Opinión Internacional

Agua para el molino centralista

Cuando estamos a punto de finalizar la campaña electoral la gran preocupación de Evo Morales es lo que ya están reflejando las encuestas y tendencias y es que el voto volvería a marcar las dos visiones de país que existen en Bolivia y que a pesar de toda la guerra sucia, de las persecuciones y judicialización de los opositores se volverá a reflejar en el voto del 6 de diciembre.

La búsqueda del «desempate catastrófico» siguiendo la via de la violencia no ha resultado tal como el gobierno lo planificara. Los episodios de la confrontación que Quintana armó en Pando y el asesinato de tres extranjeros en el Hotel Las Américas para desencadenar y justificar las persecuciones políticas, no han dado el rédito, ni el resultado que el gobierno esperaba, pues la población a pesar de estar amedrentada ha seguido la lógica de su razón y de sus sentimientos, volteando todos los esfuerzos del gobierno por dominar a la opinión pública y por sacudirse la visión país que pasando sobre las confusiones creadas ex profeso todavía aúna al Oriente Boliviano y se expande a los valles de Tarija y Cochabamba y llega al corazón de Chuquisaca.

Si repasamos la teoría de García Linera que plantea que el “desempate catastrófico” se puede dar por confrontación o por vencer o ganar al adversario en las urnas, nos damos cuenta que como la confrontación no ha logrado erosionar tanto como el gobierno necesitaba el sentimiento democrático de los habitantes de los valles y el Oriente, el candidato-presidente se lanzó a una elección en la que ha puesto toda la carne al azadón, gastos exorbitantes, acuerdos debajo de la mesa con dirigentes que eran opositores y con partidos que aparecieron en el escenario político como opositores sin realmente tener la intención de llegar al Congreso como una verdadera oposición.

Para mala suerte del gobierno, esta estrategia tampoco le ha resultado como esperaban y los habitantes de los valles y los llanos orientales siguen pensando que Evo no los representa, y es lógico que piensen esto porque no les ha hecho ninguna concesión, no les ha dado más que malos tratos, recortes de presupuesto, avanzadas de violencia extrema, sólo les ha dado palo siguiendo la política del amo que pretende dominar a sus esclavos a punta de chicotazos y amedrentamiento.

El plato del ansiado desempate a través de elecciones se le está rompiendo al presidente-candidato y entonces y por este motivo para que el “soberano” no vuelva a manifestarse en su decisión de rechazar la visión centralista, que sólo considera como válida a La Paz, Oruro y Potosí, desconociendo todas las otras regiones de Bolivia, desconociendo la visión distinta a la que ha dominado siempre a este país a través de la rosca política-económica andina, el gobierno se ha jugado su penúltima carta que ha sido la de sacar al escenario al candidato Samuel Doria Medina, para que este plantee que el Eje de Convergencia Nacional ceda su espacio en su favor quien así sería impuesto ex profeso como el opositor que no tiene “negativos”.

Toda esta estrategia permitiría invisibilizar la voluntad del soberano que aglutina una oposición desde los llanos y en expansión a los valles pese al vapuleo que estos sufren con propaganda, consignas, manipulaciones interminables.

Los Valles y el Oriente se siguen olfateando que Evo seguirá su proceso recalcitrante y reconcentrará no sólo el poder sino la economía, las libertades y la justicia, tratando de arrasar con la cultura y la visión país de todo lo que es distinto al eje de poder en el que Evo se quiere entronizar.

Lo que ocurre en consecuencia es que la rosca político-económica volvió a salir con salvavidas especiales y con traje de buceo para hacer el trabajo de los que desde la rosca venden también incluso a su pueblo por migajas de negocios.

A las roscas no le interesan las voluntades de los pueblos expresadas en la intención de voto que hoy por hoy ya nos muestra el soberano: Evo va descendiendo al 40%, Manfred entra en 30% y Samuel no puede desentrabar su escaso 9%.

Por supuesto que el oficialismo y sus aliados seguirán porfiando en la guerra sucia, sembrando inquinas y desconfianza en las personas que ellos saben van a liderar la verdadera oposición que no es ni será funcional ni al totalitarismo, ni a los negociados de las roscas que intentan sobrevivir a costa del desastre de todos y del riesgo que corren las libertades e incluso del riesgo que corre nuestra patria de entrar en una guerra continental que está preparada por Chávez y que sólo espera el resultado eleccionario para que Evo se sume a ella.

Ustedes saben que las elites políticas y económicas cuando están desesperadas arman guerras pues en esas circunstancias vuelven a dominar, vuelven a agarrar al pobre pueblo de la cola, porque los pueblos en guerra sufren, tienen que enterrar dolorosamente a sus muertos, sobreviven despavoridos y no pueden rebelarse ni hacer política y la escasez en la que se los hace vivir encuentra el justificativo de que es a causa y consecuencia de la guerra.

Después de todas estas estrategias macabras todavía al partido de gobierno le queda la carta del fraude electoral, que está en ciernes.

Nuestro voto debe llevar a que el gobierno fracase en sus estrategias de manipulación y tenga que tratar las dos visiones de país a través de un gran acuerdo nacional que se negó a realizar en la Constituyente. La única forma de resolver el empate es reconstruyendo la unidad del país reconociendo las dos visiones y esto se logrará implementando autonomías plenas.

Dios ilumine a los bolivianos para que con su voto este 6 de diciembre salven a Bolivia.

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