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Macri-Cristina: la batalla final

Sebastian Chiappe

En diciembre de 2007, Cristina Fernández de Kirchner asumía como presidenta de la nación. Al mismo tiempo, Mauricio Macri lo hacía como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Pese a estar en las antípodas de pensamiento, aquel fin de año comenzaba una relación política entre ellos. Una relación con diferencias insoslayables, aunque por momentos también se trató de una relación de conveniencia mutua. Cada uno representaba todo lo que no quería ser el otro. Eso institucionalizó el amigo-enemigo contemporáneo en la política argentina. Nació con el kirchnerismo, continuó con el macrismo y este año tendrá su contienda definitiva.

Con estrategias diversas, Mauricio Macri y Cristina Kirchner pusieron en marcha su maquinaria electoral de cara a las PASO, las elecciones generales y, posiblemente, la segunda vuelta. Ambos dieron golpes de efecto con sus fórmulas. Mientras que la expresidenta optó por un viejo amigo —con el que estuvo distanciado— para correrse hacia el centro y apoyarse en la fama de hacedor de acuerdos de su nuevo compañero, el actual presidente contestó con la designación de un enemigo —con el que se fue acercando en los últimos años— para mostrar apertura frente al círculo rojo y, principalmente, gobernabilidad en un eventual segundo mandato.

Los dos patearon el tablero y sacudieron el escenario político; sin embargo, el posterior cierre de listas demostró una vez más que hay cosas que todavía se definen en mesa chica y que, para este partido, hay que elegir a los fieles. Marcos Peña, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal armaron las listas puertas para dentro del PRO. La UCR y la Coalición Cívica de Elisa Carrió completaron la nómina. Del otro lado de la grieta, copó la Cámpora en estado puro y hubo algunas atenciones con otro viejo amigo, Sergio Massa. Hubo unificación de criterios en los principales distritos y, en los que no, serán las primarias abiertas simultaneas y obligatorias las que definan.

A partir del cierre de listas, la polarización se profundizó, según indican las encuestas más confiables. Al igual que en 2015 y en 2017, cualquier intento de tercera vía se desvanece ante la mera presencia de Mauricio Macri y Cristina Kirchner. Ambos cuentan con un voto duro que —pase lo que pase— elegirán por uno de ellos en todas las instancias electorales que haya. Las jugadas implementadas para elegir a sus compañeros de fórmulas fueron veneradas y puestas por propios a la altura de decisiones que solo toman los grandes estadistas. Para comprender la lógica: el fanatismo adoctrinó a la tropa y se encargó de pulverizar a otras opciones. En el 2019 se trata de ella o él.

Las PASO que se realizarán el 11 de agosto no definirán internas en la categoría a presidente, por lo que se trasformarán en la mejor encuesta nacional para saber dónde está parado cada uno a poco más de dos meses para las generales. Un triunfo de alguna de las dos fuerzas por más de 5 puntos de ventaja podría invitar a pensar en una victoria en primera vuelta, algo que hoy resulta impensado, pero que es el sueño de todos. De llegar al ballotage, ya hay una certeza y otra incertidumbre: no se sabe quién ganará, pero sí que, ante la división de la sociedad, será por una diferencia ínfima.

La polarización en la Argentina es tan grande que no permite que surjan opciones de centro competitivas ni otras opciones que separan a los extremos de las ya existentes. A la izquierda del kichnerismo está el denominado FIT que, pese a haber logrado la unidad en los últimos años, elección tras elección apenas retiene su pobre caudal de votos. A la derecha del macrismo, en esta elección intentan surgir opciones liberales, pero por el momento distan de competitividad. «Mauricio y Cristina lo hicieron», podrían reflotar los publicistas en honor a una vieja campaña política de los años noventa.

Pasaron doce años de aquel diciembre de 2007. Cristina presidió la Argentina ocho años y Macri los últimos cuatro. En aquel entonces se eligieron como enemigos y construyeron en base a éxitos propios y defectos ajenos. Hubo algunas advertencias de que este momento llegaría. Y así es, llegó. Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner definirán en la próxima elección mucho más que un presidente. Definirán un modelo de país, de conducción y cuál de los dejará su rol protagónico dentro de cada espacio político para iniciar una nueva vida. Podría ser dentro del Congreso de la Nación, en los Tribunales o tal vez mismo fuera del país, aunque ni ellos todavía lo tengan claro. Lo que sí tienen claro es que están frente a la batalla final.

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