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¿Ocaso político de Netanyahu?

La sociedad israelí del siglo XXI ( 80% de judíos frente a un 20% de población árabe), sería un crisol de razas, costumbres, lenguas y valores que tan sólo tendrían en común su origen judío y en la que se estaría produciendo un golpe de mano silencioso de una minoría ultra ortodoxa,los “haredim” que tan sólo representan el 10% de su población pero que serían un Estado dentro del Estado. En efecto, en un proceso larvado estarían fagocitando todas las áreas sensibles del poder del Estado judío (Interior, Vivienda, el Mosad y los mandos del Tzáhal ( Ejército judío) para intentar imponer la “Halajá” o ley judía a más del 40% de población que se declara laica, segmento de filiación europea , inmersa en la cultura y modo de vida occidentales y que desea ser regida por la ley civil como en las demás democracias formales occidentales.

Lapid y la revolución laica

Con Netanyahu se habría incrementado el riesgo de la implementación de un régimen teocrático bajo el control del Gran Rabino en el que los ultraortodoxos serán la casta dominante a pesar de ser una minoría, aunque ya en la actualidad, serían una casta ociosa (6 de cada 10 no trabaja y se dedican al estudio del Torá) que gozaría de prebendas y privilegios, que tendría a la población laica como siervos para sufragar su manutención, sanidad y educación así como la defensa de las fronteras de Israel y que impondría sus leyes al 43% de población laica, de lo que sería paradigma el hecho de que el Estado israelí no permite el matrimonio civil. Tras la firma de los pactos de gobierno con los partidos ultra ortodoxos Judaísmo Unido de la Torá y Shas, que dieron paso a un ejecutivo de fuerzas nacionalistas y religiosas, Netanyahu intentó eliminar de un plumazo la «revolución laica» iniciada en la anterior legislatura por Yanir Lapid.

Así, según el diario Yediot Aharonot, Netanyahu se comprometió a congelar una serie de reformas emprendidas por el anterior Ejecutivo sobre recortes económicos entre la comunidad ultra ortodoxa, modificar las reformas en las leyes de conversión y en la ley de enrolamiento universal, que por primera vez forzaba a cerca de 60.000 haredim (ultra ortodoxos) a entrar en el Ejército debido a la ola de protestas sociales de una clase media que se quejaba de los exagerados privilegios que éstos recibían a pesar de no contribuir “ ni a las arcas públicas ni al pesode la seguridad nacional”. Por su parte, Lapid en declaraciones al diario Yediot Aharonot afirmó que “ los ultra ortodoxos podrán seguir sin reconocer al Estado de Israel, obtener miles de millones de los contribuyentes y vivir sin trabajar», por lo que no extraño que desde 2007 se haya registrado un crecimiento anual de su población de entre el 5 y el 10%, (dos veces más rápido que en el conjunto nacional).

El declive del Estado de Bienestar en Israel afectaría pues únicamente a la población laica y urbana, por lo que en el 2011 unos 250.000 jóvenes iniciaron una protesta en Tel Aviv en el 2011 contra las políticas sociales de Netanyahu y en demanda de vivienda, planificación, políticas para el mercado laboral, salud y educación pública, debiendo recurrir Netanyahu de nuevo a la manipulación del miedo para obviar el colapso del Estado de Bienestar de Israel (secuestro del soldado Gilad Shalit). Además, en los últimos años estaríamos asistiendo a una cruzada silenciosa inoculada por las enseñanzas patógenas de ciertos rabinos ultraortodoxos israelíes contra la comunidad gay y lesbiana, de lo que sería paradigma el ataque por parte de un judío ultraortodoxo contra la Marcha del Orgullo Gay en Jerusalén, atentado que mereció la reprobación del rabino ortodoxo Shmuel Herzfeld quien en una vigilia en Washington exigió a los judíos ortodoxos “que reflexionen sobre si la retórica de la comunidad ortodoxa contribuye a este tipo de violencia”.

¿Ocaso político de Netanyahu?

El proyectado desalojo forzoso de los habitantes palestinos del barrio de Sheikh Jarrah para ser ocupado por colonos israelíes habría desencadenado una revuelta en Jerusalén con cientos de heridos palestinos que desembocó en el masivo lanzamiento de cohetes por parte de Hamás y la respuesta asimétrica de Netanyahu en forma de bombardeos de la Franja de Gaza con incontables muertos. Así, dado el impasse político en el que se encuentra el país al no ser capaces los partidos de conformar un Gobierno de coalición, Netanyahu (sirviéndose de la dictadura invisible del temor al Tercer Holocausto, proceda de Hamás, de Hezbolá o de Irán), intentó aprovechar la ocasión para declarar el Estado de Guerra (defensa de la seguridad de Israel) y desencadenar una nueva ofensiva contra la Franja de Gaza (Operación Guardianes de los Muros). Nentanyahu confiaba en una victoria rápida que le otorgara un incremento de popularidad para las próximas elecciones mientras le permitía seguir en el Poder y dejar que la niebla del olvido cubriera con su manto el proceso judicial en el que está acusado de soborno, fraude y abuso de confianza y que según sus palabras tan sólo sería un “Golpe de Estado Judicial para apartarlo del Poder” pero la asimetría del castigo infligido a los palestinos de Gaza con más de 200 muertos, cientos de heridos así como la destrucción de las infraestructuras básicas de Gaza, habría provocado el repudio internacional contra Netanyahu. En consecuencia,podría cristalizar un Gobierno de Coalición de 7 partidos liderada por el centrista Yair Lapid y el derechista Naftali Bennett (Coalición Arco Iris) que simbolizaría el ocaso político de Netanyahu y sería la última esperanza para evitar la desaparición de la democracia formal en Israel y su sustitución por un régimen teocrático-militar que conllevará que amplios sectores de la juventud laica y urbana israelí deban optar por engrosar la lista de colonos teledirigidos por los haredim o emigrar a Occidente.

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