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Odio que genera violencia

Fue Cicerón quien nos explicó que no hay nada más opuesto a la justicia que la violencia.  Y, desafortunadamente, de injusticias y de violencia es que se encuentra ahíta la nación venezolana.  A quienes les debiera interesar más que hubiese paz, concordia, entre los ciudadanos es a las autoridades; pero desde el mismo primer día lo que han hecho durante veinte años es concitar el rencor, la animadversión, la tirria, entre los venezolanos.  Desde el mismo momento de la infortunada amenaza de freír en aceite la cabeza de los adecos, lo que ha abundado en Venezuela es la incitación el odio.  Entre los distintos grupos sociales, las diferentes pigmentaciones de la piel, las distintas denominaciones religiosas.  Todo ello, incitado por el pitecántropo barinés que no podía, no le interesaba, buscar la armonía en las comunidades.  De allí que una de sus primeras afirmaciones atrabiliarias fue eso de que “robar no es malo”.  El muy imbécil podía haber dicho que si se tenía hambre había varias alternativas para paliarla; desde trabajar más, que es la más sensata posibilidad, pasando por pedir prestado, rogar favores (ambas incómodas), y hasta mendigar (la menos deseable, pero alternativa al fin). Pero “robar” implica —si mal no me acuerdo de las primeras clases de Derecho Penal que recibí, aunque de eso hace más de medio siglo— “quitarle con violencia algo a alguien y tomarlo para sí”.  No dijo “hurtar”, que también es y siempre será delito, porque implica el tomar algo que es ajeno, en contra la voluntad de su dueño, pero sin utilizar ni intimidación ni fuerza; solo la malicia, el sigilo.

Y de la prédica, el insensato pasó a los ejemplos prácticos.  Los sucesivos “exprópiese” son una muestra de eso.  Porque, en frase muy afortunada de María Corina —y valiente, ya que se la espetó a Boves II en su cara y en cadena nacional— “expropiar sin pagar es robar”.  Entiendo que hasta el día de hoy ninguna de las propiedades estatizadas a juro han sido compensadas a sus legítimos propietarios, del edificio Francia para abajo.  Lo mismo pudiera decirse de los ahorros de los empleados petroleros injusta e insensatamente despedidos con pito de por medio.  O de los ingenios, las fábricas y las fincas que eran modelos de producción y fuente de muchos empleos y que hoy son solo gamelotales y pedazos de metal aherrumbrados.  El bobo de Cúcuta, tan escasito de mente él, lo que ha hecho es complicar el panorama al darle luz verde a los diferentes organismos policiales y “colectivos” para que traten de enseñorearse por medio del hostigamiento y hasta el terrorismo por sobre la ciudadanía.

Los recientes “suicidios” en lugares de reclusión (que no cárceles ni internados judiciales) son una muestra de lo que digo.  Ni que fuera el solo ilegítimo quien lo arguyera sería aceptable.  Pero es que salen en comandita el dizque defensor del pueblo y el MinPoPo Interior a confirmar la tesis oficial sin que se hubiese comenzado la averiguación forense.  Muy diferente a como actuaron fiscal y ministro en otra época, cuando también se cometió un asesinato en una sede policial.  Ellos esperaron hasta que se confirmó que fue un homicidio para hablar.  Y lo hicieron para informar que los presuntos implicados ya estaban a resguardo y a la orden de las instancias judiciales.

La impunidad permea hacia abajo y, por eso, vemos la arbitrariedad rampante con la cual los mandos de la policía política desoyen las órdenes de libertad que les mandan los pocos jueces que se atreven a contrariar la línea oficial de que todo opositor es culpable así se demuestre lo contrario.  Por eso mismo, vemos a los agentes de la autoridad tomarse la justicia por su propia mano y eliminar a los antisociales que a ellos les parece.  Hay quienes sospechamos que es solo a quienes no comparten los botines con ellos; pero eso es solo producto de la conseja de “piensa mal y acertarás”.  Especialmente brutal nos parece, a quienes hemos tenido la posibilidad de ver por los medios sociales, el video en el cual se descarga de un camión a los cadáveres, desnudos, de más de una media docena de supuestos malvivientes matados por, dicen, la Guardia Nacional en los extramuros de La Victoria.  El irrespeto a los cuerpos inertes se escucha y se ve.  Es la deshumanización más terrible que yo haya visto en caso alguno de los muchos que presencié en mis casi cuarenta y cinco años de vida dedicada a la seguridad.  Todo eso es aprendido.  Se debe a los malos ejemplos que los subalternos observan de los mandos.

Va siendo hora de que los venezolanos, todos, nos acordemos de uno de los proverbios de Salomón: “Seis cosas aborrece Jehová, / Y aun siete abomina su alma: / Los ojos altivos, la lengua mentirosa, / Las manos que derraman sangre inocente, / El corazón que maquina pensamientos inicuos, / Los pies que corren presurosos hacia el mal, / El testigo falso que habla mentiras, / Y quien siembra discordia entre hermanos”.  Alguna de esas abominaciones nos salpicará a cada uno de nosotros, pero de lo que no tengo duda alguna es de que la mayoría parecieran escritas describiendo el estado de cosas que impera en el régimen que está boqueando, por eso precisamente…

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