y soberanía nacional.

Estas y otras muchas tareas más deberían formar parte de un proceso de transformación individual y colectiva, que asegure un futuro próspero en el que de verdad Venezuela pueda ser algún día, esperemos no muy lejano, auténticamente de todos.

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