Miguel León Portilla: Revelación de la Sabiduría Azteca
“Aquí estás mi hijita, mi collar de piedras finas, mi plumaje de quetzal, mi hechura humana, la nacida de mí… Aquí la tierra es lugar de mucho llanto, lugar donde se rinde el aliento, donde es bien conocida la amargura y el abatimiento.., para que no andemos llenos de tristeza, el Señor nuestro nos dio la risa, el sueño, los alimentos, nuestra fuerza y nuestra robustez, y finalmente el acto sexual, por el cual se hace siembra de gente…”
Códice Florentino, 1979, libros VI, folios 74v.75r.
La ausencia de Miguel León Portilla el 1 de octubre de 2019, hace presente su inmenso aporte al conocimiento de la sabiduría y comprensión de los antiguos mexicanos. Abrió nuevas dimensiones cognoscitivas en muchos de sus libros, que inicio en su tesis doctoral “La Filosofía Náhuatl, estudiada en sus fuentes”, 1956, asesorado por el sacerdote Ángel María Garibay. Este primer texto del filósofo, historiador, antropólogo y académico mexicano ha sido traducido al inglés, francés, alemán, checo y ruso entre otras lenguas. El libro más conocido del historiador es “La Visión de los Vencidos”, 1959, en él crea una manera de percibir la historia desde el otro, a través de escritos de los aztecas relata con la palabra de los conquistados como percibieron la trágica conquista, libro llamado el gran poema épico de la tradición antigua, traducido en quince idiomas.
Muchas de sus publicaciones fueron revelaciones, motivadas por su pasión por el conocimiento y al compartirlo creó una generación de investigadores, y un selecto grupo de nahuatlatos que continuarán su infatigable labor, y posiblemente los actuales hablantes de náhuatl, no tendrían el vigor que tienen en el presente por su infatigable labor.
La palabra oral y escrita del maestro Portilla (1926-2019), estaban ausentes de cualquier toque de soberbia, tenía el don de la humildad, y la sencillez de su verbo, aderezado con un agudo sentido del humor, que convertía complejos símbolos y crónicas al interpretarlos en lecturas amenas.
Sus reflexiones sobre la filosofía Náhuatl, muestran sus diversas visiones del mundo a través de las reflexiones de los tlamaltine, los “sabedores de cosas”, descripto en la “Historia General de las Cosas de Nueva España”, en el Códice Florentino por fray Bernardino Sahagún; y su selecto grupo de informantes que habían estudiado en el calmecac (centro de enseñanza mexica). El fraile definió al tlamaltine de filósofo, y esto se justifica por sus atributos:
“Suya es la tinta roja y negra, de él son los códices. El mismo es escritura y sabiduría. Es camino y guía veraz para otros. Maestro de la verdad no deja de amonestar. Hace sabios los rostros ajenos, hace a los otros tomar una cara, los hace desarrollarla. Les abre los caminos, los ilumina….” (1)
Estas descripciones muestran a un personaje, que ayuda a otros a encontrar su propio camino, como lo hubiera hecho Sócrates en la antigua Grecia. Dentro de la visión del mundo trágica del cosmos como la Azteca, caracterizada por un tiempo divido por edades, e inestable, el tlamaltine guía a los hombres a que asuman una posición existencial, ante los dilemas que confrontan.
“¿Acaso de verdad se vive en la tierra? No para siempre en la tierra solo un poco aquí. Aunque sea jade se quiebra. Aunque sea oro se rompe. Aunque sea pluma de Quetzal se desgarra. No para siempre en la tierra solo un poco aquí. ¿Acaso hablamos algo verdadero aquí, dador de la vida? Sólo soñamos, solo nos levantamos del sueño…” (2)
Conocí la obra de Portilla por casualidad, hurgando en la biblioteca de la Universidad Metropolitana de Venezuela, al buscar material bibliográfico para investigar. Y entre esos anaqueles encontré su libro “La filosofía Náhuatl, estudiada en sus fuentes”, 1956, fue un choque intelectual, leer como Portilla se adentraba en esa visión del mundo a través de expresiones poéticas, y códices. Dando claves para profundizar tanto en el pensamiento Náhuatl, como desplegando una metodología para acercarse al modo de pensar de otras civilizaciones dominadas por el mito. Eran los ochenta. Quince años después de haberlo leído inicie los estudios en la UNAM, y se convirtió el maestro Miguel León Portilla, en el guía a mí acercamiento al universo cultural y espiritual Mesoamericano. Fui su alumno por varios años, en seminarios y clases de náhuatl. Oír a los nahuatlatos conversar sobre las palabras nahuas, orientados por él, era apasionante. Entre sus seminarios y conversaciones me atrapo el tema de la risa como expresión estética, filosófica y religiosa, al comunicárselo se entusiasmó y me oriento a desarrollar esa temática, no solo entre los mexicas, sino entre los mayas y las culturas veracruzanas. Y así se fue tramando la tesis doctoral Lo sagrado en el Arte: La Risa en Mesoamérica, 1997, publicada en la universidad Veracruzana, 2000, asesorada por Doris Heyden, que nunca hubiera nacido sin ese contacto vivo con el maestro de los maestros americanistas, cuya vida y obra seguirá inspirando a generaciones
Cita:
(1) Códice Florentino, libro X
(2) León Portilla, Miguel. Los antiguos mexicanos. A través de sus crónicas y cantares. F.C.E. México, p.p.120-121, 1976
Disfruté muchísimo articulo! Soy hija de Venezolano y Mexicana. Me encantaría leer esta tesis! Esta visión sabia del sentido de la vida es increíble. También recordé la filosofía Tolteca del Sur de México publicada en el libro los 4 acuerdos. Alguna vez leí sobre este tema de la risa y los antiguos pueblos africanos. Hay que re-aprender