Opinión Internacional

1985 – 1991: ¿La otra Revolución rusa?

En 1985 Mijail Gorbachov asume el gobierno de una de las dos superpotencias mundiales. Seis años después la Unión Soviética y las Repúblicas socialistas del Este de Europa habían desaparecido por decisión propia. Se inicia en estos países una rápida transición hacia el capitalismo liberal y hacia la democracia parlamentaria de partidos. ¿Fue la disolución del bloque soviético entre 1985 y 1991 una revolución?, siendo la respuesta afirmativa, ¿En qué medida lo fue?.

Fue revolución en la medida que existe un conjunto de cambios drásticos en la relación de la población con el fenómeno del poder, un cambio en el poder en su relacionar con las masas, un cambio de paradigma desde el socialista hasta el liberal, un desmontaje de todo un aparato de gobierno centralizado, una eclosión de los movimientos nacionalistas y el reconocimiento de los nuevos movimientos sociales, es decir, la transformación de un modelo centralizado unipartidista, de economía planificada a un sistema capitalista de mercado libre y a una democracia pluripartidista liberal en un período muy corto de tiempo. Sobre el carácter revolucionario de este cambio hay detalles que tienden a confundir, la pervivencia de los líderes formados en los viejos cuadros (1) (el cambio de hegemonía no fue total), los cambios generados en gran parte desde arriba y la ausencia de violencia que defina al movimiento político (excepto en el caso rumano (2) y yugoslavo). Existe evidentemente un uso revolucionario de las tradiciones en la medida en que gran parte de los nuevos regímenes que nacen de la disolución del bloque, se asumen dentro de tradiciones nacionalistas que los particularizan.

El proceso de disolución del ‘socialismo real’ tiene características especiales: la violencia no tiene un carácter definitorio en la transición, los viejos cuadros ceden a los cambios pacíficamente, de hecho muchos canalizan los cambios democráticos desde arriba (más aún cuando notan que no van a contar con la ayuda del ejército soviético en caso de utilizar la represión). Aparecen nuevos actores y reaparecen unos más antiguos, los nacientes actores son los nuevos movimientos sociales (Solidarnosc en Polonia(3), sindicato con fuertes relaciones con la Iglesia Católica, por ejemplo), algunos de los cuales evitan su conversión en partidos políticos; Los actores que renacen son los viejos movimientos nacionalistas que llevan finalmente a la disgregación de la Unión Soviética, de Checoslovaquia y de Yugoslavia.

Es importante destacar la manera en que la disolución desde arriba de toda la estructura del poder soviético, con niveles muy escasos de violencia y con niveles mínimos de participación de las nuevas generaciones en los ‘nuevos’ gobiernos(4) se puede convertir en revolucionaria. El caso de Europa oriental es distinto, excepto en el caso rumano (por la rigidez de Ceacescu) y yugoslavo (por el polvorín de ‘pertenencias’ e ‘identidades’ nacionales y religiosas cruzadas en un sistema federal monolítico(5)), tampoco se resolvió de manera violenta la transición, pero hubo un cambio importante de hegemonía política, y un cambio en la manera de hacer política, la inclusión de ciertos intelectuales en el poder (como Vaclav Havel en la República checa) y de sectores de los nuevos movimientos sociales (como Lech Walesa en Polonia, o como el Foro Democrático tras las elecciones en Hungría) son cambios revolucionarios. Cada contexto determina sus particularidades, la eclosión de los nacionalismos mezclados con la religión en las Balcanes, el papel de la Iglesia católica en Polonia, las diferencias entre checos y eslovacos que llevó a la disolución de Checoslovaquia y las complejidades de la unificación de Alemania son particularidades que definen estos procesos.

Al considerar al proceso de disolución que ‘finalizó’ en 1991 como revolucionario, no estamos negando el carácter igualmente revolucionario de la Revolución Rusa de 1917, sino que más bien ambos forman parte de un mismo proceso de desarrollo del modo de producción industrial. La revolución de 1917 fue necesaria para industrializar e incluir a Rusia (luego URSS) en el crecimiento mundial. Al estancarse el aparato productivo, la economía presionaba para la remoción de las estructuras que no permitían su crecimiento, la disolución de la URSS se había convertido en ineludible política y económicamente. La disolución del bloque soviético se inserta en el desarrollo del modo de producción industrial alrededor del mundo, el aparato productivo soviético no podía sostener, ni siquiera cubrir, a su propia población, su colapso permitió a largo plazo un nuevo desarrollo económico, pero bajo el paradigma liberal más puro.

En la Unión Soviética y sus países ‘satélites’ hubo transformaciones trascendentales, se desmontó todo el andamiaje del Estado – Partido que había existido desde 1917 en la URSS y desde finales de la Segunda Guerra Mundial en Europa oriental. Los partidos comunistas se separan del Estado y la economía pasa rápidamente a convertirse, de manera forzada, en economías capitalistas liberales. Hay un cambio de modelo, o paradigma, igualmente trascendente, de la construcción del ‘socialismo real’ a la construcción de un capitalismo liberal, bajo una democracia plural de partidos. Del mismo modo hay nuevos actores que hacen su aparición en la dinámica de las transformaciones: los denominados movimientos sociales. Se desmonta toda la estructura del poder soviético, incluso del ejército: cuando las masas se manifiestan en Alemania Federal, el ejército soviético no se moviliza para detener los cambios como lo hizo en Hungría en 1956 o en Checoslovaquia en 1968.

Las revoluciones se alimentan de las crisis de los regímenes antiguos. La crisis del sistema soviético había prácticamente detenido a su aparato productivo desde la década de los 70’, y la Guerra Fría le había impuesto al presupuesto soviético erogaciones para mantener el complejo militar industrial que no era posible mantener durante mucho tiempo. Cuando Gorbachov asume el poder, el sistema funciona de manera inercial, se ha burocratizado de manera creciente, y el aparato productivo estaba parado. Gorbachov inicia reformas en varios frentes, por un lado, en el frente externo acaba con la Guerra Fría, y de esta manera baja la presión del armamento sobre el presupuesto; en el sector interno ataca en dos frentes, la perestroika, reformas en el sistema económico, un proceso de apertura, la aceptación de formas distintas de propiedad, de igual manera se acepta la presencia de ciertos sectores de una economía sumergida y la glásnost, transparencia, libertad de información, libertad de expresión, libertad de organización y construcción de un sistema democrático plural.

La perestroika tuvo tres períodos diferenciados, entre 1985 y 1987 las reformas se dan en el seno del mismo funcionamiento de la estructura soviética, bajo sus normas, comenzó a aparecer la glásnost, a través de ciertos visos de libertad de expresión, y se flexibilizó la posición de la URSS en los foros internacionales. Entre 1987 y el verano de 1990 se dio la segunda fase, se iniciaron las reformas más profundas, al iniciarse un proceso de discusión de los programas económicos se comienza a desmontar la centralización en la planificación económica, se busca adelantar una transición de una forma autoritaria de dirección a nuevos mecanismos de desarrollo del mercado con descentralización y creación de múltiples formas de propiedad, en 1988 se inicia una reforma política que implica el reconocimiento de las fuerzas de oposición y la posibilidad de elecciones relativamente libres. La tercera fase es la más confusa de todas, las reformas se ven detenidas por ciertas resistencias burocráticas, se mezclan avances y retrocesos, se agrava la crisis, Gorbachov intenta lograr un consenso en el seno del Partido y del Ejército, que terminan en el intento de golpe de estado de agosto de 1991.

En cuanto a los nacionalismos la disolución del ‘socialismo real’ lo que hizo fue descongelar, en un nuevo contexto, los antiguos problemas del imperio ruso, de las Balcanes (la llamada cuestión oriental) y de las repúblicas bálticas, presentes antes de 1917. Conflictos que habían sido detenidos y canalizados, pero no resueltos, dentro de un sistema cuasi monolítico durante décadas.

En este proceso Gorbachov comienza a minar las bases que lo sostienen. El proceso de apertura económica agrava ciertos matices de la crisis, el desmontaje del poder del Partido Comunista y la aceptación de los nuevos movimientos sociales dejan colar críticas cada vez más fuertes hacia el régimen central. Las reacciones dentro de las repúblicas soviéticas se comienzan a matizar de nacionalismo, los movimientos sociales no se encuentran en capacidad de asumir, y en muchas repúblicas no están dispuestos a hacerlo, las funciones de gobierno. Los movimientos nacionalistas comienzan a presionar hacia la disolución. Mientras Gorbachov recibe el Premio Nobel de la Paz, pierde apoyo en su país, luego del intento de golpe de Estado en agosto de 1991, la URSS se encuentra herida de muerte, Boris Yeltsin desde Rusia le da la estocada final, desmontado el funcionamiento del PCUS como órgano de poder, desmontado el funcionamiento del ejército soviético, no exista nada real que mantenga unida a la URSS.

Notas

(1) A pesar de la separación entre el Partido y el gobierno, el jefe de Estado de Rusia, hasta hoy, se formó en el seno de la estructura soviética. En Europa Oriental, a pesar que la oposición pasó al poder en poco tiempo en Hungría, Polonia (por ejemplo), los partidos comunistas, muchos de ellos convertidos en ‘socialistas’ o ‘socialdemócratas’ han representado factores de poder, que incluso ha triunfado en elecciones posteriores.

(2) El caso rumano fue el único donde las fuerzas del gobierno hicieron oposición violenta y represión armada contra las masas, hasta que el ejército se suma a la ‘sociedad civil’ y cae Ceacescu.

(3) Incluido en el gobierno en 1989 por intermedio de Mazowiecki como primer ministro y que llegó finalmente al poder con Walesa tras las elecciones de 1990.

(4) Esta falta de entusiasmo por parte de los jóvenes se nota sobretodo en Rusia, el mismo Hobsbawm reconoce que fueron revoluciones de ‘cuarentones’, la juventud se mostró en gran medida apática ante las primeras transformaciones. Y las pretensiones, o la falta de ellas, de muchos movimentos sociales, a incorporarse a la estructura de gobierno, los hizo pronto pasar a un segundo plano. Las reformas en muchas de las repúblicas soviéticas fueron finalmente canalizadas por los funcionarios burócratas que las habían dirigido en los últimos años, o por ‘nuevos’ movimientos nacionalistas como en los paises bálticos. Caso distinto es la Europa oriental.

(5) El sistema federal yugoslavo mezclaba un alto grado de descentralización administrativa en el seno de uno de los estados más monolíticos ideológicamente. La disolución de la unidad ideológica llevó finalmente a la disolución de la federación en un conjunto caótico de ‘nacionalidades’ y de movimientos nacionalistas locales que finalmente llevaron a la guerra civil.

Bibliografía

AGANBEGUIÁN, Abel, “La Reforma Económica en la Unión Soviética” en Varios Autores, El Socialismo del Futuro, N°3, Madrid, Fundación Sistema, 1991, pp. 25 – 35.

GORBACHOV, Mijail, Perestroika (“Nuevo pensamiento para mi país y el mundo”), Bogotá, Colombia, Editorial Oveja Negra, Colección Protagonistas, 1987, 250 p.

GUNDER FRANK, André, “La Revolución de Europa oriental de 1989” en Nueva Sociedad, N°108, Caracas, Julio – Agosto de 1990, pp. 60 – 74.

FUENMAYOR TORO, Luis y otros autores, ¿Hacia donde va el socialismo?, Caracas, Ediciones de la Universidad Central de Venezuela, 1992, 376 p.

HOBSBAWM, Eric, Historia del Siglo XX, Barcelona, España, Editorial Crítica, Grijalbo Mondadori, Serie Mayor, 1995.

POLO CHEVA, Demetrio, “La crisis socialista: un reto democrático” en Nueva Sociedad, N°108, Caracas, Julio – Agosto de 1990, pp. 75 – 85.

SERBÍN, Andrés, “Perestroika, eclosión de razas” en Nueva Sociedad, N°108, Caracas, Julio – Agosto de 1990, pp. 98 – 110.

TAIBO, Carlos, Crisis y cambio en la Europa del Este, Madrid, Alianza Editorial, 1995.

Fundado hace 29 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba