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Me pregunto ¿por qué será?

Leyendo ciertos artículos sobre la situación política en España, me vino a la memoria el recuerdo de algo que escribí hace más de tres años. Los artículos ponen de manifiesto que buena parte de la población española, más propiamente en el sector que tiene como centro de sus actividades la política, existe una tendencia autodestructiva hacia la unidad misma de España, de su monarquía como forma de gobierno (aunque ella sea más de forma que de fondo) y finalmente hacia la entronización de ese socialismo que años atrás definió Castro (el In-Fidel) como comunismo.

Señalaba entonces que la causa de la simpatía por Castro que compartieron dos figuras tan antagónicas en España como Santiago Carrillo y Francisco Franco y Bahamonde no podía tener otra explicación, que la sintonía que Castro les hacía sentir con su vehemencia frente al “imperialismo yanqui”. El porqué de esa sintonía lo situaba en el hecho de que la guerra entre Estados Unidos y España el año 1898 es la que hace cesar el “imperio donde no se ponía el sol”, con la independencia de Cuba y la entrega de Puerto Rico y Filipinas.

Esta idea de nuevo toma fuerza porque siento como una enorme incongruencia que después de la caída del muro de Berlín, la desintegración de la Unión Soviética, la conversión hacia la democracia tanto de las repúblicas europeas subyugadas por la U.R. S. S como resultado de la guerra: Polonia, Checoeslovaquia, Hungría etcétera, como de lo que fuera la semi independiente Yugoeslavia del mariscal Tito hoy: Servia, Croacia, Eslovenia etcétera, que en una nación como España pueda su población ser atraída por esa fantasía, cuyos estertores se ven hoy de manera patética en Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Pero ahí está presente. Los españoles de hoy son como los de ayer; y éstos no fueron culpables de la desaparición del “imperio donde no se ponía el sol” y creen que hay que buscar un culpable, más bien creen que lo encontraron; y que se llama el imperialismo yanqui. Los españoles de tras antier también lo practicaron trescientos años antes de la independencia de Cuba y la pérdida de Las Filipinas. Cuando Felipe II envió a su Armada Invencible a cruzar el Canal de la Mancha y resultó vencida por su oponente, una mujer, la Reina Isabel (Elizabeth). Felipe también encontró al culpable. No existía entonces el imperialismo yanqui, fue la “naturaleza” y él no había enviado su armada a ese combate.  

Así están los españoles hoy y en buena medida nosotros los hispanoamericanos, creyendo que la culpa de nuestros males la tienen los demás; y aunque somos parte de esa civilización occidental judeo-cristiana nunca hemos aprendido a pesar de rezarlo a diario que lo que nos sucedió, nos sucede y nos sucederá es: por mi culpa, por mi culpa y por mi grandísima culpa.

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