Opinión Internacional

¿A qué le juega Pastrana?

El referendo se necesita, pero no habrá referendo. No lo habrá porque el Congreso se opone, y sin Congreso no es posible la reforma.

Hay tres modos de reformar la Constitución: por Acto Legislativo que expida el Congreso, por Constituyente que reúna el Congreso, o por referendo que convoque el Congreso. De suerte que si el Congreso no puede retocar el texto de Pastrana, como dice Pastrana, hará una cosa más simple aún: votará en bloque contra el texto de Pastrana (invocando, eso sí, alguna cortina de humo, como la ya lanzada «Constituyente»).

Y si el Congreso puede retocar el texto de Pastrana -como en efecto dice la Constitución (y dijo el Presidente de la Corte Constitucional) – pues apague y vámonos: una vez que se le cambie una coma, el proyecto será «enriquecido» hasta decir exactamente lo contrario de lo que dice ahora. Y entonces los partidarios del «sí» tendremos que salir a votar «no».

El texto de Pastrana no pasará en el Congreso por una simple razón: sería el primer Congreso del mundo en autodisolverse sin que haya golpe de Estado (caso Paraguay), Constituyente a bordo (caso Venezuela), marchas cívicas apabullantes (caso Rusia) o llamado a elecciones generales (caso regímenes parlamentarios, donde el Jefe de Gobierno es el primero que arriesga la cabeza).

La rebelión del Congreso era entonces totalmente previsible. Y esto nos deja ante tres posibles «jugadas» de Pastrana:

La cortina de humo. Presenta el proyecto para que lo rechacen, recobra imagen como el bueno maniatado por los malos, y de paso nos distrae de ciertas cosas «jartas» (como la recesión y el propio «fondo interministerial»).

La reforma negociada. Pastrana acepta «retoques» del Congreso (comenzando por la no revocatoria), siempre que el Congreso no se meta en más honduras (como revocar el mandato presidencial). Revive su imagen de reformista y logra un texto similar al que se hundió, sin gloria ni pena, el año pasado. Es más: de pronto vuelve a usar el fondo interministerial para que los congresistas aprueben la reforma.

La insurgencia civil. Pastrana encabeza un movimiento cívico contra los partidos y sus maquinarias. No la mera recolección de firmas, porque la iniciativa popular tampoco obliga al Congreso. Sino una movilización tan radical, masiva y persistente que imponga el texto sobre el Congreso y lo obligue a disolverse. Sería una especie de «fuga hacia adelante», la carta audaz que a este Gobierno le quedaba por jugar, sobre todo ante la suerte dudosa de la paz y de la economía.

Dije que eran «tres jugadas», pero en efecto es una sola jugada con tres salidas. Pastrana gana de las tres maneras. Colombia pierde con la primera, empata con la segunda y gana con la tercera. Pastrana abre el juego y espera la respuesta de los otros jugadores, antes de optar por una de las tres vías. Como se trata de un «juego binario» -donde no valen sino el «sí» y el «no» – estas respuestas son necesariamente polarizadas:

– Todas o casi todas las fuerzas retardatarias se alinearon por el «no»: las Farc, el Congreso y el Partido Liberal en pleno. Sus reservas y argumentos -elegantes o simplones, falaces o razonables, gratuitos o fundados – llevan todos al efecto político

de defender las maquinarias y el clientelismo. Si estos sectores ganan terreno, la balanza se inclina hacia el escenario donde pierde Colombia.

– Todas o casi todas las fuerzas progresistas han tomado partido por el «sí»: los dirigentes sin otras ataduras que el alto interés público (Íngrid y Petro, Lizarazo y Claudia Blum, Noemí y Javier Ramírez, Nancy Patricia y Antanas…); académicos y activistas cívicos; y, sobre todo, la opinión ahíta de corrupción y maquinaria. Si estos sectores actúan con unidad y eficacia, llevaremos la balanza hacia el mejor escenario.

A la jugada inicial de Pastrana, los progresistas hemos de responder con una doble jugada:

– Apoyar unificado al «sí», para lo cual no es preciso creer que el referendo sea la solución, que el texto sea perfecto o que el método sea ideal. Basta saber que el referendo es parte de la solución, que su texto mejora lo que existe y que su método también es democracia.

– Sobre todo, aprovechar la movilización para crear una fuerza política permanente, el «tercer partido» de los ciudadanos, la organización anticlientelista y anticaudillista que permita tomarse el Congreso por tantos años como años necesita el rescate del interés público en Colombia.

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