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Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario

Francamente, jamás pensé que esa frase, que en algún momento de la vida política venezolana fue motivo de chanza, a pesar de haber sido proferida como profunda reflexión por el finado Carlos Andrés Pérez (CAP), en su primer gobierno, fuera a resucitar en 2015 con la pertinencia que hoy lo hace. En aquel momento pretendía CAP delimitar políticamente el rumbo de su gobierno y así aseveraba que no era ni comunista ni capitalista, sino todo lo contrario.

Otros jefes de Estado, como Fidel en Cuba y Chávez en Venezuela, fueron muy tajantes al describir sus gobiernos como no comunistas. No les creyó casi nadie y la historia los probó mentirosos, acomodaticios y manipuladores.

Siguiendo las enseñanzas de CAP y otros que en el mundo han sido, el gobierno actual, aprendió a no llamar las cosas por su nombre y a definir vagamente lo indefinible. Con el juego de las indefiniciones y de las acciones inconclusas, del aplazamiento de la decisiones importantes, de los rumores conmovedores, la falta rotunda de información, la interacción con los cooperantes y la perenne amenaza, el gobierno nos produce el mareo suficiente para que la orientación de nuestras acciones sociales y políticas no vayan más allá de la queja y del lamento tímido y precavido.

Pero lo más grave es que lo mismo pasa en la oposición. Si el gobierno usa frases vacías, sin sentido aparente o contrasentido y hasta inútiles, la oposición también. Las frases terminan siendo entonces las guías definitorias del estilo de lucha política y el miedo es el ritmo, color y volumen en tonos desvanecidos de la confrontación política.

La oposición dice: “Sin partidos no hay democracia. Pero sin ciudadanos tampoco.” Frase explosiva pero inútil. Es a la oposición a quien le corresponde formar y sumar ciudadanos y a estos agruparse, por sí mismos, no es una tarea pastoril de la oposición, es una necesidad individual, por aquello de la unión y la fuerza.

El catálogo de frases rimbombantes, altisonantes, estrambóticas, pegajosas y en apariencia profundas y plenas de sabiduría, es en realidad una colección de dichos sin mayor sentido o inútiles en cuanto a su aplicabilidad. Así es como se está desenvolviendo la política actual en Venezuela y seguimos aplicando planes y posibles soluciones que, como dijo una vez un alto oficial israelita a propósito de Gaza (Amos Gilad, 2010): “… son malas soluciones, muy malas soluciones y peores soluciones.”

La labor de construir el país es no sólo batallar electoralmente, es también generar y construir la infraestructura de la democracia, contra viento y marea, y eso no es sólo tarea del Estado, es de todos y la parte que como oposición nos corresponde es clave, vital y necesaria. No es con lo que brinda el gobierno que articularemos la democracia es también con nuestra creatividad, experiencia, arrojo, valores y esperanzas que daremos apoyo sólido a una democracia en la cual esperamos electoralmente figurar exitosamente sin indignidades ni subordinación alguna, incluyendo, respetando y enalteciendo los valores de los ciudadanos y de la Nación.

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@arequena

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Un comentario

  1. En la Oposición, en lugar de llamar al pan pan y a la dictadura dictadura, siguen camuflando la realidad con eufemismos y dorándole la píldora a los descontentos de lado y lado, procurando un discurso ambiguo que complazca a opositores y chavistas, lo cual es un sinsentido, que resulta contraproducente, pues si el discurso opositor insiste en que «la praxis chavista tiene aspectos que deben ser mantenidos» (como las dádivas, llamadas pomposamente «misiones», la inamovilidad, la sobresaturación de las Nóminas, etc), el chavista -aunque esté descontento- siempre ha de preferir al original que a la copia. También hay una mezcla irresponsable de dircurso político y laico, con sermón religioso y demagógico, representado por esa ridiculez de pretender incluir un factor ajeno, intangible e inexistente, al conjunto de los elementos en cuyas manos está la resolución de nuestros problemas: «El tiempo de dios es perfecto», que del otro lado reciprocan con el «dios proveerá». Nos dejan a todos en el LIMBO y posponen las soluciones, prolongando la grave situación por la que atravesamos casi todos.

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